Getty ImagesPatricio Loustau podría dirigir otro Boca-River

BUENOS AIRES -- Los dirigentes, técnicos y jugadores del fútbol argentino ya aburren con sus quejas hacia los árbitros, que es lo mismo que sacarse de encima la responsabilidad por los errores que cometen ellos mismos.

No soy de aquellos que creen que todo es mejor en el fútbol europeo o que el Barcelona es el único ejemplo a seguir. De hecho, soy crítico desde siempre (no de ahora, cuando todos se le animan) del estilo de juego del Barcelona, especialmente cuando duerme la pelota, al adversario y al público con pases laterales.

Pero hace unos pocos días, los jugadores del Barcelona entregaron una enseñanza que muchos deberían asimilar. Cuando perdieron 4-0 ante el Bayern Munich en el partido de ida, al menos dos goles alemanes (el de Mario Gomes y el de Arjen Robben, es decir el segundo y el tercero) debieron ser anulados por al árbitro, lo que probablemente habría cambiado la ecuación para la revancha. Al final del partido, lejos de enojarse o quejarse, los futbolistas admitieron la superioridad del adversario y no se escuchó una sola palabra en contra del árbitro húngaro Viktor Kassai. Lo destacamos, nos sorprendió en aquel momento, pero hoy entendemos que así deberían ser siempre las cosas.

No soy una persona cándida. Tengo claro el juego de presiones que existen cuando un grande como Independiente pelea por no descender a la B Nacional. Pero tampoco abono las teorías conspirativas. Porque, más allá de todo:

¿Realmente piensas que San Martín de San Juan está penúltimo en los promedios por los árbitros?

San Martín de San Juan, hasta el 6-1 con Boca llevaba 16 partidos sin ganar. ¿Esa racha fue culpa de los jueces?

Los sanjuaninos obtuvieron 74 puntos en 69 partidos (207 puntos) . Sacó el 36,71 por ciento de los puntos en juego. ¿No hay ninguna responsabilidad de los dirigentes, de los diferentes técnicos y del plantel?

Ya saliendo de San Martín de San Juan. ¿Es posible que cada viernes, sábado o domingo haya quejas desde todos los costados contra los jueces y no contra los rendimientos de los equipos? ¿No se dan cuenta los dirigentes, entrenadores y jugadores que con sus declaraciones le hacen mal al juego y predisponen a la intemperancia de la gente? La violencia no es consecuencia sólo de dos, tres o veinte estúpidos que tiran piedras.

Estoy harto de escuchar a los dirigentes, jugadores y entrenadores. Ya cansa que en cada conferencia de prensa se le dedique más párrafos a los jueces que a analizar el rendimiento de los equipos.

En la bolsa también caen los periodistas, quienes durante los partidos piden amarillas, rojas y penales y le prestan más atención a los que hace el árbitro que a lo que realizan los futbolistas. Parece mucho más fácil opinar sobre las decisiones del pito que sobre el juego o sobre los aciertos y errores de los verdaderos protagonistas. Es como si el resultado de un partido se definiera exclusivamente por un fallo en lugar de por un gol errado o un mal pase.

El fútbol argentino está en crisis. Es cierto. Pero que quede claro que no es exclusivamente por culpa de los jueces. Que cada uno se ponga el sayo que le corresponde.

Roma

FECHA
21/02
2013
por Mariano Hamilton
Fotobaires.comRoma fue figura de Boca en la década del 60

BUENOS AIRES -- Allá por finales de la década del 60, y sin ser simpatizante de Boca, tuve la chance de ver a Antonio Roma, al primer arquero que me impresionó por su porte físico, por su estado atlético y por su plasticidad.

Amadeo Carrizo estaba en el final de su carrera, Hugo Gatti recién hacía sus primeras armas, Carlos Buticce volaba de palo a palo pero no era tan imponente y así podría seguir, de memoria, nombrando a aquellos arqueros que comenzaron a iluminar mis ojos cuando era apenas un niño.

El Tano fue un arquero bisagra entre los antiguos (aquellos que embolsaban la pelota) y los modernos, que se animaban a revolcarse y que hasta cometían la osadía de despegarse de la línea de gol para ir a cortar un centro.

Era veloz de piernas y sacaba con un gancho característico hacia ambas bandas, buscando que Boca consiguiera armar réplicas desde su propio arco.

El penal que le detuvo a Delem en el 62 lo vi años después en uno que otro video, ya que cuando ocurrió apenas tenía un año de vida. Otra novedad para la época: adelantarse -en este caso groseramente- en un penal para achicar el ángulo de disparo. Porque convengamos que Roma ya manejaba aquel concepto inaugurado por Amadeo Carrizo: el de la bisectriz del arco, es decir salir de los tres palos, acercarse al delantero y de esa manera reducir los espacios para la definición.

Antonio Roma murió a los 80 años, el 20 de febrero de 2013, por una infección intrahospitalaria. Se fue un tipo que, que más allá de haberle pedido el rastro en 1972, cuando se retiró ya con 39 años, siempre habitó en las tertulias futboleras.

Con Roma se fue una parte de la infancia.

Luis Aguiar
Fotobaires.comAguiar es un tema complejo para Pizzi

BUENOS AIRES -- En el fútbol hay frases que repiten una y otra vez, como si fueran verdades inamovibles, pero pocos se ocupan de analizar si efectivamente son eficaces. Una de ellas es que "los buenos jugadores hacen a los buenos equipos". Y que se completa con otra que dice que "el técnico debe poner siempre a los mejores".

Si un técnico determinado tiene imaginación, se anima a arriesgar, toma decisiones radicales y mueve las piezas del tablero inteligentemente, probablemente esa suma de buenos jugadores pueda desembocar en un gran equipo.

El primero que se nos viene a la cabeza (¿a quién no?) es Brasil del 70. Dice la leyenda que Mario Zagallo decidió poner juntos en el equipo a cinco jugadores extraordinarios, más allá de que todos jugaran de lo mismo. Nos referimos a Pelé, Jairzinho, Gerson, Tostao y Rivelino, es decir los "cinco diez" del Lobo.

Pero así como decimos esto, también se debe explicar que el Lobo Zagallo no los tiró en la cancha para que hicieran cualquier cosa, sino que decidió que cada uno cumpliera un rol dentro de la estructura del equipo.

Por eso, Jairzinho era puntero derecho. Tostao abanicaba por la izquierda del ataque. Gerson era media punta, ya que su lentitud lo ponía en el centro del cuadrado que formaban sus compañeros, para hacer descargas milimétricas. Y Rivelino y Pelé, de gran movilidad, se turnaban en el armado de la jugada. Cada uno cumplía un rol. Cada uno sabía para qué estaba y el entrenador, a su turno, los había ordenado en el campo de juego con la idea de ir sin miramientos hacia el arco rival.

Comparar a uno de los mejores equipos de la historia con el fútbol argentino actual, parece un chiste, pero el ejemplo sirve para sostener que no importa tanto si un jugador es mejor o peor, sino que lo único básico es encontrarle el mejor lugar en la cancha con una idea de fútbol ofensivo.

Veamos lo que pasa en San Lorenzo. Aguiar es considerado clave por Pizzi. Pero esa decisión no es un síntoma de audacia, sino de prudencia. ¿Por qué? Porque no lo pone donde debería estar (como doble cinco, con Mercier o con Kalinski) sino que lo ubica en el sector izquierdo del ataque, con lo que le quita valor a la capacidad de Aguiar. En ese lugar, el uruguayo pierde su importancia, ya que sus movimientos son previsibles y perjudican a San Lorenzo, porque le quita sorpresa al ataque y no aporta lo que podría darle si jugara como corresponde: un volante central con llegada. El ingreso de Aguiar, un muy buen futbolista, deja en la más absoluta soledad a Stracqualursi. Es decir, falla el sistema.

¿Debería salir Aguiar del equipo? No necesariamente. El técnico debería mover las fichas para armar el mejor equipo con los mejores jugadores que dispone. Aguiar debería ser doble cinco y así podría sumarle al equipo una de sus grandes virtudes: desprenderse por sorpresa para llegar a posiciones de gol. Pero para eso debería entrar Alan Ruiz (por citar un ejemplo) como generador de juego y debería salir Kalinski o Mercier. Es decir, Pizzi debería arriesgar. ¿Está dispuesto a hacerlo?

Otro problema se le presenta a Zubeldía en Racing con Mario Bolatti. Tiene que jugar. Pero para que semejante cinco entre a la cancha, debe salir alguien. ¿Quién? ¿Zuculini? ¿Pelletieri? Y si sale uno de ellos, ¿quiénes entrarán por las bandas? ¿Villar, Camoranesi, Pérez Guedes?

Villar y Pérez Guedes le darían a Zubeldía más variantes ofensivas pero regresos complicados. Camoranesi, que no luce tanto, equilibra más. ¿Qué hará? ¿Priorizará al orden y la contención o la audacia?

Con estos ejemplos queda claro que no necesariamente los mejores jugadores son los que deciden el rumbo de un equipo. En realidad, el rumbo se determina cuando un entrenador resuelve si quiere arriesgar o si prefiere cubrirse las espaldas.

Zubeldía y Pizzi tienen la palabra.

Boca vs. QuilmesFotobaires.com

BUENOS AIRES -- Las cuestiones sicológicas son importantes en el fútbol. Tal vez no son tan duraderas como en otras disciplinas (en el tenis, por ejemplo, que es un deporte individual, y en el cual la confianza de un determinado jugador es desequilibrante), porque los estados de ánimo -en un equipo de 11 jugadores- se van licuando.

Sin embargo, la postura que un conjunto adopta ante la adversidad marca muy claramente qué le está pasando a ese grupo de jugadores a nivel sicológico.

Tres ejemplos de la primera fecha del Torneo Final nos pueden servir para graficar qué es lo que estamos diciendo.

Vemos el caso de Boca. Se encontró dos goles abajo antes de los 10 minutos del primer tiempo ante Quilmes y pese a ello no perdió la línea. Incluso en los momentos que era superado por su adversarios en casi todos los sectores del campo, más precisamente hasta el descuento de Erviti cuando promediaba el primer tiempo (a los 37 minutos). Luego vino el empate de Burdisso (22 del ST), el penal en contra y la expulsión de Caruzzo (33 ST), la atajada de Orión sobre el remate de Cauteruccio desde los doce pasos (38 ST) y el posterior gol de Bursisso (39 ST). Muchas adversidades para Boca y gran poder de recuperación.

¿Qué pasó con River? Jugaba un partido parejo con Belgrano hasta que se quedó con un hombre menos a los 2 minutos del segundo tiempo (expulsión de Ponzio por agresión) y allí pareció surgir un amor propio desconocido en este grupo de jugadores y finalmente terminaron imponiéndose por 2-1, cuando parecía que estaban más para perder o conservar el empate que para ganar.

El infierno de Independiente escribió otro capítulo el domingo, ante Newell's. Empataba 1-1 hasta que a los 28 minutos del segundo tiempo tuvo un penal a su favor. Lo ejecutó el Farías (que sólo había fallado 2 de 18 en su carrera) e insólitamente lo tiró a las nubes. Nada que no lo pueda pasar a cualquier hijo de vecino. Pero lo que llegó después marca que el equipo de Gallego está bajo de autoestima. Scocco (a los 30 ST, dos minutos después del penal del Tecla) y Pablo Pérez (41 ST) establecieron el 3-1 para Newell's y desataron la angustia para Independiente, que siente que el descenso a la B Nacional lo abraza cada vez más.

Boca y Rivera ganaron dos partidos que probablemente (aunque es un dato incomprobable, por supuesto) hubieran perdido con Falcioni y Almeyda sentados en la banco de suplentes. E Independiente perdió un juego que en otras época de gloria hubiera sacado adelante, pese a al frustración de haber fallado en un penal importante.

Son estados de ánimo. Cuestiones sicológicas. Que no sirven para ganar campeonatos pero sí para llevarse los tres puntos es partidos aislados.

Fotobaires.com

BUENOS AIRES -- Muchas veces se critica a los periodistas por hablar con el diario del lunes, es decir después de los resultados. Y algo de razón hay. Los periodistas son especialistas en eso de jugar con ventaja por sobre los protagonistas. Hablan después de los hechos consumados. Es fácil hacerlo.

Ahora bien, cuando se realizan pronósticos, la núcleo duro del periodismo más comprometido, se opone porque, dice, no es serio augurar este o aquel resultado, otorgándole a un chiste la categoría de ciencia exacta y olvidándose de entender que sólo se trata de jugar con los resultados, de arriesgar.

Nadie posee una martingala infalible para decir que esto o aquello va a pasar. Pero sí se puede, gracias a determinados estímulos, establecer una línea de pensamiento, dejar sentada una impresión y hasta arriesgar que equipo puede ganar este o aquel partido.

No voy a entrar en detalles tan precisos. Para eso, de hecho, está Fabio Dana con su Oráculo averiado (esperemos que Dana tome el guante), pero sí me voy a animar a decir que me imagino un torneo Final muy atractivo y con equipos que van a dar bastante más de lo que estuvimos acostumbrados.

Con solo ver dos de los tres River-Boca del verano (los que se jugaron en Mar del Plata y Córdoba, especialmente), las actuaciones de Racing e Independiente (bpasicamente en su muy buen partido ante Tigre) y algunos ratos de San Lorenzo, podemos inferir que algo parece haber cambiado en el fútbol argentino. Y además están Vélez y Lanús, otros dos equipos que serán animadores del torneo.

¿Se habrán dado cuenta los técnicos de que hay que salir a atacar a los rivales porque los tres puntos que entrega una victoria son infinitamente superiores a la unidad que da un empate? ¿Habrán entendido que ganar dos partidos y perder dos partidos vale mucho más que empatar los cuatro? ¿Sabrán que la forma más confiable para sumar es organizar conjuntos ofensivos? ¿Por fin la audacia le ganó al miedo?

Hay algunas señales que indican que podemos ser optimistas.

Es un pronóstico. Sí. Que se enojen los expertos. En esta columna todavía nos gusta jugar.

Argentina-República ChecaFotobaires

BUENOS AIRES -- Esta columna no pretende apuntar con el dedo a nadie, más allá de que se hará eje en las decisiones que tomó el capitán argentino de la Copa Davis, Martín Jaite. No pretende tampoco convertirse en un clásico análisis con el diario del lunes. Es decir, con el resultado puesto.

La serie ante República Checa, según nuestro modestísimo criterio, se empezó a perder un poco después del anuncio de David Nalbandian de que no podría jugar por su desgarro y un poco antes de los dimes y diretes de Juan Martín Del Potro sobre sus problemas en la muñeca. Previo a que se jugara el primer punto de la serie, sonaba incompresible la decisión de Jaite de convocar a Schwank y Berlocq para un doble que, se sabía de antemano, era un punto perdido. El 50 por ciento del equipo lo integraban dos jugadores condenados a perder un punto y el otro 50 dos jugadores obligados a ganar tres de los cuatro restantes. Raro. ¿no?

Martín es un buen capitán, pero como todo humano no está exento del error. Y en este caso pecó de candidez, pensó que todos se manejan en la vida como él lo hace y confió -más allá de la falta de diálogo- en la palabra de Del Potro, sobre que iba a jugar los dos singles pese a su dolor en la muñeca izquierda, es decir la que eventualmente utiliza para pegar el revés a dos manos.

Aquí hacemos un parate: ¿es probable que la lesión de Del Potro haya empeorado tras jugar con Stepanek? Sí, es posible. Aunque también decimos sin dudar que si el argentino hubiera tenido por delante la final del US Open en lugar del cuarto punto ante República Checa, se habría presentado con dolor, vendado, infiltrado o como fuere.

Nadie puede ponerse a juzgar las decisiones de un jugador, pero sí se puede evaluar su compromiso con una y otra competencia. Eso no lo hace ni mejor ni peor deportista, pero sí debe influir en las decisiones futuras de un capitán al tenerlo en cuenta para venideras presentaciones. Que Del Potro no juegue la Copa Davis no es un pecado, sí lo es que diga que la va a jugar y que se baje del barco en la mitad de la travesía y dejen a un equipo remando en dulce de leche.

Y aquí volvemos a Jaite. El capitán argentino confió en Del Potro, en que iba a jugar los dos puntos y así armó el equipo, eligió a los jugadores: Mónaco como segundo singlista y Schwank y Berlocq como doblistas.

¿Qué opciones tenía Jaite? Leo Mayer era una de ellas. Si bien Berlocq está 45 en el ranking mundial y Mayer 84, todos sabemos (Jaite también) que son números mentirosos. Berlocq suma puntos ganados en torneos de no tanta jerarquía y ante rivales menores, mientras que Mayer, en el antecedente más reciente, jugó mano a mano nada menos que contra el Del Potro que cayó en cuartos de final de Nueva York contra Djokovic. Y hace cuatro meses, le había ganado a Stepanek en polvo de ladrillo. Nadie tiene dudas de que Mayer podría haber comprometido a Berdych mucho más que Berlocq en un posible enfrentamiento por el cuarto punto. Si Mónaco, otro jugador con ránking exagerado, lo tuvo al checo contra las cuerdas el viernes, Mayer tranquilamente podría haberle peleado el punto con más chances que Berlocq.

Que quede claro que esto no es un desmérito para Berlocq, quien jugó un partido extraordinario el domingo muy por encima de lo que se esperaba de él. Aquí se expresa, simplemente, un análisis frío y calculador, desposeído de todo sentimiento de afecto hacia lo que hizo Berlocq.

También es cierto que nadie dice que si se hubiera cambiado la conformación el equipo, el triunfo habría sido un hecho. Pero no hay dudas de que hubiera habido más chance.

También hay vericuetos reglamentarios que podrían haber beneficiado al equipo argentino. Si Del Potro, efectivamente estaba lesionado, podría haber sido guardado para el domingo. Y así el viernes habrían jugado Mónaco contra Stepanek en primer turno y Mayer contra Berdych en segundo. Supongamos que quedaban 1-1 (triunfo de Mónaco y derrota de Mayer, lo más probable, o al revés) y que Argentina perdía el doble. Quedaba la chance de un cruce Del Potro-Berdych el domingo por el cuarto punto y Mayer ante Stepanek para definir la serie, en caso de que Delpo le ganara al checo número 6 del mundo.

Es cierto: Stepanek podría haberle ganado a Mónaco y Berdych a Mayer, con lo que la serie hubiera quedado sellada el viernes ante un eventual 0-2. Pero volvemos a lo mismo: se hubiera peleado la serie con otras armas y no se hubiera entregado mansamente, como pasó finalmente.

También, incluso, Del Potro podría haber perdido con Berdych el domingo. Es decir: todo hubiera sido posible. Por eso, tratamos de pensar en un equipo más competitivo, aunque sin certezas de éxito.

Con esta columna queremos decir que la falta de diálogo entre Del Potro y Jaite y el voluntarismo del capitán hicieron que Argentina llegara al domingo sin posibilidades ciertas (no había ninguna chance, salvo que mediara algo extraordinario o una lesión, de que Berlocq le ganara a Berdych) cuando en realidad había otras posibilidades para pelear cada punto (salvo del doble) con otras armas.

¿Qué pasará en el futuro? No tenemos dudas. Jaite se recibió de capitán de la Copa Davis. Seguramente no le volverán a estallar las granadas en las manos.

Tigre v San LorenzoFotobaires.comEzequiel Maggiolo festeja su gol. Tigre le ganó a San Lorenzo en un duelo clave por la permanencia

BUENOS AIRES -- El fútbol es una caja de sorpresas por sí solo. Y encima está el hombre para pergeñar absurdos reglamentos que hacen que cualquier combinación pueda ser posible.

¿Alguien se imagina, por ejemplo, que un club podría llegar a jugar un torneo reducido de seis equipos para determinar al campeón y al mismo tiempo debería disputar un triangular para decidir si se salva del descenso directo o de la Promoción? Bueno, esto es posible en el maravilloso fútbol argentino.

Veamos el caso de Tigre, para ir directamente a los números.

Supongamos que el equipo de Arruabarrena empata con Vélez y con Independiente en las próximas dos fechas y llega a 34 puntos en la lucha por el título y a 1,254 de promedio.

Supongamos que Boca empata con Arsenal y pierde con All Boys y llega a 34 puntos.

Supongamos que Arsenal empata con Boca y empata con Belgrano y llega a los 34 puntos.

Supongamos que Newell's consigue tres puntos en alguno de sus partidos ante San Martín de San Juan y Lanús (gana uno y pierde otro) y llega a los 34 puntos.

Supongamos que Vélez empata con Tigre y le gana a Racing y llega a los 34 puntos.

Supongamos que All Boys empata con Argentinos Juniors y le gana a Boca y llega a los 34 puntos.

Supongamos San Lorenzo obtiene cuatro puntos ante Independiente y San Martín de San Juan (gana uno y empata otro) y llega a 1,254 de promedio.

Supongamos que Banfield obtiene un punto ante Belgrano y Colón (empata uno y pierde otro) y llega a 1,254 de promedio.

Si todas estas combinaciones de resultados de dan, Tigre se encontraría ante un hecho histórico: debería afrontar un torneo reducido de seis equipos para determinar al campeón y un triangular para decidir el descenso directo o ingreso a Promoción (si Rafaela obtiene 4 puntos y San Martín 3) o para jugar o no la Promoción (si Rafaela obtiene 3 o menos puntos y si San Juan obtiene 2 o menos puntos).

Ridículo, ¿no?

Pero posible.

Esto sirve para desmantelar cualquier defensa del absurdo promedio del descenso.

Independiente v BanfieldFotobaires.com

BUENOS AIRES -- Es una ecuación difícil de resolver, pero la observación y la experiencia periodística indican que aquellos barcos que cambian de timonel en medio de la tormenta son los que más sufren, ya que al principio puede redituar un cambio en la moral de los marineros, pero a la larga es mucho más pesado el hecho de tener que improvisar cuando las cosas ya están en funcionamiento.

Veamos: ¿qué equipos mantuvieron sus entrenadores en la última temporada? Vélez (Gareca), Boca (Falcioni), Lanús (Schurrer), Belgrano (Zielinski), Arsenal (Alfaro), All Boys (Romero), Unión (Kudelka) y Tigre (Arrubarrena).

Ahora observemos cómo les va en el torneo: Boca está primero; Tigre y Arsenal, segundos; Vélez, quinto; All Boys, sexto, Lanús, octavo, Unión, décimo y Belgrano marcha decimotercero. Digamos que Unión está cerca de salvarse del descenso y que Belgrano ya decidió que mantendrá la categoría. Es decir, ambos cumplieron o están ahí nomás de cumplir sus objetivos. Y que Boca, Vélez, Lanús y Arsenal, además del torneo local, debieron jugar la Copa Libertadores lo que por lógica consecuencia les quitó presencia de titulares en algunos partidos del Clausura.

Sumemos a esta lista a aquellos equipos que comenzaron el Clausura con sus actuales técnicos: Newell´s (Martino), cuarto y Colón (Sensini), undécimo. Martino le cambió la cara a un equipo desmoralizado (16° en el Apertura anterior con el mismo plantel) y Sensini pudo ordenar a un plantel que siempre arranca para comerse a los chicos crudos y termina fagocitándose a sí mismo.

Ahora bien: los últimos siete puestos de la tabla los ocupan equipos que cambiaron de entrenadores a mitad de camino: Banfield (Méndez, Wensel, La Volpe, Da Silva y Acevedo), Olimpo (De Felippe, Rivoira y Perazzo), Godoy Cruz (Da Silva, Pumpido y Asad), San Martín de San Juan (Garnero y Sava), Racing (Simeone, Basile y Zubledía), Independiente (Mohamed, Ramón Díaz y Christian Díaz) y Atlético Rafaela (Trullet y Forestello).

Otros que cambiaron y no les fue tan mal son: Estudiantes (Russo, Azconzábal y Zucarelli), noveno; Argentinos (Troglio, Gorosito y Astrada), séptimo y San Lorenzo (Asad, Madelón y Lombardi), duodécimo.

En el medio, hay particularidades y objetivos.

Tigre sigue en descenso directo por el promedio, pero realizó una campaña estupenda (56 puntos) que no sólo lo pone cerca de conseguir el objetivo de no bajar a la B Nacional (cuando parecía una quimera al comienzo de temporada) sino que además lo ubica peleando el título palmo a palmo con Boca.

O también está San Lorenzo, que realizó pésimas campañas con Asad y Madelón y que parece estar levantando cabeza (no tanto en los resultados como en el rendimiento) lo que también lo pone ante la expectativa de zafar del descenso directo. San Lorenzo obtuvo 13 puntos en 9 partidos (48 por ciento) bajo la conducción de Caruso Lombardi mientras que con Asad y Madelón había sacado 25 unidades en 27 presentaciones (algo más del 30 por ciento).

Pero si hay un caso paradigmático es el de Banfield. No tenía problemas con el descenso y tampoco urgencias. Pero los disparates de sus dirigentes lo llevaron a una situación crítica. Obtuvo apenas 21 puntos entre el Apertura y el Clausura y está con San Lorenzo y Tigre pisándole los talones cuando esto parecía imposible hace diez fechas. En estos dos torneos, Tigre le descontó a Banfield la friolera de 35 puntos (está a tres) y San Lorenzo le sacó 19 (está a dos). Recordemos que por el banco de suplentes de Banfield desfilaron Méndez, Wensel, La Volpe, Da Silva y Acevedo, lo que sirve como toda una declaración de principios sobre lo que no se debe hacer.

No es una regla, claro, pero los números hablan por sí solos. Nadie dice que se deben sostener situaciones imposibles en el tiempo, pero cambiar de técnico debería ser la última alternativa del mapa de posibilidades para levantar el rendimiento de un equipo.

Porque uno no puede evitar hacerse la pregunta del millón: ¿Qué fue lo que le pasó a algunos clubes? ¿Cambiaron de técnicos porque hicieron malas campañas o hicieron malas campañas porque cambiaron de técnicos?

¿Qué fue lo apareció primero? ¿El huevo o la gallina?

JUlio Grondona
TelamEl titular de AFA, como siempre, hizo lo que quiso

BUENOS AIRES -- Hace pocos días, apenas dos semanas, decíamos a cuento de la reorganización de los campeonatos argentinos que los dirigentes le daban la espalda a lo conveniente.

Resulta que en aquel momento habían decidido la continuidad de los torneos cortos porque, según decían, "permiten pelear por algo todo el año", entre otras argumentaciones reñidas con el espíritu deportivo ("puede ser campeón cualquiera", por citar un ejemplo).

Por aquellos días había otra alternativa, respaldada por el presidente de AFA, Julio Grondona, y supuestamente impulsada por el Gobierno Nacional: era la de jugar un torneo largo, a 38 fechas.

Pero como nada es como se desea (en especial en la AFA), otro cambio llegó para darle un golpe de gracia a la credibilidad del fútbol argentino: resulta que Grondona no se rindió y transformó aquella decisión del Comité Ejecutivo en un híbrido que tiene poco futuro y que seguramente será modificada dentro de muy poco por el torneo largo de 38 fechas.

Grondona decidió que no haya dos campeones sino uno. Que el Apertura de ahora en más se llame Inicial y que al Clausura se lo denomine Final y que los ganadores de ambas ruedas de 19 fechas disputen una final en cancha neutral, a un partido, para resolver al único campeón de la temporada. Si el mismo equipo llegara a ganar ambas competencias, no habrá final.

Los promedios seguirán vigentes, pero ahora con tres descensos directos. Y se eliminan las Promociones. Con esta última decisión, seguirán los absurdos como los de este año, en donde un equipo (Tigre) podría llegar a ser campeón y descender simultáneamente, lo que sería una catástrofe deportiva. Ya que, ¿como se explica que el mejor equipo pierda la categoría?

Respecto de la clasificación para las copas, los ganadores de cada fase tendrán el premio de clasificarse para la Copa Libertadores, al igual que el campeón de la Copa Argentina, el mejor argentino ubicado en la anterior Sudamericana y el que más puntos sume en la tabla anual.

Para Sudamericana, el campeón anual ingresará junto a los cinco mejores equipos de la tabla general, excluyendo a los ya clasificados a la Libertadores. Sólo el ganador del año podrá jugar las dos copas en una misma temporada.

No hay dudas de que este tema no termina acá. Y que en la próxima temporada ocurrirá lo que todos esperan (menos los dirigentes que levantan la mano para votar en el Comité Ejecutivo) y que cae por su propio peso: un torneo anual a 38 fechas con reglas mucho más sencilla y claras.

Julio Humberto GrondonaTelam

BUENOS AIRES -- Los dirigentes del fútbol argentino, otra vez, le dieron la espalda a lo conveniente.

Con la verdad de perogrullo de que los torneos cortos "permiten pelear por algo todo el año" y que dan la chance de que haya dos campeones por temporada, decidieron mantener el viejo formato de un Clausura y un Apertura, a una rueda de 19 fechas cada uno.

La otra alternativa, respaldada por Julio Grondona -supuestamente impulsado por el Gobierno Nacional-, era la de jugar un torneo largo, a 38 fechas, tal como se hace en la mayoría de los países en donde se prefiere defender el nivel del juego por sobre la tómbola del resultado.

Los únicos cambios se producirán en el sistema de descensos. A partir de agosto de 2012, se eliminarán las Promociones y habrá tres descensos a la B Nacional. Uno de ellos será el equipo que reúna menor cantidad de puntos en la tabla general anual (se sumarán el Apertura y el Clausura) y los otros dos seguirán surgiendo de la nefasta tabla de promedios: los dos peores, excluyendo al ya descendido por la tabla general, perderán la categoría.

Está de más decir que quien firma esta nota estaba de acuerdo con el regreso a los torneos largos, porque de esa manera se les iba a quitar presión sicológica a los jugadores y a los entrenadores y esta situación iba a redundar en una mejoría del nivel de juego, tal como pasa en la B Nacional.

Por otra parte, la ventajas de un torneo largo también podían mejorar las finanzas de los clubes, ya que la presión de los hinchas ante los malos resultados se podían licuar en el tiempo generando mayor estabilidad para los entrenadores. Recordemos que en el torneo que se está jugando actualmente, diez de veinte equipos ya cambiaron de técnicos.

Seguir apelando a los torneos cortos tiene mucho más que ver con la lógica neoliberal de que únicamente importa el resultado (el campeón) y no interesa la forma que se utilice para llegar al éxito. Además, la contracara de los dos campeones anuales es que también se generan 38 frustraciones por año. Lo que por supuesto es un dato no menor a la hora de evaluar la locura que envuelve al fútbol argentino tanto fuera como dentro de las canchas.

El argumento de los clubes que votaron favorablemente por los "cambios" es que los torneos cortos "permiten que todos tengan chance de ser campeones". Lo que por supuestos es una falacia y está equivocado desde el origen mismo de la frase. En un torneo largo también todos pueden ser campeones pero, a diferencia de los cortos, no puede serlo cualquiera sino el mejor, lo que marca una diferencia sustancial en la esencia de cualquier deporte.

También se dijo que los torneos largos, históricamente, beneficiaron a los equipos grandes. Esta afirmación en real para la primera mitad del siglo XX pero es falsa para la segunda, ya que de 1967 en adelante salieron campeones: Rosario Central (4 veces), Newell´s (3), Estudiantes (3), Ferro (2), Argentinos (2), Vélez, Huracán, Chacarita y Quilmes. Los grandes, en ese periodo cosecharon el 53 por ciento de los torneos en juego.

Un recorrido por los torneos cortos se verá que los grandes se llevaron 27 títulos, es decir el 65 por ciento: River, 12; Boca, 9; San Lorenzo, 3; Independiente, 2 y Racing, 1. Mientras que el resto de los equipos se quedaron con 14 títulos; Vélez, 7; Newell's, 2; Estudiantes, 2 y Lanús, Banfield y Argentinos, 1 cada uno.

En definitiva, otra oportunidad perdida para volver a la normalidad. La pregunta que uno se hace es: ¿por qué todavía nos seguimos sorprendiendo?

Ricardo Caruso LombardiFotobaires.com

BUENOS AIRES -- El título de esta espacio de reflexión puede ser una brutalidad o, si se quiere, una estupidez. Pero en el deporte las cosas definitivamente son de otra manera. Lo blanco muchas veces es negro. Lo negro es blanco. Y los colores se transforman en gris. La matemática no tiene lugar. Lo dado no es como uno se imagina. Los mejores no ganan. Los mediocres pueden ser campeones. Los buenos son malos. Y los malos son buenos.

Todo está tamizado según el cristal con que se lo mire. ¿La pasión? ¿La simpatía por un equipo? ¿El placer por practicar u observar un juego, sea fútbol o cualquier otra especialidad? ¿La felicidad que da un resultado favorable más allá de la belleza? Cada hombre de este mundo tiene una forma particular de ver al deporte. Y todo pasa por sus emociones, sensibilidad y hasta por el cuentapropismo.

Quien firma este primer blog entiende que en los matices está la riqueza. Para citar un ejemplo que todos conocemos y para dejar de hablar en abstracto: ¿Caruso Lombardi es un buen técnico o es un vendedor de humo?, es la pregunta que se hace la mayoría de los simpatizantes del fútbol argentino.

Y la respuesta no es lineal. O mejor dicho, no es sencilla y tiene su grado de complejidad. Caruso es un buen técnico y también es un vendedor de humo.

Es un buen técnico cuando incluye a Gigliotti en San Lorenzo y consigue que marque tres goles en dos partidos cuando el "nueve" venía de ser suplente en la Reserva. Es un buen técnico cuando pone a Buffarini y a Salgueiro como carrileros para que habiliten a la nueva referencia de área que tiene el equipo. Es un buen técnico cuando uno ve que San Lorenzo trata de jugar al fútbol por abajo, que Palomino y Meza (los improvisados marcadores de punta) paran la pelota, se la dan a un compañero y se muestran como referencia de salida trasponiendo la línea del balón. Digamos en este punto que Palomino y Meza, en las ocho fechas que Madelón dirigió a San Lorenzo no sólo rifaban sin pensar cada pelota que les pasaba cerca sino que además estaban estaqueados en los laterales y jamás eran una alternativa para la salida.

Bien. Dijimos tres razones que demuestran que Caruso es un buen técnico. No es Rinus Michels, pero se la rebusca con lo que tiene.

¿Pero también vende humo? Sí. Cuando se pelea con el Turco Asad y el Chori Domínguez insultándolos en todos los idiomas. Cuando hace un show para las cámaras de televisión con sus gestos desde el banco de suplente. Cuando organiza una conferencia de prensa y la transforma en un stand up en lugar de una oportunidad sustanciosa para hablar de fútbol.

Los dos personajes conviven en una sola persona. Por eso es absurdo descalificar a Caruso Lombardi como entrenador por sus actitudes fuera de la cancha. O endiosarlo por como para el equipo olvidándose que también hay un cómico fuera de la cancha. ¿Está mal? No. Allá él. Caruso Lombardi es una creación de Caruso Lombardi, para bien y para mal, y deberá convivir con sus contradicciones. Y en la puja un rato vencerá el buen técnico que desplazara al histriónico/patotero y en otros el mediático opacará la figura al buen entrenador.

Nada es sólo como parece.

Por eso, dos más dos es igual a cinco.