BUENOS AIRES -- No hace falta ser un especialista para detectar que la presentación de la Selección argentina hasta aquí en la Copa América es decepcionante. Pero al margen de la reprobación popular, de la repercusión negativa en los medios y el malhumor de la delegación, la búsqueda de la solución en imperiosa.
Está claro que los jugadores no rinden, pero también lo está que solamente esto sucede en la Selección. Entonces... el que tendrá que buscar soluciones es el conductor, es quien pone en escena una serie de individuales que se mueven en función de una idea. Y la idea de Sergio Batista es clara, su pretensión es noble, pero su ejecución no es buena, por ser generosos.
¿Por qué la insistencia en ubicar tanto mediocampista central? Como si no hubiese alcanzado con Mascherano, Cambiasso y Banega, después probó con Gago.
Si en dos partidos con escasas ideas ofensivas Javier Pastore no jugó ni diez minutos, ¿para qué fue convocado? Si Tevez era nueve y por ello quedaba afuera de la lista, ¿por qué es titular como extremo izquierdo? ¿Por qué Messi era el nueve indiscutido y ahora el técnico acepta que tal vez se necesite un 9 de área? ¿Para qué tener laterales si no se aprovechan los costados? ¿Y por qué Di María carece de minutos ante tal dilema? ¿Por que el Kun Agüero que fue el más claro y autor del gol ante Bolivia no fue titular ante Colombia?
Y seguramente habrá más preguntas por hacer. Pero la realidad es que sólo las puede contestar el equipo y no cada jugador individualmente: El equipo. Y por ahora no aparece.
Se podrá ganar, aparecerán aplausos y hasta habrá más confianza. Pero este camino no se termina en esta Copa América. El resultado más importante es que la identidad que el Checho Batista dicta en la teoría se confirme en la práctica.