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Pujols el mejor bartender de San Luis

SAN LUIS -- Los corchos disparaban como ametralladoras AK-47. Ra-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta.

Botellas gigantes de una reconocida cerveza local y mucho champán con etiqueta de "World Series 2011 Champions" se derramaba sobre los peloteros y sobre toda la gente que visitaba el camerino local.
Las cámaras de alta definición de cientos de miles de dólares se tapan con bolsas de basura, y algunos periodistas vinieron preparados con ponchos de bombero amarillos.

Puede ser que Albert Pujols haya tenido su último turno al bate con los Cardenales de San Luis, pero después del juego se declaró bartender, comandante detrás de la mesa de bebidas embriagantes para celebrar en grande. ¿Y quién se atreve a decirle que baje un poco el volumen de la música ensordecedora o a quitarle el puesto de las botellas?

Entrevisto a Yadier Molina en exclusiva para ESPNdeportes.com, con un niñito pequeño escondido entre nosotros. Pero Pujols aprieta el aguacero de cerveza y champán directo hacia Yadier, y alguien de la familia Molina grita, "¡El nene, el nene!".

El nene no se enteró de lo que estaba pasando. Quizás su único recuerdo sean las fotos que le tomaron en el camerino sin darse cuenta. Yadier ya le contará de cómo fue que pasó todo esto y cómo vencieron a los Vigilantes de Texas, y el nene le dirá, "Yadi, no te creo".

Ahora me doy cuenta de nuevo que me hacían falta unos goggles de natación. Como los que tenían Octavio Dotel, Fernando Salas y el resto de los peloteros. Mis espejuelos están tan empañados como si acabara de salir de una selva tropical por una densa neblina, en vez de estar en las frías temperaturas de la ciudad de San Luis.

Por suerte no soy el único hendido en alcohol dentro del lento elevador de prensa. Al ver a un colega periodista enchumbado que explica sus aventuras en el camerino, una señorona fanática de los Cardenales y vestida de rojo señala punto de desmayarse, "ya me preguntaba de dónde salía ese olor tan fuerte".

"Voy a oler a borracho hasta mañana", decía el pobre colega aislado en una esquina y empapado de los pies a la cabeza.

Ahora voy a buscarme unas buenas chapaletas, a ver si puedo nadar y fisgar un par de historias entre los tiburones, y ya veremos cómo quedó mi grabadora portátil ahogada entre estos espíritus de alto octanaje.

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