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Los verdaderos MVPs de la Serie del Caribe

Los jugadores de Dominicana esperan a recibir el trofeo de campeones de la Serie del Caribe Víctor Pérez

SANTO DOMINGO -- Para los curiosos de la historia del béisbol, la Serie del Caribe es un tema apasionante.

En todas las plazas oficiales de la pelota invernal, activas y aspirantes, nunca falta en una buena y acalorada discusión alguna anécdota, recuerdo, imagen, nombre o proeza que termine en alguna Serie del Caribe. Sobre todo para aquellos que han asistido a esta legendaria competencia y más aún para quienes al menos han realizado un viaje fuera de su propio país.

Cada edición del torneo deja sus anécdotas dentro y fuera del terreno y Santo Domingo no fue la excepción.

Deportivamente hablando, quienes cubrimos esta contienda entendíamos desde un principio que el Estadio Quisqueya es un parque de pitcheo. El viento y las distancias de las paredes de los jardines juegan en contra de los bateadores.

Se cumplieron los presagios.

Fueron partidos donde se impuso el dominio de los serpentineros. Los cuatro equipos se combinaron para efectividad de 2.07, se implantó la marca de menos jonrones en una serie con sólo tres, vigente desde 1972, cuando se largaron apenas cuatro.

En los doce juegos se anotaron sólo 64 carreras, una total muy por debajo del ritmo de anotaciones de los últimos seis años donde el bulto de carreras superaron siempre las 90, alcanzando un máximo de 141 en aquellas sedes compartidas en Maracay y Valencia en 2006.

Los Leones del Escogido sólo permitieron 12 carreras en total. Las soberbias actuaciones de Raúl Valdés, Lorenzo Barceló, Francisco Liriano y Kris Johnson, junto con un crecido Jairo Asencio comandando el cuerpo de relevistas acumulando 3 salvados, sellaron el cuarto título en la historia de esta franquicia.

Fueron el primer equipo desde los Tigres del Licey de 1980 que gana la Serie del Caribe perdiendo los últimos dos juegos.

Una vez más fue una contienda donde el brillo vino de parte de esos jugadores que dan todo en el terreno para sobrevivir en este difícil mundo del béisbol, como Nelson Figueroa, quien demostró una vez más que es uno de los más grandes guerreros en los montículos latinoamericanos.

Tener a Figueroa en la lomita no sólo es un lujo, sino una motivación para cualquier franquicia. Es un verdadero profesional y caballero de este deporte.

También quedarán para la historia las palabras del mánager de los Tigres de Aragua, Buddy Bailey, quien públicamente cargó contra sus jugadores creando un efecto inmediato que culminó con tres victorias al hilo anotando 20 carreras en sus últimos tres juegos, incluyendo dos blanqueos.

A la dinastía venezolana se le acabaron los días. De haber reaccionado un día antes, quizás la historia de esta serie hubiese sido otra.

Pero fuera del terreno también se cumplieron las predicciones. El alto costo de la boletería ahuyentó a los fanáticos de su play y las quejas se hicieron sentir en todos los rincones. El sistema de mercadeo de la Confederación del Caribe cubre los gastos y produce dividendos así se juegue a las puertas cerradas, de tal manera que la asistencia al torneo es algo que llamaríamos un "plus", lo que "pareciera" no ser bien aprovechado.

Pero lo que más colorido le restó a Santo Domingo 2012 fue nuevamente el formato de competencia.

Tras años y años de quejas por parte de equipos, medios de comunicación, peloteros y fanáticos para buscar un cambio razonable que abra las puertas a otras ligas y que exista una forma que dirija la emoción del torneo hacia el final, la Confederación del Caribe nuevamente hizo caso omiso.

Y ocurrió lo que todos temíamos: Que los últimos juegos no tuvieran significado. Este año no fue ni siquiera uno, como ha ocurrido en años anteriores. Fueron los últimos tres.

Así que el crédito de esta serie es nuevamente para quienes mantienen el espíritu vivo de esta competencia. Lamentablemente no son los jugadores ni mucho menos los organizadores.

Son los fanáticos, en primer lugar los que se colocan la gorra de anfitriones, quienes año a año se desbordan en atenciones para los visitantes. Nuevamente los dominicanos se lucieron y ellos son realmente los MVPs por votación unánime.

Sobre todo aquellos que año a año se reencuentran en esta fecha, las bandas mexicanas, los pleneros boricuas, los rostros venezolanos, la "chercha" dominicana, los matraqueros, el Chapulín Colorado, el Chavo, la Chilindrina y Kiko, el barbas, Chacho, el Tigre y Rufo.

Sin ese espíritu de nuestro béisbol que mantienen vivos esos fanáticos no hay Serie del Caribe. Para ellos y por ellos se juega este torneo.

A ellos muchas gracias una vez más por mantener vivo este torneo que es más grande que quienes le producen gradas vacías. Nos vemos en Hermosillo, esperando, una vez más, un cambio que beneficie el desarrollo y el interés a nuestra golpeada pelota invernal.