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Molto se salvó de la bicicleta

Cancha llena, corazón contento: el Lawn Tennis enmarcó el debut ATP de Andrés Molteni DyN

BUENOS AIRES -- "Y ya lo ve, somos locales otra vez", canta esa banda de inadaptados que ocupa el codo superior y no se da cuenta de que una hinchada española difícilmente pueda oponer una resistencia digna sin viajar 12 mil kilómetros. Son los amigos de Andrés Molteni, Molto según el grito de aliento permanente, que no entiende nada de ránkings, de jerarquías o de David Ferrer, rival de turno, cinco del mundo y uno de los mejores jugadores del planeta sobre polvo de ladrillo.

El grito que mantienen para alentar el primer partido en un torneo ATP del muchacho nacido en Buenos Aires, los transforma en lo mejor de la noche. "Te alentaremos de corazón, esta es la hinchada que te quiere ver campeón". Molteni juega en el club que lo vio nacer ante el rival menos deseado. "Que me toque cualquiera menos Ferrer o Nalbandian, porque no quiero hacer papelones en la cancha central", había deseado antes del sorteo.

No hubo suerte.

Esta noche fría juega debajo de una tribuna que va a gritar aunque él no de respuestas en cancha. "Molto, querido, la hinchada está contigo", le espetan mientras agitan el estandarte con los colores de su Lawn Tennis tan querido (celeste, amarillo, negro) y se indignan con un loco solitario que, enfundado en banderas de España, se liga la silbatina de su vida por tratar de entonar un "Campeones, campeones" demasiado foráneo.

Mientras tanto, hay tenis. Molteni muestra poco de arranque y queda 0-3. Parece nervioso y superado por la velocidad avasallante de un top ten, dueño de 11 títulos, campeón en Auckland a principios de temporada. "Dale, dale, dale, Molto. Dale, dale, dale Andrés". Ferrer juega a lo Ferrer: velocidad de piernas, movimiento constante, un revés sólido y una derecha que sabe castigar, sobre todo cuando se invierte para buscar el ataque.

Pero la novedad es otra. Andrés Molteni. Andrés. Molto. Remera azul, gorro blanco con la visera hacia atrás. Flaco, veloz a primera vista. De buena movilidad. Por movimientos, recuerda un poco a Richard Gasquet. Quizá otro poco a Juan Ignacio Chela. Físicamente, tiene algo de Martín Vassallo Argüello. "Pan y vino, pan y vino... El que no grita Molteni, ¿para qué c... vino?". Tiene potencia con la derecha, que arma desde bien arriba con un swing largo. Tiene un revés heterodoxo que parece funcional, pero que deberá trabajar para mejorar en cuanto a regularidad. Tiene buenos movimientos cerca de la pelota: flexión de piernas, buen armado de golpes. Tiene hinchada propia: "Soy de Molto, soy de Molto. De Molto, yo soy". Le falta experiencia. Mucha.

Después de sacudirse la impresión de la cancha central y de su primer juego en el máximo nivel, Molteni logra un game. Es uno sólo, pero vale para evitar el temor previo del debutante: "No sea cosa que me vaya en bicicleta". No, no será 6-0 y 6-0. Ya fue 6-1. El honor a salvo. Una alegría. No habría más. Algo es algo. "Dale Andrés, ponga huevo que no ha pasado nada".

Desde que se hizo profesional, en 2003, Molteni ganó un Challenger (el año pasado, en Salinas, Ecuador) y 8 Futures. Pero hay un dato que resulta alentador para este chico que cumplirá 24 años en marzo. Se trata de su avance en las últimas cinco temporadas. En 2007, finalizó como 639 del ránking mundial. En 2008 fue 581, es decir que trepó 58 puestos. En 2009 terminó como 388, con lo cual ascendió 193 posiciones. En 2010 siguió creciendo: escaló otros 124 puestos para ubicarse 264. El año pasado finalizó 207, o sea que subió 57 escalones. "Hay que gritar, señor hay que gritar.... Y vamo' Andrés Molteni que tenemos que ganar". Esa escalada lenta pero constante habla del esfuerzo y la superación que está viviendo el casi-ya-no-tan-juvenil.

"Movete, Molto, movete, que esta hinchada está loca y hoy no podemos perder". Lejos de las primeras planas, Molteni vivió ayer un día que recordará siempre. "Cantemos todos que tenemos que ganar". Perdimos, igual. La cosa estuvo áspera ante un Ferrer que jugó como juega Ferrer: otro nivel, algo distinto, diferente escala, un salto cualitativo demasiado grande para el que no acostumbra esos trotes. Suficiente como para que la tribuna le dedicara un cantito al español: "Tirala afuera, la p... que te parió", hasta despertar la risa del propio argentino dentro de la cancha.

Pero quedó un detalle para emocionarse. A mediados del segundo set, los inadaptados contagiaron al estadio. "Olé, olé, Andrés, Andrés". La ovación fue unánime. Y merecida. "Ya ganaste, Molto". Después de todo, hay cosas más importantes que un resultado.