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El Apoel de Platini

Apoel Nicosia, de Chipre, eliminó a Lyon en una serie emocionante de los octavos de Champions EFE

ROMA -- Tengo que admitir que estaba equivocado. Es evidente que yo no tuve la capacidad de previsión que, en cambio, tuvo el presidente de la UEFA, Michel Platini. El hecho es que yo siempre critiqué la decisión del grande francés de darles prioridad a los campeones de las pequeñas ligas, más que a los grandes equipos de los principales campeonatos europeos, contrariamente a cuanto ocurría antes de él.

El problema es que el nuevo sistema, desde mi punto de vista, disminuye el nivel de la competición, porque ahora los equipos de las mayores ligas europeas que no se clasifican directamente a la fase de grupos se eliminan entre ellos en Preliminares, para permitirle una mayor participación a los ganadores de los países menos importantes, futbolísticamente hablando.

Una decisión política ganadora, pensamos muchos, porque así el "zorro francés" se aseguró los votos a la presidencia de todos los países menores. Una movida que, sin embargo, tiene su precio, precio que termina pagando el espectáculo.

La motivación oficial del Presidente es que, de esta manera, se le devuelve un poco a esta competición su significado original, es decir la de una liga en la que se enfrentan los campeones de toda Europa, en el sentido de equipos que ganaros sus respectivos torneos nacionales. Eso sin quitarle el nuevo significado, el que adquirió desde que se volvió una "League", o sea el de crear una liga en la que se enfrenten las mayores estrellas y los equipos más conocidos y amados.

Un motivación lógica y bastante comprensible, que sin embargo no me gustaba porque, como dicho, le quita lustro y calidad a la competición. En efecto, a demostración de este hecho están los datos: este año, 4 de los 5 equipos que se metieron en la fase de grupos pasando por el "Preliminar preferente" de los campeones terminaron en el fondo de sus respectivos grupos.

Dinamo Zagreb acabó último sin puntos, Racing Genk terminó en el fondo con apenas 3 unidades, BATE Borisov sumó sólo 2 puntos y cerró la ronda H y Viktoria Plzen no fue último sólo porque jugó en el mismo grupo que BATE, para terminan anteúltimo con 5 unidades. No caben dudas de que los equipos que llegaron por la "autopista Platiní" fueron entre los peores de esta edición de la Champions League.

Entonces, ¿dónde está el error?, se preguntarán ustedes. Mi error tiene nombre y se llama Apoel Nicosia. El conjunto chipriota, el último de esos 5 equipos, pasó bien y con mérito ambos turnos preliminares que disputó, clasificó a la fase de Grupos, se metió en octavos pasando primero (adelante de Zenit y eliminando a Porto) y en esa fase eliminó a Lyon.

Lo de los octavos fue realmente increíble: los chipriotas, en su propria cancha, los llevaron a los franceses a una definición por penales apasionante y llena de emoción, por encima justo en la noche que pasará a la historia por ser la noche en la que Lionel Messi metió cinco goles en 90 minutos, en el otro encuentro disputado ese mismo día para la Champions League.

Una historia llena de "phatos", casi mágica, que hace de Apoel más o menos una Cenicienta del fútbol moderno, capaz de pasar desde las "pequeñas" canchas de Chipre a los grandes teatros europeos, mostrando su valor a son de triunfos y resultados históricos.

Bueno, ésta gran historia, esta fábula inesperada, le devuelve algo de magia e inocencia al fútbol, que en cambio en el último periodo se parece cada vez más a un negocio y menos a un deporte; que en cambio cada día que pasa luce más lejano y más diferente que ese juego con el que se divierten los niños por las calles de todo el mundo.

Apoel demostró que el dinero cuenta, pero que no vale sólo eso. Demostró que se puede obtener mucho si se cree en un sueño y si se lucha por obtenerlo. Nos recordó todos esos mensajes que hacen del deporte (todos los deportes) una parte integrante y fundamental de la historia de la humanidad.

Claramente, los chipriotas le hicieron un gran favor a Platini, que les agradecerá en eterno por haberle dado la razón a su proyecto. Pero las gracias más grandes son las que tenemos que mandarle nosotros a la estrella del fútbol francés.

Porque yo - y junto a mi muchos otros - me equivocaba. Porque sin su cambio de rumbo, la Cenicienta chipriota nunca hubiera podido ir al baile del príncipe y así nunca hubiera dejado sobre el césped su botín de cristal.