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Pep, fiel a sus convicciones

BRISTOL -- A Pep Guardiola nunca le gustó hablar de sus renovaciones, ni como jugador ni ahora en su lugar como el técnico más ganador en la historia del Barcelona. Siempre preservó su autoridad para decidir sobre sus temas. Hacerlo implica hacerlo cuando quiera. Lo hizo este viernes y su decisión no ha dejado ajeno a nadie del fútbol. Se terminó la primera era blaugrana de un técnico que, sin experiencia estaba ansioso por trabajar en una profesión que por la que algunas veces renegaba para su futuro. Cuentan que Guardiola habría aceptado dirigir hasta a los más pequeños jugadores de la estructura de La Masía. Quería trabajar en el club y por eso aceptó al Barcelona "B" en 2007.

Pep Guardiola dividió a la Junta Directiva del club en momento en el que el Barcelona necesitaba cambio de rumbo. Algunos miembros de la Junta del presidente Laporta creyeron que José Mourinho tendría que ser el nuevo técnico del Barcelona. Otros, atendieron la recomendación de Johann Cruyff, padrino del sello de identidad que representa el equipo en su juego. Guardiola fue el elegido ante el escepticismo de una mayoría que habría preferido a un técnico curtido y ganador como Mourinho. La imagen del Barcelona seguro lo agradece, pero solo aquellos que conocían a Guardiola podían anticipar que en cuatro temporadas ganarían con él 13 de 18 títulos posibles. Curioso que fuera Mourinho quien le arrebatara tres de ellos.

Guardiola aceptó la conducción del Barcelona sin haber recorrido grandes autopistas al volante de un plantel de lujo. Su confianza y una carrera de futbolista forjada desde el interés por aprender más del juego le dieron cursos adelantados para su profesión. Carles Puyol me dijo en el verano del 2008 que Pep "ya era técnico desde que estaba en el campo. Unas veces, hasta nos cambiaba el esquema durante un partido". Ese verano de las primeras decisiones como sacar a Deco y Ronaldinho. O darle entrada en esa gira a Pedro y Busquets por entonces asombrados adolescentes que se paseaban boquiabiertos por las calles de Chicago y Manhattan. Con la tranquilidad de una normalidad que pronto perderían.

"Estamos en esto para tomar decisiones" le dijo Guardiola a Bora Milutinovic un año más tarde. Era Beverly Hills y Guardiola entonces recibía a Zlatan Ibrahimovic procedente del Inter. La inversión fue enorme como enorme la fractura que provocó en el orgullo de Guardiola desprenderse de él diez meses después. Ibrahimovic era un jugador necesario para el sistema, Para el ecosistema del vestuario probó ser un extraño. Ibra fue foráneo para las preferencias de ese "falso 9" que había provocado una de las grandes victorias blaugranas de la historia. El 6-2 en el Bernabéu del 2 de mayo de 2009 le dio a Leo Messi argumentos para encontrar su lugar sin discusión, ni pretensiones de competencia. Aunque viniese de un 9 necesario y que los traspiés recientes en Liga y Champions, ahora extrañan. Su relación con Messi fue siempre especial pero nunca idílica. Han sido uno tan importante para el otro pero de exigente convivencia.

Sus jugadores han sido la piedra fundamental de su discurso en defensa de los valores del juego y la exaltación de los valores del club. Aunque a veces hable de árbitros y con ellos en el campo. Si algo queda de la afamada charla con Bielsa, aquella que lo llevó a Argentina antes de asumir como técnico, es que Guardiola tampoco atiende a la prensa en notas individuales. Todo contacto queda condicionado a la sala de prensa desde la cual se emiten los designios filosóficos que le han permitido mantener una relación cordial con los medios. Había gestionado libre de los embates mediáticos que suelen desestabilizar. Hasta la llegada de Mourinho.

Su gestión del vestuario del Barcelona ha sido objeto de admiración en círculos lejanos al fútbol y muy cercanos al mundo de los negocios. Aunque parezcan lo mismo. Aunque el ambiente controlado del vestuario, se fracturó el mismo día del clásico ante el Real Madrid el sábado 21 de abril. 2pm hora de Barcelona. Desde dentro del plantel del Barcelona, ese que con tanto recelo gestiona Pep, se filtra la formación inicial del partido. Histórico. Fue uno desde dentro quien rompió el código y se comunicó con el exterior sin reservas. Una señal, ligera quizás, pero inequívoca de que en alguien pasaba tal descontento como para romper los designios de su técnico. Insólito en el Barça de Pep.

Si frente a los medios no incurría en riesgos. Midiendo regularmente sus palabras. Los resultados validaron un mensaje convertido en un oasis para un fútbol que agradece la calma cuando pasa muy a menudo, metido en una desértica y ruidosa crispación. En el campo fue de riesgos permanentes. Messi por el medio, la línea de tres, Pinto el arquero en la Copa, Alves de extremo derecho, Mascherano de central y la cantera como razón de ser. La Masía es el motor de la máquina ideológica y Pep la ha utilizado como sustento productivo sin que esto sea impedimento para entrar al mercado con estridentes y riesgosos fichajes (Chrygrinsky, Ibra, Fábregas).

A partir de la decisión que hoy ha comunicado, Pep Guardiola se abraza a la realidad de su leyenda, camino que ha desgastado su energía para seguir adelante. Se ha tomado su tiempo y no ha cambiado de parecer. Lo pensaba desde diciembre pasado. Hace lo que desde su condición de culé siente que debe hacer. No seguir más, asumiendo que el Barcelona seguirá siendo a pesar de él. A Pep Guardiola nunca le gustó hablar de sus renovaciones, cree quizás que no hace falta cuando todo el mundo ya está hablando de eso.

Su etapa ha sido exitosa pero tremendamente desgastante. Emocionalmente demandante por las enfermedades de Abidal y Tito Vilanova. Teniendo la autoridad para elegir sobre su futuro, Guardiola lo hace en un momento complejo de la temporada cuando parece muy tarde para definirse. Pero lo hace una filosofía de juego bien cimentada y un discurso institucional que puede y debe buscar continuidad. Su valor en el fútbol es incalculable y cierra el ciclo de uno de los mejores equipos de la historia. Porque para conducir un vestuario de lujo en una autopista grande se requiere energía. Combustible que Guardiola por hoy, ya no tiene. Para el Barcelona será imposible hacer un borrón y cuenta nueva. No se puede continuar pretendiendo que el pasado con Pep no existe. El pasado será el que los alimente.