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Una decisión valiente

BARCELONA -- La valentía se contagia, confirmado. O cómo mínimo eso ha logrado Pep Guardiola además de alcanzar trece títulos en cuatro años con un equipo bandera del fútbol preciosista. El Barcelona asume la dolorosa marcha de su entrenador convencido de que no hay mejor heredero para su legado que su propia mano derecha, Tito Vilanova. Un preparador sin el carisma de Pep, sin su exitoso pasado como futbolista, sin experiencia en ningún otro banquillo de Primera y sin tantos incondicionales en el entorno como Guardiola. Imprescindible, aún así, para entender los triunfos del de Santpedor al frente del equipo.

Con la elección de Vilanova, el club tomó una decisión valiente y, sobre todo, coherente. Si cuando necesitó un jugador nuevo, antes de mirar afuera miró hacia las inferiores, ¿por qué no hacer lo mismo con el entrenador?

Pep, por su parte, se va "vacío". Sin gasolina para comandar la nave azulgrana otra temporada. En principio, no asumirá la dirección de otro equipo en los próximos meses. Descansará y se dedicará "a otras cosas", dijo.

Deja el banquillo del Barça "orgulloso". "Agradecido" a sus muchachos porque "ellos han hecho realidad millones de jugadas y partidos imaginados por su entrenador". De los títulos, ni habló en su despedida.

Tampoco lo hicieron Rosell ni Zubizarreta. Ni tan siquiera, sus jugadores. Al entrenador más laureado de la historia de la entidad, el presidente, el director técnico y los futbolistas le agradecen haber dejado un sello inconfundible en un equipo campeón.

En un momento en que el fútbol tendía a cierta regresión, Pep demostró que se puede ganar jugando al ataque, siempre en busca del gol. Recuperó la esencia cruyffista del pase, exigió compromiso y formó un equipo de leyenda, que pasará a los anales de este deporte como ante los hicieron el Madrid de Di Stefano, el Brasil de Pelé o la Holanda del propio Cruyff.

Deportivamente, Guardiola deja al Barcelona en manos de Busquets y Pedrito, en Tercera división hace cuatro años, de un Messi excelso cuya explosión desencadenó el entrenador con un cambio de puesto, y de una columna vertebral madura y capaz todavía. Un equipo valiente que deberá de demostrar su profesionalidad frente a un entrenador sin el peso específico, todavía, de su predecesor.

Vilanova hereda un preciado legado. Y a él le tocará ahora lidiar con la renovación de una plantilla que, probablemente, sufrirá la marcha de jugadores importantes.

Socialmente, Guardiola deja un Barcelona con mayor autoestima, con las bases desacomplejadas, un culé más orgulloso y optimista que el de antaño. Un culé también más valiente.