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Mourinho florece

MADRID -- Llegó al Real Madrid con un objetivo claro y definido: derrotar al Barcelona de Pep Guardiola. Dos años después, puede decir que lo ha logrado. Por eso y porque el club se ha amoldado a su exigente figura, Mourinho ha firmado su renovación como entrenador blanco hasta 2016. Una apuesta segura si lo que se pretende es lograr trofeos. Una apuesta arriesgada si se trata de ofrecer espectáculo dentro del campo y discreción fuera de él.

Mourinho no engaña a nadie. Sus métodos son conocidos desde los tiempos del Oporto. Los ha repetido en Inglaterra e Italia. Casi calcados. Crea un grupo fuerte, unido a su alrededor y se enfrenta al entorno. Llámese prensa, rivales y elementos del club que no le convencen. En dos años ha montado auténticos escándalos con colegas de profesión, periodistas e, incluso, con su jefe directo en el club, Jorge Valdano. El argentino sólo aguantó una temporada. Mourinho ganó el pulso y ahora controla casi todas las parcelas del club. Su poder es prácticamente omnímodo: decide fichajes y controla la política de comunicación del club, además de exigir unos servicios médicos a su medida o vigilar la dieta alimenticia durante las concentraciones.

Con todo a su gusto, ha ganado la Liga con unos registros estremecedores. Record de puntos, de goles y de eficacia, con grandes victorias como la conseguida en el Camp Nou. La temporada anterior levantó la Copa del Rey, también ante el Barcelona de Pep Guardiola.

Un Guardiola que ahora dice adiós sometido a una gran presión. Mourinho también ha sido importante en este aspecto. Sus mensajes rumbo a Barcelona han sido una constante en estos años, con declaraciones en las que incluso acusaba al Barcelona de ganar los títulos gracias a la ayuda de los organismos internaciones.

Sea como fuere, Mourinho está logrando sus objetivos en el club blanco. Ha roto la hegemonía del gran rival, ha creado un grupo estable y con hambre, y ha conseguido ser el centro de atención del club más prestigioso del mundo. Tiene hasta 2016 para lograr el gran objetivo en la casa blanca: la décima Copa de Europa. Eso y su comportamiento serán las varas de medir para el día que decida poner rumbo a Inglaterra, su gran pasión.