<
>

El hígado del país

CRACOVIA -- Llegué el lunes a Cracovia, una bonita ciudad de la Polonia que no hospedará ningún partido de la EURO 2012 pero será la "casa" de la selección italiana en el torneo continental que está por iniciar.

Hoy entonces empieza mi diario de viaje y tengo que admitir que, entrando a este país y recorriendo esta ciudad, no tuve muchas dificultades en encontrar cual sería el tema de mi primer blog.

Claramente, desde antes de viajar sabía que no se podía empezar hablando del camino azzurro en esta copa sin dedicarle algunas líneas al momento delicado por el que pasa el Calcio, con el escándalo de las apuestas, que sin lugar a dudas condiciona y condicionará a la Nazionale.

En este marco, en Polonia me di cuenta – nuevamente - de como un país con recursos enormemente inferiores a los de Italia, con algo de buena voluntad y organización, puede garantizar limpieza, servicios y hospitalidad a sus visitadores. Me di cuenta de como los problemas, en Italia, hayan afectado a toda la gente, que está cada vez más nerviosa, enfadada y estresada, a pesar de que casi todos disponen de una vida llena de posibilidades y de comodidades.

Así, la verdad es que, mirando desde acá lejos, no me puede sorprender que en el fútbol italiano pasen ciertas cosas. Al revés, me parece casi inevitable, una lógica consecuencia en un país realmente problemático. Hasta estoy contento de que se viva este escándalo: el hecho es que el Calcio, en todo éste tema, es como un hígado en un cuerpo humano y nos está avisando que hay un problema serio y que el sistema entero está intoxicado.

La evidencia, entre muchas otras cosas, está también en como se dieron los hechos con el jugador de la Azzurra, Criscito: más allá de su inocencia o culpabilidad, entregarle el aviso de estar indagado en la concentración de la Selección fue una movida vergonzosa (en Italia ya es costumbre), que no sirve absolutamente para favorecer a la justicia (posiblemente hasta lo contrario), pero sólo para que ese procurador o aquel jefe de policía pueda hacerse un poco de publicidad.

Llamativamente, la Policia llegó a Coverciano, el predio de la selección italiana en las cercanías de Florencia, a la seis de la mañana, pero el ingreso ya estaba "copado" por todos los medios de comunicación.

Hablando de fútbol, sinceramente estoy algo preocupado. Antes del escándalo le tenía mucha fe a la Nazionale, ahora algo menos. Todo ese tema de que los escándalos les hacen bien a los azzurri no me convence para nada, especialmente considerando que Prandelli quiso construir un conjunto de calidad y no de carácter.

Imposible saber como reaccionarán los 23 representantes del tricolore en esta Eurocopa, así como no se podrá saber si el resultado final, positivo o negativo que sea, dependerá o menos de toda esta historia. Lo único seguro es que, por el momento, Italia se vio condicionada en negativo, como es totalmente comprensible, y que será muy duro encontrar la concentración necesaria y jugar buen fútbol en este momento.

Creo que Prandelli y todo el resto de la Federación se hayan equivocado un poco, porque lo ideal en este momento hubiese sido viajar enseguida en Polonia y terminar aquí la preparación. Además, no hay que olvidarse que en parte se eligió esta ciudad como base (luce ser bastante incómodo estar aquí para la Nazionale) también en homenaje al pasado Papa Juan Pablo II, quizás con la esperanza de su bendición. Otra buena razón para anticipar la salida desde Italia.

Pronosticar la posible performance italiana luce casi imposible. Parece difícil que no pase el primer turno, pero al mismo tiempo deberá cuidarse también en esa primera fase. Potencial táctico y técnico hay para poder llegar muy lejos, pero el vestuario está con mucha tensión y las lesiones de Chiellini y Barzagli empeoraron todo.

Pero no hay que olvidarse que, tal y como el Calcio nos avisó siempre de la intoxicación del sistema, nos dio también ejemplo de la fuerza de los italianos, que a pesar de todas las dificultades casi siempre lograron caminar con la cabeza bien alta.

La esperanza es que, otra vez más, Italia nos de una demostración de su orgullo, que salga a ganar el Europeo y que el escándalo de las apuestas, diferentemente a lo ocurrido con Calciopolis, sirva para cambiar de verdad las cosas, tanto en el fútbol cuanto en el país. Esperando (nunca está de más) que también llegue la bendición de Juan Pablo II...