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El nombre del Maestro

BUENOS AIRES -- No son muchos los torneos que llevan el nombre de un jugador. De hecho, en el PGA Tour sólo queda el de Byron Nelson, y en Europa el Seve Trophy recuerda al genial español. La gente de San Eliseo tuvo hace 7 años la brillante idea de ponerle a su torneo el nombre de Roberto De Vicenzo, en homenaje a un grande de verdad.

Mi primer recuerdo en una cancha de golf lo tengo subido a los hombros de mi padre viendo al "Maestro" jugar la Copa del Mundo de 1970, en la cancha colorada del Jockay Club de San Isidro. A partir de ese momento, cada vez que iba a ver un torneo de profesionales corría para ver cada tiro de Roberto. Tuve la enorme suerte de poder jugar con él varias veces, y una de ellas fue su última vuelta competitiva en el Abierto de la República. Fue un domingo de diciembre de 1988, en Hurlingham, bajo un calor insoportable y con el país sufriendo el levantamiento de un sector del ejército. Luego de tres vueltas me di cuenta de que tenía el mismo score que él, y recuerdo que fui a verlo a Armando Silva para pedirle de jugar con De Vicenzo el día final.

Caminábamos al tee del 16 y el Maestro me dijo que tenía que terminar 3-3-3, algo que me sorprendió ya que no venía peleando el campeonato. Hizo birdie el 16, volvió a hacer birdie el 17 y en el 18 la pelota tocó el hoyo y no se metió. Su bronca fue tremenda y cuando llegamos a entregar las tarjetas le comenté: "66, Roberto, buena vuelta". La respuesta llegó en el acto: "No, pibe; si embocaba la última, igualaba mi edad". Ahí entendí el carácter del personaje y por qué había sido lo grande que fue.

Mi primer viaje representando a Argentina fue a Europa en 1981 y uno de los torneos lo jugamos en St.Nom La Breteche en las afueras de París. Fui a llevar los palos a la casilla y el hombre encargado me preguntó de dónde era, cuando le dije que era de Argentina me hizo pasar atrás y me mostró las fotos de los grandes jugadores que habían jugado allí. Estaban todos, pero la foto más grande y que ocupaba el centro de la pared era la de De Vicenzo. "Roberto siempre venía a visitarme y se quedaba a tomar café conmigo. Un gran golfista, pero un mejor hombre", me dijo en un no muy correcto español. Aquella fue la primera vez, pero después me fui dando cuenta que a cada lugar que iba y decía que venía de Argentina, la pregunta era siempre la misma: "¿Cómo está Roberto?"

En forma milagrosa, nuestro país ha dado enormes deportistas de las más diversas disciplinas y generalmente no se los ha valorado de la manera que se lo han merecido. Me he cansado de escuchar decir que De Vicenzo no hizo nada por el golf argentino, que nunca ayudó a nadie y demás estupideces de envidiosos que nunca pudieron ni parecerse al Maestro. El hombre ganó más de 250 torneos alrededor del mundo, incluidos todos los abiertos de los países europeos. Su tirunfo en Hoylake venciendo a Nicklaus y Player en 1967 será recordado por siempre, lo mismo que aquel domingo fatídico de Augusta en 1969. En todos los lugares que visitó dejó su marca como golfista y como hombre de bien.

Hoy, el nuevo PGA Tour Latinoamericano ha instituido el premio Roberto De Vicenzo para el jugador que gane la Orden de Mérito, y San Eliseo, junto a la gente de NEC, ha decidido que su torneo lleve su nombre. El Presidente de NEC dijo algo en la conferencia de prensa que vale la pena resaltar. "No estamos en el torneo por un interés comercial, sino para rendir un homenaje a ese gran hombre que es De Vicenzo".

El Maestro merece eso y mucho más.