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Tristeza por la salida de Dusko Ivanovic

A Dusko se le terminó el crédito en Baskonia. Pero dejó muchas enseñanzas AP

VITORIA -- Mi tristeza por la salida de Dusko Ivanovic del Baskonia es grande. Lo respeto mucho y es una lástima que se haya tenido que tomar una decisión así. Debe quedar claro que es por los resultados actuales y no debemos olvidar su trayectoria de diez años en el club y lo importante que ha sido. Merece el mayor respeto de todos los que formamos parte.

Para recordar la gran cantidad de momentos vividos con Dusko, voy a contar algunas anécdotas esperando que él no se moleste por compartirlas con ustedes.

La primera que me viene a la cabeza es una situación insólita: nos exigió tapear (es la protección que nos realizamos en los tobillos) en el bus en un viaje hacia un estadio para no perder tiempo.

Sus enojos eran un clásico. Una vez perdimos un partido al mediodía y programó un entrenamiento para la misma tarde. Siempre fue muy exigente y duro, sobre todo cuando era más joven.

Tuvimos varias discusiones en vestuarios, pero siempre se resolvieron hablando. Claro que algunas fueron más fuertes que otras. Después de una derrota en Fuenlabrada, en la que Walter Herrmann me convirtió 33 puntos --a ese partido había ido a verme Rubén Magnano-- intercambiamos opiniones, no nos pusimos de acuerdo y él me echó del vestuario. Yo le dije que no me iba a ir. Él, entonces, les avisó a todos mis compañeros que hasta que yo no me fuera no se iba nadie. Los dos mantuvimos nuestra postura --testarudos ambos-- y así estuvimos una hora adentro del vestuario. Mis compañeros me miraban como pidiéndome por favor que me fuera. Yo no me iba a mover. Finalmente tuvo que ceder él porque si no íbamos a perder el vuelo que nos llevaba de regreso a Vitoria.

Otra que no olvido es cuando en un entrenamiento teníamos que hacer unas pasadas en 33 segundos como máximo y yo llegué con lo justo y Fabricio Oberto tardó más. Dusko ordenó otro ejercicio y yo le pregunté: "¿No corremos más?". Se dio vuelta, me miró y respondió: "Ah, ¿quiere seguir corriendo?" y enseguida me puso a correr en la cancha sin parar. Mientras yo corría, discutíamos. Eso sí, nunca llegamos a insultarnos. Somos dos personas temperamentales y chocábamos mucho. Yo era joven y rebelde. Dusko intentaba enderezarme, dejarme una enseñanza.

Con el paso del tiempo me di cuenta que en la mayoría de las discusiones que tuvimos, Ivanovic tenía razón. Lo importante es que siempre quiso lo mejor para el equipo, era su prioridad. Desde su dureza y su exigencia buscó conseguir logros y hacer más grande al Baskonia.

Ahora se viene una nueva etapa. Se terminaron las excusas. Si había que hacer esto o aquello. Somos los jugadores los que tendremos la responsabilidad y más presión para sacar la situación adelante. Hay que demostrar por qué estamos en este equipo.

Debemos apoyar a Zan Tabak, el nuevo entrenador. Para él será difícil salir de la sombra de Dusko. Ojalá podamos responderle de la mejor manera y consigamos algún título.Tabak no va a hacer milagros. Necesitará trabajar para ir desarrollando sus ideas y formas de juego. El problema es que no hay tiempo y hay que conseguir resultados ya. Yo siento vergüenza por las últimas dos derrotas y la situación que estas generaron.

Es bueno que haya llegado un entrenador joven. Si bien tiene la exigencia de todos los balcánicos, es más abierto y moderno. He jugado en contra de Tabak cuando él estaba en Joventut. Esa es una situación rara. Cabezas y Lampe fueron compañeros suyos...

Recuerdo perfectamente cuando conocí a Zan. Fue en el marco del Juego de las Estrellas de la ACB en 2003, en Alicante. En la organización sabían que a él y a mí nos gustaba la pesca. Entonces organizaron una jornada de pesca a la que nos invitaron a nosotros dos y a Luis Scola. Tabak fue muy respetuoso conmigo y con mi señora.

Es tiempo de comenzar una nueva etapa e intentar cumpolir los objetivos de un club tan grande como el Baskonia. Les mando un saludo a todos y será hasta la próxima.