<
>

2-1: ni seguro de vida, ni condena de muerte

Pablo Aguilar anotó el segundo gol de Xolos ante Toluca en el partido de ida de la final Mexsport

LOS ÁNGELES -- El 2-1 es letra muerta. Ni espanta al Diablo ni tranquiliza al Xoloitzcuintle.

Cierto: acongoja a un Toluca que sabe la complejidad de un Xolos como visitante: feroz en la marca y letal en el contragolpe.

Cierto: acongoja también a Tijuana, porque Toluca, en su Infierno, sin los supuestos pesares y penares de una cancha sintética encontrará más comodidad en ese entretejer sin prisa de su futbol.

Por el eso el 2-1 es letra muerta. No certifica nada, excepto, afortunadamente, que el juego de vuelta obliga a apuestas peligrosas a ambos equipos. Peligrosas para el adversario y peligrosas para su propia salud.

¿Por qué? Porque el riesgo es una misión inapelable para el que quiera ser campeón, especialmente cuando hay incluso la posibilidad de prolongar la batalla a tiempos extras y penales.

La jugada del 2-1 despertó urticaria. Es necesario verla varias veces para establecer si hay o no fuera de lugar. El juez de líneas y Roberto García no gozan de ese privilegio, al margen, sin embargo, de que el trabajo del silbante fue bastante timorato y falto de personalidad.

El Juego de Ida de la Final no escapó a los cánones previstos. Intensidad, marca, presión, pero también espacio para jugadas agradables que no encontraron red, especialmente algunas de las embestidas de los Xolos.

Insisto en algo: no entiendo a dos jugadores que pueden cambiar cada partido.

Sinha se mantiene irritable, colérico, olvidándose, como ya insistimos, en que debe ser el catalizador de emociones del grupo. Es el pararrayos ejemplar en medio de cualquier discordia arbitral o conato de bronca. Su rabia le ofusca y el que pierde es Toluca.

Y el otro es el colombiano Duvier Riascos. Con facultades para ser un goleador de linaje, por momentos se aísla, o por momentos se aletarga, y trunca la última jugada en el área o se precipita.

Queda claro que el Juego de Vuelta de la Final alterará los papeles.

Por ejemplo, Mohamed seguramente no arrancará con el ecuatoriano que no es Neymar, acompañando a Riascos y al Chango Moreno, y sólo una eventual adversidad lo forzará a ese cambio.

En tanto, sería interesante ver a Enrique Meza -que insisto, tiene un plantel corto que ha sabido explotar muy bien-, soltar en su cancha, desde el inicio, al Pájaro Benítez y a Sinha en esa posición fantasmagórica.

Pero queda claro que Meza no lleva prisa. A veces esa audacia o temeridad por especular con el resultado o atreverse a desafiar las circunstancias, no permite adivinar si veremos al Toluca que controló hasta con desdén a Chivas, o al que abuso de confianza y terminó sufriendo ante América.

Como sea, sólo hay una condición de rigor para ambos equipos: se llama riesgo. El que mejor lo calibre, sacará más beneficios.

Por eso, el 2-1 ni es un seguro de vida para Xolos, ni es una condena de muerte para Toluca.