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Márquez tiene un problema

Juan Manuel Márquez tiene una nueva oportunidad de cambiar el rumbo de la historia. Stan Honda/AFP/Getty Images

Cuando se retire del boxeo activo, Juan Manuel Márquez será uno de esos venerados ex campeones que hablará en foros, actuará como comentarista de televisión y por supuesto, ocupará un lugar de honra en el Salón de la Fama. Su trayectoria, su entrega, el carisma, su irreprochable vida fuera del cuadrilátero lo hacen merecedor de todos los reconocimientos. Su carrera es impecable, excepto por una sombra que le quita el sueño a su estadística: Manny Pacquiao.

Hasta hoy, las dos derrotas y el empate sufridos ante el filipino, son un enorme agujero negro en una galaxia de estrellas brillantes. El filipino ha sido un muro imperfecto contra el cual se ha estrellado la deseada trayectoria perfecta del mexicano. Porque no importa si el que mereció ganar en el ring fue finalmente derrotado en las tarjetas de los jueces. La historia es una matemática soberbia y arrogante que no le da valor a esas cosas. Solo importa el que sale con el brazo en alto, el resto se va al citado agujero negro.

Pero no todo está perdido, Juan Manuel Márquez aún tiene una posibilidad de revivir o confirmar que estaba muerto. Una última bala en la recamara para acertarle al eterno enemigo, a su eterno vencedor, aunque todos digan lo contrario. Y ese es su problema: ganar o ganar, antes que se vaya el tren de la historia.

¿Y puede ganar esta cuarta batalla?, es la pregunta que todos nos hacemos. Mi respuesta es sí, puede ganar y convencer a todos de que lo anterior fue fruto de las injusticias que abundan en el boxeo. Márquez, tanto en lo físico como en lo mental, llega a esta instancia mejor preparado que Pacquiao.

El mexicano es uno de los pocos ejemplos en boxeo de que el pasar del tiempo ha servido para mejorar y no para deteriorar. Esta más sólido y más fuerte que nunca. Se ha superado en lo técnico, fortalecido en defensa e incrementado su poder de asimilación. Si a eso le agregamos la motivación de ser el protagonista en la última foto de la historia en común con el filipino, es comprensible suponer que el sábado lo veremos llevarse por delante a su rival y ganar el combate.

Pero hay algo más, este Manny Pacquiao no es el de la primera ni tampoco el de la segunda batalla y tal vez tampoco sea semejante al de la tercera. Este Pacquiao que cayó derrotado ante Timothy Bradley es una sombra de la máquina de destrucción que venció a Barrera, Morales, De la Hoya, Margarito, Cotto o el mismísimo Marquez. Por si fuera poco, ya ni siquiera su esquina es confiable. Su entrenador Freddie Roach en el último tiempo solo acumula derrotas entre sus dirigidos.

La oportunidad parece propicia para que Juan Manuel Márquez rompa de una vez por todas con ese karma filipino que ensombrece su legado. Vencer o vencer es la consigna, no hay otra alternativa. Aunque también deberemos hacernos una pregunta inevitable: ¿Qué ocurre si al igual que en las peleas anteriores, mereciendo o no mereciendo, Manny Pacquiao se lleva la victoria? La respuesta es la que le da título a esta crónica: "entonces Juan Manuel Márquez tendrá un problema", una herida sin remedio con la que deberá convivir para siempre en el salón de los inmortales.