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Tito Vilanova: la batalla se hizo un juego

LOS ÁNGELES -- Ocho millones de personas mueren anualmente en el mundo víctimas de algún tipo de cáncer.

Usted, como yo, como tantos, se ha horrorizado del devastador e impío canibalismo degenerativo de esta enfermedad, cebada sobre algún ser carne de su carne y sangre de su sangre.

Seguramente, Usted, como yo, como tantos, lo ha vivido en carne ajena, pero lo ha sufrido en carne propia. La mezcla del sufrimiento ajeno y propio, diría Sabina, deja "el corazón en los huesos".

Fue conmovedora la marejada en redes sociales cuando nació como rumor y se fue reproduciendo como confirmación, la recaída de Tito Vilanova, técnico del Barcelona, por el cáncer en la parótida, que ya había urgido a una operación y tratamiento hace 13 meses.

Bajo una enfermedad que significa el 13 por ciento de fallecimientos en el mundo, el temor fue encarnado casi de manera histérica hacia la figura de un personaje que desde la banca, en el oficio de los grandes melodramáticos, la de entrenador de futbol, mantiene bajo un estricto control sus emociones, como si la victoria fuera un estilo de vida, y la derrota un café derramado en la camisa nueva una mañana cualquiera.

"Seguir con vida no es una victoria, saber vivirla es en realidad la victoria diaria", explicaba Tito Vilanova hace casi 13 meses cuando su mejor equipo, el de especialistas en cáncer, le alargó el plazo contra la mortalidad para darle plazo de ganarse la inmortalidad en su profesión de técnico de futbol, al registrar estadísticas sin precedentes con el actual Barcelona.

Las redes sociales, especialmente el Twitter, con esos pasaportes multicolores, creativos y afanosos algunos en sus avatares, y otros, tristemente anónimos con el huevito de origen, empezaron a desarrollar desde la labor piadosa e implorante, hasta el detestable y ocioso oficio de los sabihondos de la especulación.

Lo fascinante es la comunión de sensaciones, sentimientos y sentidos. ¿Qué hace diferente a un victorioso sobreviviente del cáncer de los 8 millones que son víctimas anuales?

La iconoclastia genera un fenómeno inmediato de cercanía, de compasión, de socorro y de agradecimiento.

Tito Vilanova es el jefe de una Tribu que cada fin de semana confronta batallas identificables plenamente para catarsis de millones en el anonimato.

No es, para la mayoría, ni carne de su carne ni sangre de su sangre. Es un ser humano que sufre y que vence en un escenario dantesco, a un rival cruelmente formidable, y por el que 8 millones son vencidos cada año en el mundo.

Y en esa dimensión, es cuando Tito Vilanova se restablece como el superhéroe para muchos de quienes clínicamente y cínicamente lo necesitan cada fin de semana, cuando, hasta antes de hacerse cargo del Barcelona, lo veían escépticos, pesimistas, y estrictamente bajo la aparatosa y victimaria anécdota de cuando Mourinho quiso dañarle un ojo hundiéndole el índice derecho con la rabia acumulada de la humillación más allá de la derrota.

Tito hoy manda un mensaje generosamente múltiple: su vida es un juego, porque su vida estuvo en juego... y ganó.

La magnífica batalla, Vilanova no la libra a campo abierto sino cuerpo adentro.

La magnífica batalla no la libra en la ánfora pública y transparente de los estadios, sino en el oscuro, íntimo, silencioso y oculto santuario de su cuerpo.

Curioso: en la cancha maneja y manipula los temperamentos de 11 genios y las pasiones de millones de aficionados. Sin embargo, ante la rebeldía fantasmagórica del cáncer, Tito Vilanova sabe que está solo, a solas y en la soledad de sus suspensos.

Por eso hago énfasis en la universalidad de las reacciones: es un simple ser humano pero que aprendió a satisfacer las complejas urgencias de otros seres humanos. Y estos no lo olvidan.