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Mi boleta de Cooperstown

Bonds y Clemens están incluidos por primera vez en la hoja de votación del Salón de la Fama US Presswire

ORLANDO -- El miércoles a las 2 pm ET serán anunciados los resultados de la votación de este año para el Salón de la Fama de Cooperstown, un honor reservado para la "créme de la créme" de los jugadores que han pasado por las Grandes Ligas del béisbol norteamericano.

Desde que fue creado en 1936 -- con la ceremonia inaugural tres años más tarde -- apenas 208 "grandesligas" (el 1% de los jugadores de todos los tiempos) han sido electos a Cooperstown. El porcentaje indica claramente lo difícil que es para un ser humano obtener el derecho de colocar las siglas "HOF" (Hall Of Fame) inmediatamente después de su nombre.

La Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA, por sus siglas en inglés) tiene la mayor responsabilidad de determinar quién es un "Salón de la Fama" y quién no. El privilegio de semejante poder está reservado a los escritores con 10 o más años de membresía en la BBWAA y que por lo tanto poseen "Gold Card" (Tarjeta Dorada).

Las reglas son simples: Los jugadores con al menos 10 temporadas en Grandes Ligas entran a la boleta de Cooperstown cinco años después de retirarse y necesitan un 75% de aprobación para ser electos y al menos un 5% para permanecer en la boleta hasta un máximo de 15 años.

De no ser electos por los escritores, los jugadores posteriormente son considerados por el Comité de Veteranos, una logia formada por tres sub-comités que actualmente elige candidatos de tres épocas diferentes.

Por siete décadas el asunto fue fácil. Pan comido. Salvo algunas raras excepciones, cada diciembre los escritores recibían una boleta con muchos nombres, marcaban tres, dos o ninguno -- en realidad pueden votar hasta por 10 al mismo tiempo -- y luego esperaban los resultados. No había traumas existenciales, conflictos morales o batallas filosóficas sobre el bien y el mal, de ético o moralidad.

Debido a la excepcional singularidad de la boleta del 2013, que incluye por primera vez los nombres de Barry Bonds, Roger Clemens y Sammy Sosa, entre otros excepcionales peloteros, una gran cantidad de escritores no solamente ha entrado en conflictos emocionales sobre si votar o no por los primeros tres, sino que incluso algunos han cuestionado la falta de un reglamento que establezca claramente quien merece o no ser electo y algunos hasta han renunciado públicamente al honor de votar.

De repente, lo que era el sueño de la absoluta mayoría de escritores de béisbol se ha convertido en una pesada cruz, para algunos, sin que se vislumbre en el panorama un Simón de Cirene para ayudar a cargarla. Elegir a Cooperstown pasó de privilegio celestial a carga pesada para una buena porción del jurado, compuesto por un poco más de 600 miembros en esta ocasión.

Entiendo a los colegas que se encuentran en semejante encrucijada y casi puedo simpatizar con sus notas apocalípticas en donde señalan las razones por las que nunca votarían por Bonds, Clemens, Sosa y cualquier otro pelotero sospechoso de haber usado algún tipo de sustancias para mejorar el rendimiento y de cómo prefieren votar por tipos como Jack Morris, a quien le han dicho por 13 años que no es merecedor de ser electo, o devolver sus boletas en blanco.

Pero si yo hubiera tenido un voto para la clase del 2013 de Cooperstown -- en estos momentos aún me faltan cinco años para que me permitan el sacrilegio de ensuciar una de esas boletas -- les aseguro que no me habría asaltado ningún conflicto interno para votar por Bonds, Clemens, Sosa y otros siete de los que están disponibles. Recuerden que los votantes pueden marcar hasta un máximo de 10 jugadores que consideren lo suficientemente buenos como para entrar al Salón de la Fama.

De donde yo vengo no se renuncia a honores ni se rechazan grandes responsabilidades. El gran Felipe Alou me dijo una vez: "Rojita, los pobres no renunciamos. Tienen que botarnos. Recuerde eso siempre". No solamente lo recuerdo, sino que lo asumí como bandera.

Ya establecido que no habría mandado mi boleta en blanco y que habría votado por el máximo permitido, usando como única base el desempeño en el terreno, explico las razones por las que votaría por Bonds, Clemens y Sosa. Lo primero es que ninguno de esos tres violó ninguna regla mientras jugaba en Grandes Ligas, ni confesó posteriormente que había intentado sacar ventaja del resto de sus colegas ni existe ninguna providencia en su contra que les impida ser electos.

Tampoco me creo por completo ese supuesto rol de vigilantes de la moral que enarbolan algunos colegas para justificar su aversión a ciertos jugadores. Todo el mundo sabe que Bonds y Clemens, por citar dos ejemplos, no eran exactamente dos monaguillos con la prensa y está bastante documentado que en ocasiones los periodistas castigaron con su voto de Cooperstown a peloteros por la forma en que trataron a los medios cuando estaban activos.

No fue por esteroides ni falta de números en el terreno que ni Babe Ruth, Ty Cobb, Hank Aaron, Willie Mays ni nadie en la historia ha recibido un 100% de aprobación en las votaciones de Cooperstown. ¿Se imaginan eso? ¡11 periodistas no votaron por Ruth cuando llegó a la boleta, 21 no lo hicieron por Mays y 64 no lo hicieron por el legendario Bob Gibson!

El venezolano Luis Aparicio, el dominicano Juan Marichal y el puertorriqueño Roberto Alomar fallaron en ser electos en sus primeras oportunidades en la boleta y cuando el Salón de la Fama puso a Roberto Clemente en la papeleta de 1973, ¡un asombroso total de 31 insólitos escritores decidieron que no era material para Cooperstown!

Eso debería bastar para entender que el problema de los votantes de Cooperstown no es exactamente contra los sospechosos de usar sustancias. Si 21 especialistas decidieron que Mays no merecía entrar al Salón de la Fama, entonces no me sorprenderá que 210 o hasta 400 dejen de votar por Bonds, Clemens, Sosa o cualquier otro jugador.

Pero incluso si aceptara como bueno y válido el papel de guardianes de la moralidad universal que quieren atribuirse ciertos escritores, tendría que criticar el doble rasero que utilizan en sus juicios.

¿Por qué es tan fácil llegar a la conclusión de que es evidente que Bonds, Clemens o Sosa usaron las sustancias que estaban disponibles para todo el mundo, pero al mismo tiempo nadie se atreve a cuestionar, por ejemplo, la racha de 2,632 juegos de Cal Ripken Jr. pese a que la consiguió en la misma época?

No hay ninguna evidencia de que Ripken se haya dopado, pero tomando en cuenta que existe una licencia para especular sobre cualquiera que haya realizado hazañas espectaculares entre las décadas de los 80´s y los 90´s, entonces lo más lógico sería incluir en la ecuación a un pelotero que jugó 17 años sin descansar. Es injusto asociar el nombre de Ripken al tema, pero es más o menos lo que quiso decir el colega Skip Bayless cuando en agosto pasado sugirió que los periodistas al menos deberíamos preguntarnos como Derek Jeter había rejuvenecido a los 38 años de edad.

Repito, no estoy diciendo que Ripken usó sustancias, pero si asumimos como válido el derecho a sospechar que alguien pudo beneficiarse de "ayuda" para pegar 66 o 73 jonrones, entonces también debería serlo el cuestionarse si en una era de fármacos permitidos, éstos tuvieron alguna incidencia en que un pelotero jugara casi dos décadas sin sentarse una noche.

Okey, Ripken no apareció en el Reporte Mitchell ni fue enjuiciado por perjurio como Bonds y Clemens, pero tampoco Sosa e igualmente será castigado (de acuerdo a los avisos enviados por algunos escritores en los últimos meses). Tampoco fue enjuiciado o citado en algún reporte el ex inicialista Jeff Bagwell, un verdadero caballo de su era, y aún así fue ignorado en los dos años anteriores sin razones aparentes, excepto porque algunos "sospechan" que pudo haber usado algún tipo de ayuda para pegar 449 jonrones y poner un OBP de .408 en sus 15 años con los Astros de Houston.

Pero no quiero convertir esto en una batalla de sospechosos favoritos, tampoco pelear con colegas. Si tomamos al pie de la letra las presunciones de Ken Caminiti (fallecido) y José Canseco, quienes aseguraron que entre el 50% y 80% de los peloteros usaba esteroides antes de que se estableciera un programa de prevención, la supuesta ventaja se reduce sustancialmente.

Por otro lado, no se ha demostrado científicamente que las sustancias puedan convertir peloteros malos en buenos ni buenos en mega estrellas. Ejemplos: Ozzie Canseco, Alex Sánchez, Bobby Estalella, Marvin Benard, Gary Bennett, etc.

Por supuesto que una cosa es darle el beneficio de la duda a peloteros que nunca dieron positivo o fueron sancionados y otra es justificar a violadores del programa ya establecido, como son los casos de Rafael Palmeiro y Manny Ramírez. Mark McGwire, quien confesó hace un par de años, es un caso que revisaría para posteriores votaciones. El año pasado o el próximo habría votado por Edgar Martínez, pero la entrada de tantos jugadores con méritos en el 2013 y la limitación de 10 plazas me obligaron a tomar una decisión.

Después de ese breve paseo por la cosa tratada, estos serían los jugadores que marcaría en la boleta si yo tuviera derecho a votar a Cooperstown este año:

MI BOLETA COOPERSTOWN 2013

Barry Bonds: Líder de jonrones de todos los tiempos, 7 Premios JMV
Roger Clemens: 354 victorias, 4,672 ponches, 7 Premios Cy Young, 1 JMV
Sammy Sosa: 609 jonrones, 3 años de 60 jonrones, 234 robos, 1 Premio JMV
Craig Biggio: 3,060 hits, 291 jonrones, 414 robos, 4 Guantes de Oro
Mike Piazza: .308, 427 jonrones, Novato Año, 12 Juegos Estrellas, 10 Bates Plata
Curt Schilling: 216 victorias, 3,116 ponches, 3 2dos lugares Cy Young, 2 anillos
Jack Morris: 254 victorias, 3,824 innings, 175 juegos completos, 3 Coronas
Lee Smith: 478 salvamentos, 3 Premios Rolaids, 7 Juegos Estrellas
Jeff Bagwell: .297, 448 jonrones, 2 30-30, Novato Año, 1 Premio JMV
Tim Raines: .294, 808 robos, 1,571 anotadas, 6 veces 70+ robos