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De héroes a tramposos...

Bonds conectó 762 HR en su carrera; récord histórico de la MLB Getty

Bonds, Clemens, Sosa y McGwire lejos del Salón de la Fama. Lance Armstrong condenado por la opinión pública. Hoy, está más claro que nunca: el aficionado al deporte en Estados Unidos quiere certeza de lo que ve, de lo que aplaude, de lo que venera. No quiere más mentiras y no quiere disfrutar de los poderosos atletas que corren por el campo estableciendo marcas con dejo de sospecha sobre lo que han ingerido para lograr ese estado físico y ese nivel deportivo.

LOS ANGELES -- Barry Bonds se ponchó y Lance Armstrong se quedó a un lado de la carretera.

Un drástico cambio en la forma de pensar, de juzgar y de entender al deporte en Estados Unidos está provocando al mismo tiempo una transformación "moral" en el aficionado, que en apariencia ha dejado de venerar ciegamente a sus ídolos deportivos en busca de la verdad, en busca de creer realmente en los triunfos y en las hazañas de sus héroes. Tal parece que el aficionado a los deportes en Estados Unidos quiere veracidad, certeza y sobre todo limpieza en sus deportes y deportistas, algo que era común ya en los últimos años en Europa pero que no había permeado a los aficionados norteamericanos.

El hombre con más jonrones en la historia del beisbol está lejos del Salón de la Fama. Lo mismo Mark McGwire, Roger Clemens y Sammy Sosa, otros famosos exponentes de la "era de los esteroides" en el beisbol. Y el hombre con más títulos en la historia del Tour de Francia, Lance Armstrong, una figura que además combina la leyenda deportiva con el pasaje mítico de haber superado el cáncer, ha sido expuesto en los últimos meses al máximo tribunal que puede enfrentar un atleta: el del escrutinio público, el de la opinión de la gente en la calle que parece condenar sus actos y reclamarle el engaño.

En su momento, el beisbol aprovechó y utilizó la "era de los esteroides" para tratar de ganar adeptos en atención, entradas a los estadios, ventas, niveles de audiencia televisiva y también en distancia con respecto a otros deportes. Hoy, Bonds, Clemens, Sosa y McGwire son enemigos del beisbol cuando en su momento no violaron ningún reglamento. El beisbol tuvo que transformar y endurecer su política antidoping por el cambio de mentalidad de los aficionados que se sintieron engañados y hasta traicionados mientras los records, de cualquier tipo o dimensión, seguían cayendo.

El tema de Armstrong va, me parece, por el mismo sendero. Armstrong era una imagen misma del deporte de los Estados Unidos y un ejemplo para millones en el país y en el mundo que luchan contra la terrible enfermedad que es el cáncer. Armstrong llegó a los niveles máximos de comparación con personajes como Michael Jordan, Muhammad Ali y Jerry Rice. Hoy, se ha desplomado, ha caído a un barranco perseguido por autoridades norteamericanas (La Agencia Antidopaje de los Estados Unidos) y alentado por la opinión pública que, si bien, en su momento, tenía dudas, hoy se ha quedado perpleja ante la mentira perfecta que el ciclista logró establecer a su alrededor.

De héroes a tramposos. Alguna vez ocurrió en Francia, donde las autoridades, tanto deportivas como civiles, presionadas por la opinión pública, persiguieron a los ciclistas hasta llevarlos a la prisión. La diferencia es que en Estados Unidos las Ligas permitieron y aún alientan el uso de sustancias prohibidas. No me diga que lo que vemos cada fin de semana en el futbol americano (la NFL), el deporte con mayores adeptos en el país, es parte de una situación completamente limpia y alejada de sospechas.

Hoy, está más claro que nunca: el aficionado al deporte en Estados Unidos quiere certeza de lo que ve, de lo que aplaude, de lo que venera. No quiere más mentiras y no quiere disfrutar de los poderosos atletas que corren por el campo estableciendo marcas con dejo de sospecha sobre lo que han ingerido para lograr ese estado físico y ese nivel deportivo.