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La unión debe pelear por sacar a los tramposos

En cierto modo, Melky Cabrera ha estado robando dinero de sus compañeros de la unión. Dale Zanine/US Presswire

Rick Reed se convirtió en parte importante de la rotación de los Mets de NY en 1997, al lograr efectividad de 2.89 en sus 33 apariciones. Pero no logró el apoyo total de sus compañeros ese año, ya que en la primeravera de 1995, fue jugador reemplazo durante la huelga de jugadores -- un traidor, ante los ojos de la asociación de peloteros.

Yo cubría a los Mets ese año y recuerdo ver a Reed sentado en las afueras del camerino echándole un vistazo a un periódico mientras se llevaba a cabo una reunión de la unión adentro. Los compañeros eran corteses con él, y a algunos les caía bien -- pero él no era bienvenido por la union ya que era percibido como una amenaza a la unidad entre los jugadores por sus acciones.

La Asociación de Jugadores de Grandes Ligas sigue enfrentando una amenaza mucho más grande en estos días de parte de algunos de sus miembros -- y queda por ver si la unión le dará el mismo trato duro a aquellos que se lo merezcan. Los jugadores deben decidir si ellos tienen que dar un necesario paso adelante.

La unión ha evolucionado en su postura sobre las sustancias para mejorar el rendimiento en los últimos 15 años, sacando su cabeza colectiva de entre la arena y aceptando finalmente ignorar el anticuado consejo de Don Fehr y Gene Orza y aceptar las pruebas anti dopaje, para proteger los intereses de los jugadores limpios y a aquellos que las usaron solo porque sentían que tenían que mantenerse a la par con los tramposos.

La primera ronda de pruebas entró en efecto en el 2003, y algunos de los jugadores limpios en la unión -- los podemos tildar como la mayoría silente -- estaban tan inflexibles sobre la necesidad de las pruebas que algunos se negaron a dar su muestra de orina, por lo que serían marcados como prueba positiva y eso activaría las pruebas automáticas para el 2004. Hubo hasta malas palabras sobre esto en el campo de entrenamiento primaveral de los Medias Blancas, como se menciona en este reporte de esa primavera.

Para el 2006, la union había aceptado pruebas más rigurosas, y castigos más severos, para desalentar que más peloteros pensaran en utilizar las sustancias prohibidas.

Pero en los últimos años, se ha vuelto más que evidente que para algunos, el incentivo de utilizarlos supera por mucho el riesgo de ser castigado.

Consideren el caso de Melky Cabrera, quien llegó a las Grandes Ligas con los Yankees de Nueva York y era evaluados por ellos como un jardinero extra a largo plazo. Luego de ser cambiado, era cuarto jardinero con los Bravos de Atlanta en 2010 -- y un jugador por debajo del promedio en dicha posición. Tuvo promedio de .255, con OPS de .671, que lo ubicó en el puesto 134 entre los 149 peloteros calificados ese año. En vez de pagarle un sueldo de aproximadamente $5 millones para el 2011, los Bravos simplemente decidieron dejar lo libre. A los 26 años, Cabrera no tenía empleo en las Grandes Ligas.

Pero de alguna manera -- ¡presto! -- Cabrera se convirtió en uno de los mejores jardineros en el béisbol. Conectó 201 hits para los Reales de Kansas City, con 67 extrabases entre ellos. Gracias a que Cabrera estaba a un año de la agencia libre y gracias a que Kansas City no estaba seguro de que él fuese, en ese punto -- ¿una casualidad? ¿un milagro? -- los Reales lo cambiaron por Jonathan Sánchez.

Cabrera era una estrella, insertándose en las discusiones sobre el posible ganador del JMV de la Liga Nacional; había ganado el JMV del Juego de Estrellas. Bateaba .346 y se acercaba a un gran contrato -- se pensaba que obtendría más que los $75 millones que logró B.J. Upton -- cuando fue castigado por uso de sustancias para mejorar el rendimiento a finales de agosto.

A pesar que Cabrera no consiguió el acuerdo de $90 millones que hubiese logrado de no haber sido por su suspension, sí logró un contrato de dos años y $18 millones con los Azulejos de Toronto. Lo que significa que si contamos los aproximadamente $2 millones que dejó de ganar por su suspensión del 2012, Cabrera habría ganado algo cercano a los $23 millones por su juego en el periodo 2011-2014.

Veintitres millones de dólares. Oh, claro, es posible que hubiese conseguido más dinero de o haber sido suspendido, pero... Veintitres millones de dólares.

Podemos especular de forma razonable que Cabrera comenzó a utilizar las sustancias más o menos para el 2011, dado su súbito aumento en rendimiento, y dado su historial establecido de drogas para mejorar el rendimiento.

Cabrera escogió romper las reglas que fueron establecidas por una unión que estaba preocupada por mantener un nivel de juego igual para todos sus miembros. Cabrera eligió ir en contra de esas reglas, y hacer trampa en la competencia contra otros miembros de la unión.

Este es el impacto práctico de esta decisión: Él está recibiendo dinero que le pertenece legítimamente a alguien más. Alguien más debió haber recibido esos turnos al bate con los Reales y los Gigantes; es como si él hubiese entrado a la casa de alguien y se llevase una pila de dinero de la caja fuerte. Los lanzadores a los que le bateó hits se vieron disminuídos por su actuación, que era impulsada por al menos un tipo de sustancia prohibida.

Los Gigantes rechazaron a Cabrera luego de su suspensión; estaban ofendidos por sus actuaciones, y por la manera en que se salió con la suya antes de hablar con todo el equipo. Pero por alguna razón, la union nunca ha tratado a los usuarios de esteroides con el mismo tipo de actitud con la que trataron a jugadores de reemplazo como Rick Reed -- a pesar que los usuarios de esteroides son una amenaza mucho mayor.

Bajo las reglas actuales, Cabrera sigue teniendo mucho espacio para hacer trampa. Fue suspendido por 50 partidos por su ofensa el verano pasado, y si diese positivo de nuevo este año o el siguiente, recibiría una suspensión de 100 juegos. Pero piensen en esto: Incluso si es atrapado una segunda vez, todavía se ganaría unos $12 millones del total de $18 millones en su contrato. Doce millones de dólares.

La actitud de los jugadores hacia el asunto de los esteroides ha cambiado mucho desde los días de Fehr y Orza, y bajo el actual liderato de Michael Weiner, quizás ellos tienen más influencia práctica que la que tuvieron desde los primeros días de Marvin Miller. Los líderes actuals de la unión como Craig Breslow, Daniel Bard y Chris Capuano y otros pueden lograr un cambio.

Los jugadores necesitan pensar sobre el legado de su generación, y considerar las sombras que gravitan sobre las generaciones que les precedieron, en los años 80 y 90. Estrellas como Barry Bonds y Mark McGwire y Jeff Bagwell ha sido desacreditadas, justa o injustamente, y los logros de todos los jugadores -- ya sea por su acción, o por su inacción -- han quedado en entredicho. La historia muestra que una respuesta pasiva de los jugadores en este asunto lastima a todos en la unión.

Basado en mis conversaciones con jugadores, agentes y oficiales de béisbol, apuesto que si ellos fuesen a encuestar a los jugadores de forma privada, la mayoría estaría de acuerdo con hacer más duros los castigos, y reducir grandemente el incentivo para los tramposos. Casi seguramente la union no estará de acuerdo con un castigo que pueda incluir la posibilidad de anular contratos para los jugadores suspendidos, por la preocupación de un caso ocasional de un falso positivo.

Pero la unión puede, en buena conciencia, reducir una de las tarjetas de salir gratis de la cárcel de los jugadores. Debería considerar cambiar las reglas para incluir solo dos strikes: Una suspensión de un año por una primera prueba positiva, y una suspensión de por vida para un segundo positivo.

Un agente notó el marte que los jugadores tienen en su instinto el proteger a otros jugadores. Ellos generalmente se ven a si mismos como una fraternidad, y no tienden a aislar a sus hermanos.

Pero sería apropiado para ellos el tratar a los usuarios de esteroides con el mismo desdén con el que trataban a los jugadores reemplazo. Ellos están quitándoles el trabano a otros jugadores; están robando dinero.

Y si alguna vez la unión deja de ser tan devota de la idea de pelear por un campo neutral de batalla, en el mejor interés de los jugadores limpios, bueno, entonces deberían abrir el campo por completo y dejar que todo el mundo utilice tantos esteroides como crean conveniente. Porque ahora mismo, los jugadores tienen incentivos para utilizar al máximo las debilidades del programa anti dopaje -- y se ganan millones de dólares, a costa de sus hermanos, al hacerlo.