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Una derrota no va a amilanar a Drew Storen

VIERA, Florida -- Trotó hacia el montículo en octubre pasado con la esperanza de vivir el sueño más dulce de cualquier taponero. Caminó fuera de ese montículo 33 lanzamientos más tarde, consciente de que apenas había experimentado la pesadilla más temida por cada cerrador.

Bienvenido al mundo de Drew Storen. Eufórico en sus mejores días. Cámara de tortura en sus peores momentos. No todo el mundo está hecho para eso. Pero si sólo los fuertes sobreviven, cuenta con Drew Storen para la competencia del hombre más fuerte del mundo.

En la noche fatídica del 12 de octubre, en un palpitante Juego 5 de la Serie Divisional de la Liga Nacional, estaba a un strike de clavar el último out de un epopéyico partido de béisbol de octubre en el que ganador se llevaba todo. Estuvo a un strike dos veces, de hecho.

Pero nunca obtuvo ese strike. Nunca lo logró. Los Nacionales de Washington nunca llegaron a celebrar que ganaron la serie de postemporada por primera vez en su historia. Y fueron los Cardenales de San Luis quienes se dirigieron a San Francisco. Y fueron los Nacionales quienes atravesaron un largo invierno de béisbol preguntándose qué acababa de suceder. Y cómo.

La conmoción, el dolor, las sacudidas por el recuerdo de noches esa no se desvanecen con facilidad, no importa quién seas, no importa cuánta fuerza pienses que has almacenado en tu interior. Sin embargo, pueden permanecer por mucho tiempo, mientras más trates de correr de ellas. Así Drew Storen no corrió. Drew Storen no se escondió.

En cambio, pensó en las palabras profundas dichas alguna vez por su amigo, Brad Lidge, sobre lo que se necesita para hacer frente a momentos como este:
Si le haces frente a los problemas, los problemas se disipan.

Por lo tanto, les hizo frente. En los momentos después del partido, con las cámaras y los micrófonos ante su rostro. Y, más importante aún, en cada momento desde entonces.

Hace mucho tiempo aprendió que esta línea de trabajo es como un día en Walt Disney World cuando el marcador se llena con ceros y un desfile de saludos se dirige en tu dirección. Sin embargo, "la verdadera prueba es cuando las cosas no van bien", dijo un hombre a quien los Nacionales seleccionaron en el sorteo del 2009 porque lo tenían previsto para el montículo en momentos como éste. "Ahí es cuando te pruebas. Ahí es cuando aprendes más acerca de ti mismo".

Así las cosas, Storen tenía dos opciones. Podría tratar de fingir que esa fatídica noche nunca había ocurrido. O podría poseerla, aceptarla, vivir con ella, aprender de ella.

No dudes en preguntarte a ti mismo: ¿Qué camino habrías recorrido si esto te hubiera sucedido a ti?

Ahora, así es como lo vio Drew Storen:

"Tienes que aprender de ello, de un modo u otro," se descubrió diciendo en una relajada tarde de entrenamiento de primavera, mientras un sol ligero iluminaba un estadio de béisbol por lo demás vacío. "O te mejoras después de eso o te empeoras. Pero para mí, si lo ignoraba y actuaba como si no hubiera pasado, me iba a poner peor".

Y así, una mañana, un par de semanas después de aquel último lanzamiento, se despertó con el sonido de una voz en su cerebro, una voz que le decía: "Ya es hora"

Es hora de encender la vieja computadora portátil. Es hora de volver a vivir una jornada que comenzó bien y resultó todo mal. Tiempo para ver la novena entrada del Juego 5, de principio a fin. Tiempo de mejorar, no de empeorar.

Entonces se sentó y observó como Carlos Beltrán encendía un envío de 95 millas por hora hacia la rendija en los jardines para un doble de apertura… Como Yadier Molina dejó pasar un slider en 2-2 a la altura de las rodillas y obtuvo una base por bolas con dos outs... Como David Freese encontró el coraje para esperar un slider en 1-2 en la zona oscura, en camino a otra base por bolas con dos outs... Como Daniel Descalso pegó el hit del empate contra el guante de Ian Desmond... Como Pete Kozma le conectó el lanzamiento 28 de la entrada hacia el jardín derecho, para un hit ganador de dos carreras.

Sólo una vez anteriormente, en cualquier juego de postemporada en los que el ganador se lo lleva todo, había tenido un lanzador la ventaja de dos carreras en sus manos en el noveno inning para perderla. La otra vez fue hace 20 largos años.

Piratas vs. Bravos, Serie de Campeonato de 1992. Stan Belinda tratando de llevar a los Piratas a la Serie Mundial. Francisco Cabrera en el papel de Pete Kozma. Sid Bream haciendo ruido alrededor para anotar.

Pero por lo menos esa fue una prueba de que este tipo de cosas sucede. Y ahora le está pasando a él en el reproductor de vídeo en su propia computadora. Sin embargo, Drew Storen no tenía miedo de hacer clic en ese botón de PLAY.

Lo hace en toda la temporada, repitiendo tanto los momentos buenos y malos. Así que sabía que tenía que hacerlo aquí. Así, dijo, "es como yo lo proceso". Observándolos, casi como lo haríamos tú o yo. En la pantalla de vídeo. Asumiendo como se siente todo "desde una perspectiva exterior al cuerpo". Una muy necesaria perspectiva fuera del cuerpo.

"La perspectiva que se tiene allí, cuando estás en el montículo, es completamente diferente", dijo. "Pero cuando lo ves (el video), con toda la adrenalina disipada... es fascinante, porque así es como eres capaz de ver el otro lado. Es casi como tener un debate con alguien y escuchar el otro punto de vista. Te da una visión diferente de las cosas, como de ver el otro lado y decir: 'Esta es otra manera de verlo'".

Luego, una vez que había terminado de verlo, ¿sabes lo que hizo? Hizo algo que muy pocos de nosotros tienen la fortaleza para hacer: La miró de nuevo. "Varias veces". Durante varios días. Con el sonido silenciado, porque "Quería que la voz en mi cabeza fuera la mía".

Y después que la había visto por última vez, aquella voz le dijo que iba a estar bien. El hecho de que "no se puso bonito." El hecho de "no hacer cosas que normalmente no hacía". Que, en su mayoría, "tiró buenos lanzamientos, e hice lo que quería hacer, y me dieron una paliza". Y eso puede suceder, especialmente cuando le estás lanzando a los campeones defensores de la Serie Mundial.

Pero eso no aliviaba el dolor de decepcionar a tantos amigos y compañeros que habían vaciado sus tanques para llegar a ese momento en el tiempo. Nada alivia ese dolor. ¿Cómo podría?

"Esa fue la parte más difícil para mí", dijo, "el hecho de saber cuánto trabajo habían invertido todos los demás en eso. Como he dicho anteriormente, asumo la responsabilidad completa por ello. Yo estaba por allí lanzando por esos hombres. Y si simplemente yo hubiera salido allá afuera y hubiera hecho lo que tenía que hacer, no estuviéramos teniendo esta conversación".

Nadie consigue atravesar estas pruebas solo, por supuesto. Así que Storen nunca olvidará las palabras de su compadre de bullpen, Mike González, quien le dijo esa noche: "No dejes que esto te cambie. No dejes que esto te defina".

Tampoco se olviden las palabras del oráculo del banco Mark DeRosa, quien dijo: "No te preocupes. Vas a estar en esa situación de nuevo algún día. Y la próxima vez, tendrás éxito".

Esas palabras quedaron grabadas en su cabeza durante todo el invierno. Y se las llevó con él cuando abrió las puertas del Space Coast Stadium por primera vez esta primavera.

"No puedo volver atrás y cambiar lo que pasó", dijo Storen. "Lo único que puede cambiar es lo que voy a hacer este año. Estoy emocionado de ver el grupo que tenemos en este club. Y no puedo esperar por ser puesto en esa situación de nuevo. Yo mataría por estar en esa situación otra vez".

Hay una ligera complicación en ese escenario, sin embargo. Los Nacionales acaban de salir y firmar a Rafael Soriano como su cerrador. Así que si le están entregando la pelota a Storen en este mes de octubre, es más probable que sea en la octava entrada, no en la novena.
Pero eso está bien, también, dijo.

"¿Sabes qué? No cambia nada ", dijo. "Una de las cosas que he aprendido de toda la situación en los playoffs es que, independientemente de lo que suceda fuera de mí, de las cosas que no puedo controlar, mi trabajo no cambia. No cambia mi trabajo si estoy lanzando en una entrada diferente. Todavía tengo que sacar out a esos jugadores. Todavía tengo que lanzar el envío correcto en el lugar correcto... Y un anillo significa más que cualquier cosa.

"La única manera de mejorar", dijo, "es centrarse en conseguir sacar out al muchacho que te estás enfrentando. Y comienza con el primer bateador en los entrenamientos de primavera".

Así que esto es todo, el comienzo del siguiente capítulo. Y Drew Storen no puede esperar por escribirlo.

"Tengo que seguirlo escribiendo, ¿no?", Se rió. "No quiero que el libro termine en eso".

Así que está aprovechando la experiencia poderosa que acaba de vivir enfocando esta primavera de la forma en que acaba de abordar el invierno que recién ha pasado: Asegurando hacer algo cada día para mejorarse a sí mismo.

"Todos los días encuentras una bifurcación en el camino", dijo. "Ese es la manera en que tienes que verlo, sobre todo en este juego".

Algunos hombres son seducidos por el glamor y las ventajas de la vida en las Grandes Ligas. Pero aquellos que lo dan por sentado, terminan devorados. Los que obtienen lo que realmente importa son en esencia son los que sobreviven.

Así que una cosa que le ha recordado a Drew Storen toda esa situación es que "tienes que aprender a amar la rutina, aprender a amar a la competencia", dijo. "No el estilo de vida. No ninguna de las cosas que vienen con él.

"Para mí, lo que ocurre entre las líneas es lo que me gusta", dijo. "Eso es parte de lo que aprendí, la verdad. Te pone a prueba, ¿no? Te sientas y dices: "Lo que más me gusta no me salió en mi camino".

Puede ser difícil de recordar en momentos como éste cuántas cosas han venido en su camino en su joven carrera. Así que vamos a ayudarle a recordar -- y usted también.

En los últimos dos años, Storen les ha permitido a los bateadores opositores compilar apenas .570 de OPS. Ese registro ocupa el cuarto lugar entre los relevistas con al menos 40 salvamentos y 100 innings lanzados, sólo por detrás de Craig Kimbrel, Fernando Rodney y Jason Motte.

Dentro de ese grupo ocupa el quinto lugar en WHIP (1.013) y promedio de bateo (.206). Seguro que has oído hablar de todos los nombres por delante de él -- y de muchos de los nombres que lo siguen.

Así que ha habido muchísimas noches que no terminaron de la forma en que terminó esa noche en octubre. Pero Drew Storen ha aprendido a no quedar atrapados en esas noches, tampoco.

La vida es un acto de balance, sobre todo cuando se vive la vida en la parte final de un bullpen. Así que lo que tenemos aquí es un hombre de 25 años de edad quien está determinado, más que nunca, a mantener el equilibrio.

"No quiero que la gente se sienta mal por mí", dijo. "Yo sabía en lo que me estaba metiendo. Y por eso me encanta. Creo que todo vuelve al punto de que, me encanta hacer lo que hago, así que no sientan pena por mí si las cosas no salen a mi manera. La culpa es mía. No es como cualquier otra cosa que pasó desafortunadamente... No espero que las cosas me sean entregadas".

Así que cuatro meses después de salvamento desperdiciado más difícil de su vida, Drew Storen está decidido a no dejar que esa noche lo defina. Y si la historia sirve de guía, no hay mejor camino para lograr eso que aceptar la responsabilidad por los malos momentos para bien -- y luego seguir adelante.

"Poséelo. Aprende de ello. Y resuélvelo", dijo. "Eso es lo que he tratado de hacer. Hacerle frente a la música. Y va a desaparecer.

"Y entonces", dijo Drew Storen, el hombre que se enfrentó a todas las notas de la sinfonía", "escribe algo de música nueva".