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Capital albiceleste

Al ganar la Copa Italia, la Lazio se aseguró también un lugar en la próxima Europa League Getty Images

ROMA -- En Argentina la famosa hinchada de Boca Juniors, el equipo que llevo en el corazón, se llama "La 12": la idea es que los hinchas participan activamente al juego, con sus cantos y su aliento constante, tanto de ser el doceavo jugador del equipo. Algo absolutamente cierto, que dio resultados a lo largo de toda la historia xeneize.

El domingo 26, en el estadio Olímpico de esta capital, Lazio superó a Roma por 1 a 0 en la final de la Coppa Italia, empujado sobre todo por sus "tifosi", quienes supieron marcar diferencia como raramente ocurre en Italia.

Todo comenzó con la impresionante coreografía de la tribuna albiceleste, decididamente más apasionante y de mayor impacto respecto al bello pero ya visto juego de bengalas de los hinchas romanistas. Les aseguro que verlo en la cancha fue realmente hermoso, con toda la "barra brava" vestida para colorear la curva de celeste y blanco y una bandera inmensa, que representaba la alegórica entrega del estandarte de la antigua Roma (con el Águila romana) a los jugadores de Lazio.

La cuestión siguió a lo largo del partido, porque el lado lazial de la cancha vivió el partido con mayor pasión e intensidad, cantando y alentando, mientras los giallorossi se veían bastante inquietos y trabados por los nervios y una cierta dosis de miedo. Yo tenía a mis costados un cámara de Lazio y un asistente de Roma y viví desde muy cerca las dos actitudes muy diferentes, que se reflejaron perfectamente sobre el campo de juego.

En efecto, los albicelstes fueron mucho más emprendedores y activos respecto a los giallorossi, que por su parte estuvieron demasiado pasivos. Los dos tuvieron algo de miedo y se veía claramente que estaban más concentrados en no conceder, más que en crear; pero la diferencia fue evidente y estuvo en el hecho de que el equipo de Petkovic tenía una idea clara de juego, apuntándole a los laterales y a buscarlo a Klose por arriba, mientras que la Loba dependía de las iniciativas personales de Totti, a menudo obligado a buscar el balón sobre el círculo central.

De no ser por el partidazo de Bradley, el mejor de los giallorossi, Roma hubiera caído ya a lo largo del primer tiempo, pero gracias al excelente aporte del americano, en particular en fase defensiva, el primer tiempo se cerró sin goles y sin muchas emociones.

En el complemento los cuadros intentaron abrirse un poco y la intensidad subió, de manera que el encuentro se puso más emocionante y espectacular. La hinchada de Roma pareció despertar, pero nuevamente regresó a vivir el enfrentamiento con inquietud.

Al noveno todo podía mejorar para los giallorossi, por la lesión de Ledesma, entre los mejores del cuadro rival, pero Petkovic hizo una movida inteligente y acertada, poniéndolo a Mauri y pasando a un 4-2-3-1, mientras que Andreazzoli "durmió" y no supo sacarle provecho a la situación: en ese momento, con toda probabilidad poner un volante por un delantero (el candidato era Destro, quien tocó dos balones en una hora) hubiera sido la movida justa, para adueñarse de la media cancha e imponer su juego.

Así las dinámicas del encuentro no cambiaron y Lazio pudo salir a buscar el triunfo, que obtuvo también con algo de suerte, factor determinante en la mayoría de las finales, cuando Marchetti logró desviar con un reflejo milagroso al travesaño un centro pasado de Totti, en jugada de pelota parada.

Cuando el referí silbó el final del partido, fue impresionante la velocidad con la que se vaciaron los sectores giallorossi mientras que, claramente, los albicelestes se quedaron por casi una hora para festejar junto al equipo el triunfo del clásico más importante en la historia de la ciudad eterna, contentos por haberle negado la estrella de plata a Roma para levantar ellos mismos un trofeo que vale un acceso a la Europa League, mientras los tifosi de la Loba estarán obligados otra vez más a ver las competiciones continentales por TV.

Recordarán que en el blog de la previa les conté que la frase que más se usó por toda la semana anterior al clásico fue "Ganen o escapen". Bueno, los jugadores de Roma se tomaron muy en serio la frase, porque protagonizaron una verdadera y auténtica fuga, sin pararse a hablar ni a nuestros micrófonos ni a los de todos los otros medios de información. Alguien debería explicarle que hay que saber aceptar las derrotas, para poder aprender de ellas. Poner la cara era deber y un gesto necesario para todos los hinchas desilusionados.

Aficionados que, de manera vergonzosa, mostrando la peor cara del deporte y de la pasión, fueron en más de 300 a Trigoria para esperar y atacar el bus con los jugadores de su equipo, para expresar como animales su contrariedad por la derrota.

Lazio, claramente, no tuvo ese tipo de problemas, pero con toda sinceridad lograron sorprenderme igualmente, porque sus declaraciones fueron encomiables. Ledesma declaró que le "dedica el triunfo a todos los chicos hinchas de Lazio, quienes mañana (lunes) podrán ir al colegio y decir que su equipo ganó el derby".

Hernánes también le dedicó el triunfo a la hinchada y con una nota de verdadera emoción en sus palabras nos contó que fue "el día más feliz de su carrera, por haber retribuido y agradecido todo el cariño que él recibió con esta victoria".

En suma, Lazio conquistó este importante partido y un trofeo que le da un aspecto sumamente positivo a una temporada de calidad, en la que el cuadro, a pesar de la merma del 2013, salió inmerecidamente de Europa League, en cuartos de final, peleó las plazas altas de la tabla por mucho tiempo y supo eliminar al mejor equipo del Calcio, Juventus, en semifinales de la Copa Nacional, que vencieron absolutamente con mérito.

Al mismo tiempo, aplastó a su "odiado" rival conciudadano, que ya entró en crisis poniendo en discusión todo el trabajo hecho desde que llegó la nueva directiva (¡horrible la "pelea" entre Osvaldo y Andreazzoli!). Dudas fundadas, considerando que el equipo mermó sobre el plano de los resultados, así como desde el punto de vista mediático, sufriendo con esta derrota el que podría ser el golpe de gracia a su imagen a nivel nacional e internacional.

Una doble satisfacción que los tifosi del Águila no olvidarán por largo tiempo. Probablemente hasta que sus gargantas tendrán aliento para gritar goles y alentar a su equipo, que sea en la cancha o afuera, tomando por el pelo los compañeros del colegio, como sugería esa gran persona que es Cristian Ledesma.