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Canelo-Floyd: la pelea que todos querían

La pelea que todos querían ya es una realidad, el 14 de septiembre en el MGM Grand de Las Vegas, en un peso máximo de 152 libras se enfrentaran Floyd Mayweather Jr. y Saúl Canelo Álvarez. El anuncio careció de toda pompa y se conoció a través de las cuentas de Twitter de los dos pugilistas y el promotor Oscar de la Hoya.

La confirmación en cierta manera sorprendió ya que según Amir Khan, Floyd tenía muy avanzadas las negociaciones para enfrentarlo en Inglaterra y desde el equipo de Canelo se había descartado de plano pelear por debajo de las 154 libras, además de tener avanzadas las negociaciones para enfrentar a Miguel Ángel Cotto. ¿Qué ocurrió entonces? La respuesta debería ser absoluta y exclusivamente comercial.

Empecemos por el lado donde más duele cualquier fracaso: el de la cadena Showtime, que firmó un contrato por seis peleas con Floyd Mayweather por una astronómica cifra que trascendió supera los 200 millones de dólares. Los números de la primera de las seis batallas si bien fueron muy buenos, quedaron muy por debajo de lo necesario. O sea, todo indica que hubo pérdidas debido al enorme costo del combate.

Floyd Mayweather, excepto Canelo, hoy no tiene ningún rival de prestigio para encabezar un PPV. El aburrido combate ante Robert Guerrero del pasado 4 de mayo, con su "apenas" millón de cajas vendidas, es un lastre demasiado pesado como para arriesgar un nuevo fracaso.

¿Y Canelo, por qué aceptó pelear en 152 libras? Lo comercial también cuenta, es verdad, pero si lo analizamos con frialdad, al mexicano tampoco le sobran rivales taquilleros. Incluso enfrentar al propio Cotto, que viene de dos derrotas consecutivas, era una incógnita, especialmente si tenemos en cuenta que debía competir con la batalla de Juan Manuel Márquez y Timothy Bradley, en principio pactada para el mismo día.

Encabezar su primer gran evento, enfrentar al mejor Libra por Libra y ganar, tal vez, más de veinte millones de dólares con apenas 22 años, bien valen el esfuerzo de pactar por 152 libras en la báscula aunque luego ese esfuerzo le reste posibilidades ciertas de ganar la pelea.

Muchos también nos preguntaremos que ocurrirá después de la pelea, si es derrotado Floyd o pierde Canelo. No olvidemos que la principal traba para pactar esta pelea, era no cruzar tan temprano a las dos máximas figuras. No obstante, la lógica establece que como ocurrió con Robert Guerrero, Canelo Álvarez debe haber firmado una cláusula de revancha inmediata si gana y yo le agregaría, también si pierde. Esa cláusula doble justificaría todo y los millones de dos grandes PPV, compensarían cualquier pérdida futura. Es una especulación claro.

Lo que nadie debe dudar es que el PPV del 14 de septiembre promete pasar sin problemas los dos millones de cajas vendidas y tal vez superar al mayor de todos: 2,400.000 del De la Hoya vs. Mayweather el 5 de mayo del 2007.

En lo deportivo, ahora comenzarán las especulaciones, los análisis previos, los pronósticos y las apuestas. Pero más allá de las razones por detrás de lo pactado en el contrato, estamos ante una gran noticia: Mayweather vs. Canelo es la batalla que la fanaticada quería y exigía. Ahora la incógnita será saber el tipo de preparación que realizará el mexicano para cumplir el peso sin afectar sus posibilidades. Máxime sin saber que límite de peso le fue impuesto a Canelo a la hora de la pelea. Ese aspecto, tal vez sea más importante que la estrategia a la hora del combate.

Canelo es más lento, pero más fuerte que Floyd y cualquier desbalance en ese rubro determinará de antemano el resultado de la pelea.

En el mejor de los escenarios, no dudo que si los dos terminan cumpliendo una pelea entretenida y de final cerrado, habrá revancha y, por qué no, podrían llegar a una trilogía. Pero si el 14 de septiembre sucede todo lo contrario y nos regalan una pelea para el olvido, pese a la enorme recaudación, Showtime, Floyd Mayweather y Canelo Álvarez habrán hipotecado todo su crédito futuro. Ojala que eso no suceda y todos, sin distinción, digamos al final del evento que valió la pena comprar la pelea.