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Rivera o el fin de una generación de gloria

La salida de Mariano Rivera, tras retirar de uno-dos-tres el octavo inning, marcó el final de una generación gloriosa que por los últimos, diez, quince años, adornó con su presencia los Juegos de las Estrellas.

Esta fue la última aparición del mejor relevista, el más grande de todos los tiempos, en estos clásicos de media temporada y su entrada al ritmo de "Enter Sandman", de Metallica, provocó una energía única en Citi Field.

No más Mariano. Y difícilmente volveremos a ver en estos partidos a Ichiro Suzuki, Albert Pujols o Alex Rodríguez. Si acaso, por cortesía de los fanáticos y en dependencia de su recuperación, Derek Jeter nos regale en el 2014 un momento similar al de Rivera este martes.

Pero este Juego de las Estrellas ha marcado un cambio generacional como pocas veces antes.

Acostumbrémonos a partir de ahora y por los próximos años a los nombres de Manny Machado, Matt Harvey, Matt Moore, Patrick Corbin, Chris Davis, Jean Segura, Paul Goldschmidt, José Fernández, Pedro Alvarez y el mismo Yasiel Puig, ausente por poco margen en esta oportunidad.

O al venezolano Salvador Pérez, de los Kansas City Royals, quien ya tiene para contarle a sus nietos, cuando los tenga, que tuvo el honor de recibir detrás del plato los últimos pitcheos del panameño Rivera en su despedida de los Juegos de Estrellas.

A estos súmenle otros también muy jóvenes, pero ya con apariciones anteriores, como Mike Trout, Bryce Harper, Craig Kimbrel, Clayton Kershaw y Aroldis Chapman, quienes comienzan a adueñarse cada vez más del panorama beisbolero.

Por supuesto que todavía quedan por un buen tiempo jugadores que vienen a ser un puente entre los Mariano, Jeter y compañía.

Así está, viviendo el pico de su carrera a sus 30 años, el venezolano Miguel Cabrera, el mejor bateador de todas las Grandes Ligas.

O el dominicano Robinson Canó, Joey Votto, Dustin Pedroia, Troy Tulowitzki y David Wright, establecidos con sólidas carreras, pero con mucha gasolina en el tanque todavía.

Pero esta nueva hornada viene empujando con gran fuerza y sin el estigma de los esteroides (al menos hasta que se demuestre lo contrario), que marcó a muchos jugadores de los 90 y la primera década del siglo XXI.