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Misión imposible en Nueva York

George Steinbrenner estaría orgulloso de Mikhail Prokhorov y sus intenciones de 'comprar' un campeonato de la NBA para Brooklyn.

Entrando en su tercera campaña como dueño de los Nets, el magnate ruso sigue gastando dinero, haciendo inversiones, pagando impuestos de lujo y dando el visto bueno a alteraciones a la plantilla del equipo en busca de la combinación perfecta que le permita sentarse en el trono de la NBA.

Similar a como el eterno jefe de los New York Yankees jamás titubeó a la hora de absorber cualquier salario con tal de celebrar un campeonato de la Serie Mundial, Prokhorov rompe la alcancía y marca el paso en un desespero por no solo conquistar la NBA, sino sustituir a los Knicks como el quinteto número uno bajo las luces intensas de la 'Gran Manzana'.

Y a pesar de que los Knicks ganaron el primer asalto de una rivalidad que en verdad no se materalizó la pasada temporada -y el título de la liga no parecería estar en el futuro inmediato de los Nets- Brooklyn por lo menos se merece sentirse ganador en julio y optimista de poder arrebatarle el título de la División Atlántico a sus más famosos vecinos.

Los Nets obtienen otra nota positiva esta temporada muerta tras el mega cambio con los Boston Celtics que trajo a bordo a Kevin Garnett y Paul Pierce para cambiar la cultura y brindar credibilidad al unirs e al armador Deron Williams, al escolta Joe Johnson y al centro Brook Lopez en lo que debe ser uno de los mejores cuadros titulares en toda la NBA, por lo menos en papel y a nivel individual.

Con Garnett y Pierce llegó Jason Terry para salir de la banca, al igual que el ruso Andrei Kirilenko, quien dejó dinero en la mesa con la promesa de jugar para un ganador. Luego de ganar 49 juegos y sufrir un decepcionante desenlace en la postemporada, los Nets mejorarían dramáticamente si la edad, salud y química se lo permite.

Sin contar la firma del coach Jason Kidd, quien parece brincó del tabloncillo a su asiento en la banca de la franquicia que condujo a sus únicas apariciones en la Final de la NBA como uno de los mejores bases en la historia. ¿Su última parada antes de tomar las riendas de los Nets? Sirviendo de voz de la experiencia y coach en cancha en los Knicks. Con paciencia, puede ser un buen dirigente, quizás una super estrella de la profesión.

Pero ninguna de esas movidas le garantiza un campeonato en Brooklyn, todavía mirando de abajo al campeón Miami Heat, los Indiana Pacers y Chicago Bulls, y en competencia directa con los Knicks en la Conferencia del Este.

Y aunque comprometen su futuro por una oportunidad irreal de ganar en la actualidad, el mensaje a sus fanáticos es sencillo y directo: haremos lo necesario para ganar y si ganas en New York, ganas en cualquier sitio.

Claro está, los Knicks han demostrado que no solo abrir la chequera es suficiente para montar un equipo ganador, fórmula que infructuosamente llevan siguiendo por años sin nada que demostrar en términos de campeonatos. Los quintetos de New York cuentan con unos ingresos económicos que son la envidia de la mayoría en la NBA, pero los Knicks son expertos en equivocarse a la hora de aprovecharlo.

La adquisición de Andrea Bargnani podría ser un buen ejemplo de eso.

En teoría, el italiano ayudaría a crear espacio y expandir el perímetro con su tiro a distancia; en realidad, el Bargnani trae un salario alto, deficiencias defensivas y un juego en declive que tiene el potencial de no sobrevivir en New York. Mike Woodson tendrá las manos llenas con sus rotaciones, barajando ofensiva y defensa para maximizar el talento de sus jugadores.

Woodson logró dar un paso al frente la campaña pasada cuando los Knicks tuvieron su mejor temporada desde el 2000, ganando 54 partidos y su primer título divisional desde 1994. Sin embargo, aunque Carmelo Anthony tuvo la mejor temporada de su carrera, no los pudo cargar más allá de la segunda ronda.

Fuera de Bargnani, los Knicks se 'limitaron' a firmar a Metta World Peace y traer de vuelta a J.R. Smith y al argentino Pablo Prigioni, piezas claves en la mesa de juego de Woodson considerando la dependencia en ofensiva (Smith) y defensiva (World Peace) saliendo de la banca.

No obstante, el escolta Sexto Hombre del Año se perderá el inicio de la campaña en recuperación de una lesión en la rodilla, y todavía tiene que ser más consistente como la segunda opción ofensiva detrás de Anthony.

Ni hablar de Amar'e Stoudemire, cuyo nombre y contrato que expira posiblemente tiene más valor que lo que pueda brindar en cancha. Por lo menos tiene que demostrar lo contrario.

Sumando la totalidad de las partes, los Knicks no lucen mejor que el cuarto o quinto mejor equipo del Este, posición en la cual su rivalidad con los Nets podría florecer. Digo, ¿quien no anticipa el primer choque entre Garnett y Anthony?

Así amanece New York, con dos quintetos peleando por notoriedad en el tabloncillo de la 'ciudad que nunca duerme', y hambrienta por un ganador que les permita celebrar su primer campeonato de la NBA desde la temporada 1972-73.

Nets y Knicks, están advertidos.