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Volver a las bases, con otros hombres


"Presión es una palabra mal utilizada en nuestro
vocabulario. Cuando empiezas a pensar en presión
significa que has empezado a pensar en fracaso".

Tom Lasorda.

MÉXICO -- El entrenador de futbol profesional vive durante algunos periodos de su carrera la soledad del náufrago.

Cuando las cosas empiezan a marchar mal, se obnubila, se le acorta la vista, se le estrecha el panorama, carece de claridad. Entonces se convierte en un hombre desconfiado, solitario, descompuesto. Sus auxiliares dejan de serlo porque se vuelve sordo.

No termina de aceptar que su método puede estar fallando y que la vieja fórmula podría haberse agotado. Y si en su hoja curricular de manejo de los medios está lleno de atropellos y afrenta, entonces una pequeña lluvia se convierta en tempestad.

Sus jefes dejan de creer en él. Lo amenazan. Enfrente la incertidumbre del trabajador al borde del despido. Sus conceptos tambalean y ve enemigos en las cuatro esquinas de su habitación. Siente que los zopilotes revolotean en las noches de pesadilla.

Hasta que un día decide abrir de nuevo los oídos. Cuando escucha otras voces, así sean reclamos de sus patrones, palabras de sus amigos, consejos de sus mentores y hasta algunas buenas ideas de los menos duchos en el asunto, entonces puede producirse un cambio. Algunos no tienen una segunda oportunidad porque en la crisis de resultados les llega el aviso de rescisión de contrato. Otros, como José Manuel de la Torre, tienen que enfrentar a algunos dueños y varios directivos con poder, que le hacen ver la necesidad de revertir la situación porque está amenazado el gran negocio. México, le advierten, no puede estar fuera de la Copa del Mundo. Entiende la advertencia, cambia sus convocatorias, recurre de nuevo a sus leales y origina un nuevo modelo de aplicación del viejo esquema. Es tal vez lo mismo, pero con distintos hombres.

Algunos jugadores de la selección nacional merecían hace tiempo estar en la banca o fuera de las convocatorias. Pero él seguía manifestándoles toda la confianza, a pesar de sus bajos rendimientos, como al "Maza" Rodríguez, a Pablo Barrera, a Andrés Guardado e inclusive al goleador actual de su equipo, Javier "Chicharito" Hernández.

Este miércoles ante Costa de Marfil, que no es ningún equipo imberbe pues 22 de sus 23 convocados juegan en conjuntos europeos, la selección mexicana del "Chepo" de la Torre retomó las bases. La presión de los delanteros sobre los defensores les hizo recordar a los africados que en su ADN no figura el orden defensivo. Apretar en su zona defensiva provocó el autogol, luego el error que derivó en el segundo gol y casi para terminar el primer tiempo el contragolpe que inició Torrado, siguió Reyna, continuó Giovani y capitalizó Oribe Peralta. Así, en 45 minutos, con prácticamente la misma idea del "Chepo" pero con otros hombres, México anotó en medio tiempo todos los goles que lleva en seis partidos de la eliminatoria en Concacaf.

Reconociéndolo como un juego amistoso, este choque ante Costa de Marfil demostró que la presión se sacudo con hombres que tengan amor por el futbol, responsabilidad en la cancha y gallardía. Personalidad, en una palabra. Y Oribe Peralta, Diego Reyes, Jesús Corona, el "Chaco" Giménez, Ángel Reyna y Fernando Arce refrescaron al equipo nacional. Le dieron otra dimensión. Y obligarán al entrenador a meterlos contra Honduras, en el partido crucial del 6 de septiembre.

México no puede quedarse fuera del mundial. Lo saben los directivos, "Chepo", los jugadores, la prensa, la afición y sobre todos los dueños del poder en el futbol nacional.

Hurgado en la mentalidad de los grandes campeones, encontramos una frase que les puede servir en este momento a los jugadores mexicanos. Es de Mohammed Alí: "Para ser un gran campeón, tienes que creer que eres el mejor. Si no lo eres, haz como si lo fueras".

A México les restan 12 puntos por disputar en el hexagonal de Concacaf. En los tres mundiales anteriores, ningún equipo calificó en forma directa si no consiguió cuando menos 16 puntos. El Tri tiene 8 puntos. Le faltan otros 8. Su pequeño margen de puntos por perder es de cuatro. ¿Gran desafío? En otra confederación, quizá. En Concacaf, eso tendría que ser una tarea posible si se tienen hombres dispuestos a responsabilizarse del problema en que ellos mismos se metieron por dejar escapar seis puntos en el Azteca en sus primeros juegos de local.