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Una Roma imparable

BUENOS AIRES -- Ocho jugados, ocho ganados, y es récord; 22 goles a favor y apenas uno en contra, otra marca histórica; pero lo que más sorprende de esta Roma, líder del "torneo más difícil del mundo" con puntaje ideal, es su juego, y eso es lo que vamos a tratar de analizar más en profundidad, en este comentario de la octava jornada del Calcio.

La Roma de Rudy García luce como un equipo completo y versátil: por momentos, su juego parece antiguo, o quizás sería mejor decir clásico; pero en otros pasajes nos encontramos con un fútbol moderno, comenzando por ese tridente ofensivo con dos externos bien abiertos, que marca los 4-3-3 más exitosos de la actualidad.

La defensa no parece digna de estar en el "Olimpo": Maicon está aún bastante lejos de su mejor versión, Castán y Benatiá son honestos trabajadores del área, sin mucho brillo ni grandes calidades técnicas, por izquierda Balzaretti vive un buen momento y también Dodó parece tener un futuro brillante, pero en conjunto estamos muy lejos, nombre por nombre, de las líneas defensivas que lucen los equipos más fuertes de Italia y de Europa.

Sin embargo, apenas sufrió un tanto, por encima en el marco de un triunfo por 3-1 como visitante. Mérito también de una línea de volantes con enorme potencialidad: a "Capitán Futuro", Daniele De Rossi, a quien García supo devolverle ese protagonismo esencial desde el punto de vista psicológico, se suman dos jóvenes de absoluto valor internacional, el bosnio Pjanic y el holandés Strootman, que unen en dosis industriales cantidad y calidad, tanto en la fase defensiva como en la tarea ofensiva.

Sería fácil y simple decir que Francesco Totti, el gran capitán, es el que hace la diferencia, pero hay que subrayar que el triunfo del viernes pasado ante Nápoli, escolta ambicioso al mando de Rafa Benítez, llegó y se consolidó cuando el capitán ya no estaba en la cancha, víctima de una lesión muscular que posiblemente responda a su enorme generosidad y que lo mantendrá alejado unas seis semanas. En este fútbol actual, toda una eternidad.

El ingreso de Borriello por Totti cambió totalmente la manera de jugar del equipo. Si antes Totti se tiraba atrás para lanzar los dos externos, Gervinho y Florenzi, muy abiertos y muy rápidos, y además abrirles espacios a las incursiones de los volantes, luego Borriello se paró como lo que es, un "nueve" de área que sabe jugar de espaldas al arco, para pivotear y favorecer las llegadas desde atrás, ésas que suelen llamarse segundas jugadas, de externos y volantes.

Sin embargo, Roma no perdió efectividad ni seguridad en sí misma: sorteó un difícil momento psicológico luego de las lesiones de Totti y Gervinho (Pandev desperdició la posible ventaja, pero fue monumental el "ex" De Sanctis) y se puso en ventaja, sobre el final de la etapa, con un tiro libre perfectamente ejecutado por Pjanic.

Luego, en el complemento, aprovechó a su nueve con desbordes y centros: en una de esas jugadas, llegó el penal contra el propio Borriello (condimentado por la expulsión de Paolo Cannavaro) que cerró la discusión. Porque, luego de la doble ventaja, Roma manejó la pelota con soltura y gran calidad técnica, dejando a su rival sin posible reacción.

En suma, un equipo con variantes y capaz de reponerse aún frente a la peor adversidad. Es cierto, hasta ahora nunca estuvo abajo en el marcador y ese es un examen que aún tiene que rendir, pero vale recordar muy bien cuando, el primer año de Conte al frente de Juventus, decíamos lo mismo pero, a la postre, esa adversidad jamás llegó y Juventus fue campeón invicto.

Ojo, no estamos afirmando que esta vez pasará lo mismo, máxime porque los que ahí hemos vivido sabemos muy bien cuán complicado y polémico sea el ambiente de la capital italiana, por lo menos en cuanto a fútbol se refiere. Ahora, con Totti, Gervinho (y Destro) afuera, en el próximo partido en casa de Udinese podríamos tener ulteriores confirmaciones respecto a la capacidad de esta Roma de mantener su espíritu y sus esquemas aún con semejantes ausencias.

NÚMEROS PREOCUPANTES EN JUVENTUS
La parte final de este comentario la dedicamos a Juventus. Comencemos mirando números, que no siempre pueden explicar las cosas pero que en este caso son funcionales de manera perfecta al análisis. Juventus, en el primer torneo del bicampeonato firmado por Antonio Conte, sufrió 20 goles en 38 partidos. En el segundo, los goles encajados fueron 24, otra vez en 38 encuentros, pero a la postre Juventus, que perdió algún partido pero ganó muchas veces más, terminó con más puntos que en el torneo anterior.

Pero ahora los goles son ya 10 en 8 partidos, a los que habría que sumar los 3 sufridos en las dos presentaciones en Champions League: ¿qué pasa? Los defensores son los mismos, también son los mismos los volantes, sigue dirigiendo el mismo entrenador: ¿cómo interpretar esta enorme diferencia?

Por lo pronto, es algo muy útil para recordar: lo decimos para aquellos que creen que echando el entrenador o comprando un par de jugadores se puede cambiar la historia, cuando en realidad, más allá de los nombres propios (recuerden lo que acabamos de decir respecto a la defensa romanista), lo que hace la diferencia es la actitud, la intensidad, el hambre de triunfos, la concentración.

Conte lo sabía y por eso insistía con la necesidad de refuerzos, porque a veces cambiar nombres sirve para mantener el espíritu ganador, la voluntad inflexible de ganar que son las cualidades más evidentes de este entrenador. Algunos de los jugadores bianconeri, hay que decirlo claramente, parecen no soportar más la exigencia y la presión que el obsesivo Conte les pone a sus hombres.

Aún así, el torneo sigue abiertísimo, como no podría ser de otra manera luego de tan pocas jornadas. Pero Roma, hoy por hoy, por méritos propios y problemas ajenos, merece ser considerada el máximo candidato al título. Total, tiempo para cambiar opinión es lo que sobra.