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Cuba ya no depende de sí misma

ISLA MARGARITA -- Un lanzador veterano con una trayectoria más que mediocre en Grandes Ligas puso a dormir a la alineación de Villa Clara en el primer turno de la tercera jornada de la Serie del Caribe 2014.

Fue un partido histórico que enfrentó por primera vez a cubanos y dominicanos en la historia de la llamada Pequeña Serie Mundial Latinoamericana.

Y es que cuando Almendares, Habana, Marianao y Cienfuegos dominaban a su antojo en la primera etapa de estos torneos, entre 1949 y 1960, los dominicanos apenas luchaban por instaurar una liga profesional en Quisqueya.

El estadounidense Jon Leicester, de 34 años y sin acción en las Mayores desde el 2007, limitó a apenas tres hits en siete innings a una ofensiva que había fabricado nueve carreras en sus dos primeros partidos del clásico caribeño.

Ahora, la suerte de los cubanos ya no dependen de ellos solos, aunque en teoría, todavía tienen oportunidades hasta de ganar la Serie del Caribe, a la que regresan por primera vez desde 1960.

Una vez más, Villa Clara mostró un pitcheo risible, incapaz de colocar los envíos en la zona, al extremo de regalar siete pasaportes.

El zurdo Yasmani Hernández, abridor por los naranjas, llegó sin nada en la bola y explotó tras apenas 1.1 inning de labor.

Su primer relevo, Ismel Jiménez, quien supuestamente es uno de los mejores serpentineros de la isla, también falló estrepitosamente, con tres limpias en dos episodios.

No fue hasta el quinto capítulo que el pitcheo cubano consiguió el primer cero a la ofensiva dominicana.

La defensa tampoco ayudó, con dos errores que costaron un par de anotaciones en el segundo inning, que pusieron la pizarra 3-0, suficientes para Leicester.

Falta de concentración, nerviosismo, pobre pensamiento táctico y atraso en conceptos del béisbol es lo que ha dejado esta versión cubana, que despertó demasiadas expectativas, muy lejos de la realidad.

Para colmo, Víctor Mesa ya tomó las riendas del equipo, tal como se esperaba.

El controversial manager de la selección nacional, incluido en la delegación con el cargo de "jefe técnico", sólo aguantó pasarse el primer juego fuera del dugout.

En la segunda fecha ya estaba dando instrucciones desde la banca, enfundado en una chaqueta azul, con su estilo desesperante que añade un peso innecesario a unos muchachos de por sí presionados por razones no solo deportivas.

Al juego del lunes ante los Tigres del Licey, Mesa llegó uniformado, con su número 32 que usó a lo largo de su brillante carrera con Villa Clara.

Gritos y regaños salían desde la cueva, mientras el manager en el papel, Ramón Moré, asistía al espectáculo como un invitado de piedra.

Cuba cayó 9-2 y sumó su tercera derrota en igual número de salidas.

Ahora su suerte se escapa más allá de sus manos, pues necesita vencer a los Indios de Mayagüez en su último compromiso de la fase clasificatoria y esperar por una derrota de los boricuas ante Venezuela, que dejaría a las dos islas con idéntico balance de 1-3, pero decidiría el resultado entre ambos.

Sin embargo, no la tienen fácil los cubanos, pues tendrán enfrente al experimentado derecho Joel Piñeiro, de vasta experiencia en Grandes Ligas y con gran faena en la temporada invernal, quien viene en busca de relanzar su carrera en las Mayores, tras una ausencia de dos años.