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Con nombre impronunciable y envíos indescifrables

ISLA MARGARITA -- Cuba se mantuvo con vida en la Serie del Caribe 2014 que se disputa en Isla Margarita, Venezuela, gracias al incansable brazo de Vicyohandry Odelín.

Tan difícil es pronunciar su nombre como les resultó a los bateadores de Puerto Rico descifrar sus pitcheos, al extremo de no batearle ningún hit en los ocho episodios finales.

Un jonrón de Eddie Rosario y un doblete de Ramón Castro fue lo único que permitió el derecho, ambos en el primer inning.

A partir de ahí, sólo en el sexto capítulo los boricuas volvieron a entrar en circulación, al recibir tres bases por bolas, las únicas que regaló el serpentinero cubano, quien retiró los restantes siete tramos de 1-2-3.

Esta vez sí funcionó el pitcheo, pero por segundo día volvió a fallar la ofensiva, en esta ocasión ante el derecho puertorriqueño Joel Piñeiro.

Sin embargo, Cuba supo capitalizar los errores de la defensa boricua y anotó sus dos únicas carreras sucias, suficientes para Odelín, quien cubrió toda la ruta con 132 lanzamientos.

Ahora a los cubanos les queda esperar y rezar por un triunfo de los Navegantes de Magallanes sobre los Indios de Mayagüez en el choque que cierra la ronda clasificatoria el miércoles en la noche.

Desde que cayó el último out frente a Puerto Rico, los babalawos de Guanabacoa, ciudad célebre por las prácticas de santería, deben estar encendiendo tabacos y matando palomas en ofrenda a sus dioses y santos, en busca de un milagro que todavía es posible.

¿Qué tal si Villa Clara pasa a semis e incluso termina llevándose la corona?

Como nada está escrito, mientras hay vida, hay esperanza, pero mi preocupación es que los humos del triunfo nublen las mentes y enmascaren los problemas indiscutibles que aquejan al béisbol cubano, postergando una vez más un debate que no puede esperar más.