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El mundo Concacafkiano...

Mexsport

MÉXICO - Es una barbaridad: a Jesús Corona, portero del Cruz Azul, lo suspenden por una expulsión tardía. Fue amonestado al minuto 92, y unos segundos después puso su codo cerca de la cara de Javier Gandolfi, mereciendo la segunda amonestación. Se armó un conato de bronca en el que todos los Xolos parecían tener la consigna de armar la batalla campal para que le castigaran después a todos sus jugadores al Cruz Azul.

Xolos se mostró como un mal perdedor. No fue por la calentura del juego. Parecía una acción premeditada para provocar muchas expulsiones en la bronca. Su propio entrenador encabezó las provocaciones al manotear contra al menos cuatro jugadores de Cruz Azul, además de derribar al médico Alfonso Jiménez y de jalonearle el traje a Carlos Pintado, auxiliar del "Flaco" Tena.

César Farías no entró a meter orden, sino a encender la mecha de la violencia. Y todavía la Concacaf no atina a emitir una sanción para el entrenador venezolano de los Xolos.

En ese conato de bronca, Corona manoteó, se retó con varios jugadores del rival, pero no llegó a los golpes. Hizo una seña gráfica a Pellerano y Gandolfi diciéndoles que los dos juntos le hacían lo que el viento a Juárez. Y en efecto, si los dejan solos en un cuarto, Corona aplica un par de nocauts fulminantes.

Famoso por su mecha corta y por el gusto por los trancazos, Corona se tragó su orgullo de macho herido y decidió irse del campo, protegido por compañeros y rivales (Fernando Arce), pero antes el árbitro Paul Delgadillo le enseñó la tarjeta roja por hacerse de palabras con Pellerano, quien lo escupió en la cara.

Estamos acostumbrados a las sanciones ridículas de la Comisión Disciplinaria en México, de esos códigos de "según el sapo es la pedrada". Pero esta Comisión Disciplinaria de la Concacaf responde a sus códigos kafkianos, al hacer locuras de día y de noche. Aumentar a tres partidos el castigo a Jesús Corona no sólo es incrementar una injusticia, sino que deja por ahora impunes a los verdaderos provocadores del estadio Azul: el técnico César Farías y el argentino Hernán Pellerano, quienes se mostraron como malos perdedores y persiguieron al más temperamental de sus rivales para tratar de sacarlo de sus casillas, aún exponiendo algunos dientes y muelas porque Corona los encuentra en la calle y los manda al hospital.

La única realidad después de esta decisión concacafkiana es que Jesús Corona no jugará los dos partidos de la final y también se perdería el primer juego del mundial de clubes, en el supuesto de que su equipo le gane al Toluca.

Mientras eso ocurre en el mundo real, en el mundo concacafkiano César Farías, Javier Gandolfi, Hernán Pellerano y todos los Xolos que se jalonearon la tarde del sábado en el azul, siguen bajo investigación, hasta que la memoria olvide este bochornoso suceso.