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Revisitando el caso de Pete Rose

Dentro del furor del Mundial, la muerte de Tony Gwynn y la celebración de los San Antonio Spurs, un pedazo de noticia se coló por la cocina, casi desapercibido, cuya relevancia en el mayor contexto de las cosas puede ser cuestionada, pero no deja de ser una noticia que enciende , si no la curiosidad, al menos el sentido de debate.

Pete Rose, el máximo bateador de todos los tiempos exiliado del béisbol por ya casi 25 años, regresó al diamante como invitado para dirigir, por una noche, a los Bridgeport Bluefish -- un equipo de liga independiente que aprovechó una oportunidad promocional para atraer 5,300 fanáticos para ver a "Charlie Hustle", cuyos 4,256 hits siguen siendo la máxima proeza en el mejor béisbol del mundo.

Año tras año, cuando los periodistas de béisbol reciben sus boletas para el Salón de la Fama, la misma pregunta siempre surge. ¿Debe MLB levantar la sanción de Rose? ¿Debería Rose estar en el Salón de la Fama?

En el gran orden de la vida, el delito de Rose -- apostar en partidos de béisbol mientras era mánager de los Rojos de Cincinnati en 1989 -- parece uno menos grave cuando lo comparamos con la era de las esteroides y el hecho de que hoy día Mark McGuire se gana la vida como coach de bateo, Barry Bonds hace visitas a los entrenamientos de los Gigantes de San Francisco y Rafael Palmeiro, un usuario reincidente, sigue siendo elegible para el Salón de la Fama.

Sin embargo, las acciones de Rose en los últimos 25 años nos pone a pensar dos veces. Su convicción y encarcelamiento por cinco meses por evasión contributiva, sus negaciones -- a veces hasta enérgicas -- sobre sus prácticas de apostar en partidos en los cuales él estaba directamente involucrado y su "jaquetonería" no despertaron el cariño de la afición.

No fue hasta enero del 2004, cuando su libro, "Mi prisión sin barrotes", salió publicado que Rose se comenzó a humanizar un poco, admitiendo que en efecto apostó en los partidos porque "jamás pensé que me iban a atrapar".

Para aquellos que tuvimos el placer de ver a Rose jugar con los Rojos, los Expos de Montreal y los Filis de Filadelfia, al igual que los que lo vieron jugar béisbol invernal con los Leones del Caracas en Venezuela, vimos la manera ejemplar de jugar béisbol. Siempre dando lo último en energía y batallando hasta el último out.

Como jugador, por 23 temporadas fue un ejemplo de lo que un jugador debe ser. Aunque fogoso y a veces arrogante, nadie puede poner en tela de juicio lo que representó. No hay razón alguna para enumerar sus docenas de hazañas y marcas, pero si hay razón para ahora poner en tela de juicio la permanencia de su castigo.

Si Alex Rodríguez tendrá la oportunidad de regresar, si Manny Ramírez tuvo la oportunidad de regresar: ¿por qué Pete Rose no puede?

A sus 73 años, Rose todavía suda su pasión por el béisbol. Ver las imágenes de Rose en uniforme esta semana fue un pequeño recuerdo de lo que el juego una vez fue, y eso tiene que contar para algo. ¿No creen?

En 1995, el ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, redactó una interesante columna publicada por el diario USA Today, en la cual sentó las bases para hacerse la pregunta: ¿Llegó el momento para perdonar a Pete Rose?

"La elección al Salón de la Fama nunca ha sido una afirmación del carácter impecable de un jugado, pero sí un reconocimiento a sus logros extraordinarios en el diamante. Es precisamente esto lo que hace que el caso de Pete Rose sea uno particularmente agonizante", dijo Carter.

"Una de las decisiones más difíciles que tiene que tomar una sociedad es sobre si existe un momento para para extender un perdón a alguien que ha cometido un crimen o cometido un error ... En todos los casos, es necesario tomar en consideración la ofensa, las circunstancias extenuantes, evidencia de restitución y remordimiento y la receptibilidad de las víctimas de echar a un lado las consecuencias del crimen", continuó.

Quizás Carter tenía razón. Quizás ha llegado el momento para que nosotros los fanáticos le demos la oportunidad de redención.

¿Qué piensan ustedes?