<
>

Jugadores por un puñado de dólares

El sueño de cada gerente general es firmar por poco dinero a un jugador que exceda las expectativas y su rendimiento sobrepase las proyecciones que se hicieron al momento de contratarlo.

A veces se trata de ver más allá de lo que puedan arrojar las estadísticas. En otras ocasiones es simplemente suerte, algo así como ganarse la lotería.

Pero cada año se dan estos casos de sorpresas muy agradables, en los que con muy poca inversión se reciben grandes dividendos, algo en lo que Billy Beane, gerente de los Atléticos de Oakland, es un maestro.

De hecho, una de las gangas del pasado invierno se la llevó Beane, al contratar al zurdo Scott Kazmir, un hombre que en su momento era una de las mayores promesas del pitcheo en todo el béisbol y un intocable en los Rays de Tampa Bay.

En sus primeras cinco campañas completas con los Rays, Kazmir ganó 55 juegos, con una efectividad de 3.92 y 874 ponches en 834 innings.

Pero su carrera entró en barrena a partir del 2009, cuando fue canjeado a los Angelinos de Los Angeles, hasta perderse las campañas del 2001 y el 2012.

Tuvo un mediocre regreso el pasado año con los Indios de Cleveland y Beane, con su olfato de comprador de pulgueros, lo firmó por dos años y 18 millones de dólares.

Sí, se arriesgó al darle nueve millones por temporada, pero limitó el pacto a sólo dos campañas e incluso, no dividió el dinero a partes iguales, sino que en esta primera campaña, digamos que de prueba, le pagará siete millones, mientras que para el 2015 le daría los otros 11, si es que no lo cambia antes.

Al menos en la primera, el zurdo ha justificado su salario con un renacer inesperado de su carrera, con nueve triunfos y tres derrotas en 16 aperturas y una excelente efectividad de 2.66.

Más barato le salió a los Rockies de Colorado encontrarle reemplazo a la figura más emblemática en la historia de la franquicia.

Por 12.5 millones para los próximos dos años, los Rockies firmaron al canadiense Justin Morneau para ocupar el lugar de Todd Helton, líder de por vida del equipo en prácticcamente todas las categorías ofensivas.

Morneau, Jugador Más Valioso de la Liga Americana en el 2006, cuando militaba en los Mellizos de Minnesota, entró en un vertiginoso declive a partir del 2010, cuando las lesiones comenzaron a limitar su tiempo de juego.

En Colorado, paraíso de bateadores, su carrera se ha reoxigenado, con 13 bambinazos, 57 carreras impulsadas y average de .304, en lo que podría ser su primera campaña con 30 o más jonrones y 100 remolcadas desde el 2009.

Pero la mayor ganga la consiguieron los Marlins de Miami, cuando firmaron a Casey McGehee para que defendiera la antesala.

McGehee fue un prometedor novato que tras una efímera estancia con los Cachorros de Chicago en el 2008, pasó sus mejores tiempos, entre el 2009 y el 2011 con los Cerveceros de Milwaukee.

El 2012 lo dividió entre los Piratas de Pittsburgh y los Yankees de Nueva York y ante la ausencia de ofertas en el 2013, optó por probar fortuna en el béisbol japonés.

Pero problemas familiares lo trajeron de vuelta a Estados Unidos, pues su hijo Mack, de siete años, fue diagnosticado con parálisis cerebral a los 15 meses de nacido.

En Japón le fue imposible encontrar la terapia adecuada para el pequeño y regresó a tocar puertas en busca de un empleo.

Los Marlins le ofrecieron casi el mínimo, apenas un millón 100 mil dólares, una miseria para quien recibió encima de eso la responsabilidad de batear cuarto en la alineación y proteger a Giancarlo Stanton.

A pesar de no ser el clásico slugger, McGeheen ha sido una maquinaria de remolcar carreras y sobre todo, hacerlo en los momentos en que más lo necesita la novena.

Para que se tenga una idea de cuán productivo ha sido el antesalista de los Marlins, cabe señalar que con 47 impulsadas va quinto en la Liga Nacional, a pesar de tener por delante en la alineación a Stanton, líder del circuito con 58 remolques.

Y todo, por un puñado de dólares.