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El día de la marmota

El entrenamiento de Colombia y su rutina: una y otra vez, una y otra vez, y otra vez, y otra... Getty Images / Montaje ESPN.com

SAO PAULO (Enviado especial) -- Día 1. Los periodistas están afuera de la carpa de prensa porque el calor dentro de la misma es insoportable minutos antes de las tres de la tarde. Sólo ingresan para anotarse en la lista de quienes desean hacer preguntas y vuelven a salir. Cuando aparecen los dos jugadores elegidos, todos regresan y se sientan. Hay mucha más capacidad de la necesaria y sólo las cámaras no están tan cómodas como deberían. Se hacen preguntas rutinarias y se escuchan respuestas rutinarias. Cómo juega el rival, cómo está el grupo, cómo se sintieron en el último partido. Termina la rueda de prensa y muchos salen corriendo rumbo a las tribunas del campo de entrenamientos, distantes unos 50 metros. Algunos trotan de manera cómica, con trípode y cámara a cuestas. Otros van con paso cansino, como si no esperaran demasiado de lo que verán. Son siempre los mismos, claro. Trabajadores de prensa que van una y otra vez al predio de Cotia donde se entrena la Selección Colombia. Se conocen, se saludan y, si se puede, se ayudan en la tarea. Se acomodan en la platea, lo más cerca del centro de la cancha que se pueda. Entonces, asisten al espectáculo: los jugadores ingresan cuando el cuerpo técnico ya está sobre el verde césped. Entonces, se reúnen en una ronda. Pekerman habla, sus futbolistas lo miran. Se abrazan. Todo transcurre en silencio, porque las voces no llegan hasta la tribuna. Luego se separan, toman contacto con la pelota. Se arman dos grupos, se hacen pases sin correr demasiado. Luego, se separan en parejas: Teo con Bacca, Valdés con Yepes, Carbonero con James. Tocan la pelota y elogan. Entonces, hacen un trote, desde el extremo más lejano hasta el más cercano de la platea. Un trote tranquilo, lento. El preparador físico Urtasún mira y Pekerman camina, charla con Patricio Camps. Los futbolistas se tiran en el piso y elongan de nuevo. Entonces, aparece el jefe de prensa Mauricio Correa y dice: "Ya está muchachos, se cumplieron los quince minutos, afuera". Lo dice una, dos, tres veces. A los dos o tres minutos, los camarógrafos y los periodistas salen de a poco, espiando un poco más de la práctica sin saber muy bien buscando qué. La seguridad cierra la puerta de las tribunas y todos tienen un rato más para dejar el predio. Entonces, Bill Murray se despierta y todo comienza otra vez.


Día 2. Los periodistas están afuera de la carpa de prensa porque el calor dentro de la misma es insoportable minutos antes de las tres de la tarde. Sólo ingresan para anotarse en la lista de quienes desean hacer preguntas y vuelven a salir. Cuando aparecen los dos jugadores elegidos, todos regresan y se sientan. Hay mucha más capacidad de la necesaria y sólo las cámaras no están tan cómodas como deberían. Se hacen preguntas rutinarias y se escuchan respuestas rutinarias. Cómo juega el rival, cómo está el grupo, cómo se sintieron en el último partido. Termina la rueda de prensa y muchos salen corriendo rumbo a las tribunas del campo de entrenamientos, distantes unos 50 metros. Algunos trotan de manera cómica, con trípode y cámara a cuestas. Otros van con paso cansino, como si no esperaran demasiado de lo que verán. Son siempre los mismos, claro. Trabajadores de prensa que van una y otra vez al predio de Cotia donde se entrena la Selección Colombia. Se conocen, se saludan y, si se puede, se ayudan en la tarea. Se acomodan en la platea, lo más cerca del centro de la cancha que se pueda. Entonces, asisten al espectáculo: los jugadores ingresan cuando el cuerpo técnico ya está sobre el verde césped. Entonces, se reúnen en una ronda. Pekerman habla, sus futbolistas lo miran. Se abrazan. Todo transcurre en silencio, porque las voces no llegan hasta la tribuna. Luego se separan, toman contacto con la pelota. Se arman dos grupos, se hacen pases sin correr demasiado. Luego, se separan en parejas: Teo con Bacca, Valdés con Yepes, Carbonero con James. Tocan la pelota y elogan. Entonces, hacen un trote, desde el extremo más lejano hasta el más cercano de la platea. Un trote tranquilo, lento. El preparador físico Urtasún mira y Pekerman camina, charla con Patricio Camps. Los futbolistas se tiran en el piso y elongan de nuevo. Entonces, aparece el jefe de prensa Mauricio Correa y dice: "Ya está muchachos, se cumplieron los quince minutos, afuera". Lo dice una, dos, tres veces. A los dos o tres minutos, los camarógrafos y los periodistas salen de a poco, espiando un poco más de la práctica sin saber muy bien buscando qué. La seguridad cierra la puerta de las tribunas y todos tienen un rato más para dejar el predio. Entonces, Bill Murray se despierta y todo comienza otra vez.


Día 3. Los periodistas están afuera de la carpa de prensa porque el calor dentro de la misma es insoportable minutos antes de las tres de la tarde. Sólo ingresan para anotarse en la lista de quienes desean hacer preguntas y vuelven a salir. Cuando aparecen los dos jugadores elegidos, todos regresan y se sientan. Hay mucha más capacidad de la necesaria y sólo las cámaras no están tan cómodas como deberían. Se hacen preguntas rutinarias y se escuchan respuestas rutinarias. Cómo juega el rival, cómo está el grupo, cómo se sintieron en el último partido. Termina la rueda de prensa y muchos salen corriendo rumbo a las tribunas del campo de entrenamientos, distantes unos 50 metros. Algunos trotan de manera cómica, con trípode y cámara a cuestas. Otros van con paso cansino, como si no esperaran demasiado de lo que verán. Son siempre los mismos, claro. Trabajadores de prensa que van una y otra vez al predio de Cotia donde se entrena la Selección Colombia. Se conocen, se saludan y, si se puede, se ayudan en la tarea. Se acomodan en la platea, lo más cerca del centro de la cancha que se pueda. Entonces, asisten al espectáculo: los jugadores ingresan cuando el cuerpo técnico ya está sobre el verde césped. Entonces, se reúnen en una ronda. Pekerman habla, sus futbolistas lo miran. Se abrazan. Todo transcurre en silencio, porque las voces no llegan hasta la tribuna. Luego se separan, toman contacto con la pelota. Se arman dos grupos, se hacen pases sin correr demasiado. Luego, se separan en parejas: Teo con Bacca, Valdés con Yepes, Carbonero con James. Tocan la pelota y elogan. Entonces, hacen un trote, desde el extremo más lejano hasta el más cercano de la platea. Un trote tranquilo, lento. El preparador físico Urtasún mira y Pekerman camina, charla con Patricio Camps. Los futbolistas se tiran en el piso y elongan de nuevo. Entonces, aparece el jefe de prensa Mauricio Correa y dice: "Ya está muchachos, se cumplieron los quince minutos, afuera". Lo dice una, dos, tres veces. A los dos o tres minutos, los camarógrafos y los periodistas salen de a poco, espiando un poco más de la práctica sin saber muy bien buscando qué. La seguridad cierra la puerta de las tribunas y todos tienen un rato más para dejar el predio. Entonces, Bill Murray se despierta y todo comienza otra vez.