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Banderazo espontáneo

BRASILIA -- En la víspera de Argentina-Bélgica, la zona aledaña al estadio Mané Garrincha parecía haber entrado en un letargo hacia las 22:30, horario en el que se complica conseguir un restaurante abierto para cenar. Hasta el shopping que está enfrente a los hoteles bajó sus persianas un rato antes. Sí, en pleno Mundial y un día en el que jugó Brasil. Insólito.

Sin embargo, la calma se interrumpió con la llegada de "Barrilete Cósmico". El motorhome de la Fundación Quiropraxia para Todos, con su bandera gigante, sus parlantes, su intención de romper el silencio. Sus ganas de vivir el Mundial.

El banderazo espontáneo comenzó a acaparar la atención. Lo que comenzó como algo de 10 o 15, tomó cuerpo rápidamente. Los hinchas bailaban y cantaban en el medio de la avenida. Los autos que buscaban pasar por ahí, se prendían en la fiesta.

De repente, la movida congregó a unas 200 personas en la Quadra 5 del sector hotelero. Al ver lo que sucedía a través de la ventana, los argentinos bajaban de sus habitaciones con lo puesto. Todo sea por disfrutar el momento.

El hit de "Brasil, decime qué se siente" sonó una y otra vez en tono de cumbia. No faltó el himno nacional a cargo de Los Piojos y canciones de Los Redonditos de Ricota y La Bersuit. Dos mujeres , vestidas para salir, cambiaron sus planes: se subieron al micro para sostener la bandera y arengar a la gente.

No faltó el "aprovechador de turno", tratando de venderle entradas al que creía argentino. Porque en ese banderazo, no eran todos argentinos. Padre e hijo con camperas de Bélgica asistieron al evento. Correctos y sonrientes. Un simpatizante de Sao Paulo, con la camiseta puesta, se prendió a "La Mano de Dios", el tema de Rodrigo que sonó a todo volumen. Y otro brasileño, en muletas, se metió debajo de la bandera gigante al ritmo de "Soy Cordobés".

Una joven brasileña, short de jean, camiseta amarilla y tacos, hacía gala de sus dotes para la samba, con un partenaire de lujo: un hombre argentino, calvo él, con short blanco y en cuero, pese al frío que ya hacía a esa hora de la noche.

Cuarenta y cinco minutos después del arranque, seis patrulleros estacionaron a 100 metros y se acercaron a dialogar. No hubo conflicto. Los hinchas se movieron hacia un estacionamiento para liberar el tránsito. Pero la música siguió. En ese entonces, ya había una cámara de la TV brasileña haciendo notas.

El Barrilete Cósmico, que ya pasó por Río de Janeiro, Belo Horizonte, Porto Alegre, San Pablo y promete seguir a la Selección, lanzó una nueva convocatoria para el sábado a las 10. Desde ahí, caminata hasta el estadio.

Una chance para los que se perdieron el banderazo espontáneo del viernes a la noche. Una fiesta que rompió el silencio de Brasillia.