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Una visita obligada

BELO HORIZONTE (Enviado especial) – La Selección se despide de Belo Horizonte, donde llegó hace 32 días con el sueño de alcanzar la gloria. El mismo que pretende coronar este domingo, ante Alemania.

Brasil declaró su independencia en 1822 y se convirtió en una república en 1889. Entre las aspirantes a reemplazar a Ouro Preto como capital de Minas Gerais estaba Curral del Rei, la pequeña población que se convirtió en la Cidade de Minas en 1897. En 1906 pasó a llamarse Belo Horizonte.

Uno de los atractivos de la ciudad es la Iglesia de San Francisco de Asís, ubicada frente a la laguna de Pampulha. Fue ideada en los inicios de los '40 por Juscelino Kubitschek, un médico y político brasileño, que fue alcalde de Belo Horizonte y gobernador de Minas Gerais, antes de convertirse en presidente del país (1956-1961).

El proyecto arquitectónico de la Iglesia, construida de 1943 a 1945 y concluida en 1957, estuvo a cargo de Oscar Niemeyer, considerado uno de los íconos en su profesión. Colaboraron el artista plástico Cándido Portinari, el ingeniero de estructuras Joaquim Cardoso y el arquitecto paisajista Burle Marx, responsable de los jardines exteriores.

Por la módica suma de 2 reales, se puede ingresar a esta obra poca ortodoxa, que en los primeros años generó varios rechazos. La pared del fondo cuenta con un mural de San Francisco, pintado por Portinari. La fachada trasera es una composición blanca y azul de azulejos, también diseñada por Portinari. Nadie se va sin fotografiarse en ese sector.

Hablando de fotos, pocos respetan la prohibición de tomar imágenes dentro de la Iglesia. El silencio de la capilla contrasta fuertemente con los gritos de chicos y grandes, en el parque de diversiones que está enfrente. A unas pocas cuadras se encuentra el estadio Mineirao.

Detrás de la recepción, donde se pueden comprar souvenirs, hay un poster del Papa Francisco: "O Papa do povo (el Papa del pueblo)".

La Iglesia de San Francisco de Asís es una visita obligada para los turistas, sea cual fuere la religión que profesen. A pocas horas de la final, no sorprendería que la mayoría de sus visitantes sean argentinos.