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Ni Chivas ni Cruz Azul decepcionaron

LOS ÁNGELES -- Chivas y Cruz Azul no decepcionan. Absolutamente. Dieron lo poco que se esperaba de ellos. Lo poquísimo que se contemplaba de ellos.

Miserable el espectáculo. El futbol. La responsabilidad. El compromiso. El desempeño. La dignidad de los futbolistas. La actitud de los entrenadores. La capacidad estratégica en las bancas. La cobardía en los cambios.

Sí: Chivas y Cruz Azul no decepcionaron. Su rendimiento fue deplorable. Tal y como lamentablemente se esperaba.

Reñidos con el gol, pero especialmente incapaces de coherencia ofensiva, de gallardía en la búsqueda y defensa de la pelota, y, principalmente, dos escuadras que presumen agrupar talentos, se manifestaron torpes intelectualmente ante la jugada final o al menos para elegir la jugada final.

¿Y los talentosos y veteranos capaces de tragar fuego tras hacer buches con él? Chaco sólo ofrece chispazos, mientras que Reyna y Arce, quieren erigirse como los héroes de la nave que se hunden y se ahogan en esa desesperación y obsesión por hacer el gol.

¿Y los goleadores? Omar Bravo está por llegar a siete meses sin goles. Aldo de Nigris se acerca a seis meses sin gol. ¿Mariano Pavone? Bueno, indultado por su técnico Luis Fernando Tena porque no fue contratado sólo para anotar, llega a 41 juegos de Liga sumando sólo 10 anotaciones y menos asistencias.

Queda claro, los presuntos salvadores mencionados, están hundiendo a sus propias tropas. ¿Desertores? Bueno, al menos no cumplen con sus deberes, y esa es una forma de deserción y casi de traición.

Cuando dos equipos que se proclaman como grandes, como populares, como emblemas, como arquetipos del futbol mexicano, llegan a sumar entre ambos siete goles en siete fechas del torneo, es de causar lástima. Pero, es aún más lastimero y lastimosos que un solo jugador, Dorlan Pabón, de Monterrey sume la misma cantidad de goles que esos dos conjuntos.

En el caso de Chivas, con solo dos goles, cerca de la zona de descenso, ha ocurrido una metamorfosis más grave: prometió y abrió el torneo con la promesa y pretensión de ganar los partidos, pero hoy, el credo, el dogma, la aterradora teoría se convierte en aterrada decisión: lo importante es no perder.

¿Y el líder general y dominante del torneo anterior? Cruz Azul es otro. Son los mismos jugadores. Y son una versión lamentable de sí mismos. Han demostrado que después de sublimarse hace unos meses, ahora son capaces de ridiculizarse.

Más de 31 mil aficionados en la tribuna hicieron aún más patética la exhibición, cuando la mayoría se conformó, no por el paupérrimo espectáculo, pero sí por la pobreza del 0-0 que implicaba no tragarse la hiel amarga de una derrota.

Es lamentable que una mayoría de esas legiones de seguidores hayan entrado ya esa inercia del conformismo, se la supervivencia, de la abnegación, de la resignación.

Por eso, reitero, Chivas y Cruz Azul no decepcionaron, no defraudaron, no engañaron.

Fueron ni más ni menos el reflejo real de toda la podredumbre deportiva, profesional, competitiva, futbolística y ética que llevan arrastrando.

Y una buena noticia para sus seguidores: no los decepcionarán en el futuro inmediato.

No hay rastros, ni pistas, ni insinuaciones, de que puedan o quieran cambiar.

Parece que ambos equipo están decididos a mantenerse en la misma línea, o, incluso, acaso, a empeorar.