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Digámoslo claro: River juega bien

BUENOS AIRES -- ¿Podrá sostener este nivel con el correr tiempo? ¿Soportará desde lo físico? ¿Cómo hará para sustituir a Teo Gutiérrez? ¿De qué manera reemplazará los goles del colombiano? ¿Jugará igual ante rivales presuntamente más complejos? A lo largo de estas semanas fueron muchos los interrogantes que se plantearon desde afuera ante cada presentación de River. Quizás porque para muchos el nivel por el que está atravesando se trata sólo de un verano futbolístico.

Sin embargo, a todas esas dudas el equipo que conduce Marcelo Gallardo le opuso buen fútbol, goles y, obviamente, victorias. Cinco en forma consecutiva en el certamen doméstico. Hay que remontarse hasta 2003 para encontrar una racha semejante. Allí el entrenador del Millo era el chileno Manuel Pellegrini e hilvanó la misma cantidad de triunfos en fila. No hay nada casual ni desmedido en los análisis que se realizan. Aquellos que miraban con el rabillo del ojo, como imaginando que se trataba de una crítica tendenciosa, indulgente, hoy se topan con que la realidad que todo lo dicho es cierto.

River juega bien y hay que marcarlo sin eufemismos. Aunque para muchos suene desmedido, se trata de algo que se refrenda en cada presentación. Está la idea de juego, está la propuesta, están los intérpretes y están los que sostienen el esquema. Con mayor o menor trascendencia, pero cada engranaje de este equipo posee una función y la está poniendo en práctica con pericia. No se trata de algo casual, la continuidad en el tiempo marca que el mensaje fue captado con rapidez y es un acierto del entrenador.

Emigran los goles de Teo y aparecen los de Rodrigo Mora, sale Gabriel Marcado e ingresa un inspirado Augusto Solari, aflora el cansancio de las individualidades y surge el conjunto, River se afianza en cada presentación con una carta de presentación que para muchos técnicos es tan complejo de conseguir: un equipo.

Con niveles personales muy altos, pero sin alguien descollante. Como ya fue señalado en notas anteriores, más allá de quién haga los goles, la paridad de funcionamiento es una de las claves que le viene garantizando el éxito. Por supuesto que también se debe poner en este podio a la autoestima por las nubes, a la confianza desmedida y, como marcan los propios protagonistas, a la libertad que les ofrece el conductor, quien no sólo deja sino que también incita a que esté siempre presente la vocación de ataque.

En el marco de un fútbol tan parejo, en seis fechas disputadas ha sacado tres puntos de diferencia. No es poco. Además, junto a Newell's, son los dos invictos que tiene el campeonato. En tiempos donde aquello del paladar del hincha había quedado sepultado debajo de la desmesurada fuerza de los resultados, el River de Gallardo ha logrado que se desempolve eso de los gustos. Le dio vigencia al estilo. Y a juzgar por lo que piensa y expresa la gente, aún se le sigue dando trascendencia las formas.

Bienvenido sea que se celebre cuando un equipo juega bien. Quizás el mérito esté, también, en aglutinar consensos: la mayoría reconoce su fútbol. Eso sí, desde lejos se escuchan voces que dicen, por lo bajo, que todavía no ganó nada, algo que es cierto, pero que no debe inhibir el análisis de lo que ocurre en cada presentación del Millo. Que ha sacudido la modorra (y mediocridad) que había en el torneo de nuestro país.