<
>

River debió padecer como nunca

BUENOS AIRES -- La clasificación de River para la siguiente fase de la Copa Sudamericana le deja, además del pasaporte para los octavos de final, donde se enfrentará con Libertad de Paraguay, la demostración de que estamos ante un equipo terrenal. Que más allá del estupendo nivel que viene mostrando, con cosecha de resultados incluida, puede darse la contingencia de que en algún momento un engranaje de su máquina pueda fallar.

Y si bien ante Godoy Cruz funcionó a pleno su motor futbolístico, no puede decirse lo mismo de la otra mitad del equipo, la parte de la recuperación y de la defensa. Esta vez River debió padecer como nunca había sufrido hasta ahora a lo largo de la temporada. Es curioso, porque jamás dio la sensación de que su pase de ronda corriese peligro, pero sí se encontró con un oponente que, de haber tenido una mejor puntería, habría puesto al Millo en una posición inusual para este semestre. ¿En qué falló? Principalmente es esa velocidad y orden que tenía para recuperar el balón. Ser un equipo metódico e intenso eran tópicos que le otorgaban un valor agregado a un ataque contundente, sin embargo, sin la intensidad ni la eficacia que venía exhibiendo, pasó sobresaltos.

Pero no se puede ocultar que la voracidad por vulnerar al rival es una cualidad a la cual no margina siquiera en esos momentos de dudas. Siempre piensa en atacar, aún cuando no todo le sale a la perfección. Y fue ahí, en esa convicción, que ha encontrado a un aliado para ocultar otro tipo de errores. Esta vez sí con algunos nombres propios destacados. Rodrigo Mora le dio continuidad a su buena racha y anotó los dos goles de la victoria; Carlos Sánchez también puso el pechó y fue el otro superó a la media, más la pinceladas de Teo Gutiérrez, quien pese a caer en lagunas le ofrece a River un toque de distinción.

Falta de intensidad, fallas en la recuperación, ustedes estarán conjeturando que con este panorama una de las habituales figuras del equipo, Matías Kranevitter, no ha tenido una gran noche. Así fue nomás. Como River demostró ser un equipo terrenal, el volante central también dejó claro que es de carne y hueso y puede tener una noche regular. Y pese a que su jugador emblema del mediocampo no estuvo iluminado, el resto del once generó los anticuerpos necesarios como para suplir su escaso aporte. Fue señalado líneas arriba: más allá de no haber tenido una gran partido, el equipo de Gallardo ganó en forma merecida y creó una buena cantidad de situaciones de gol.

El propio técnico, en la conferencia de prensa, se mostró autocrítico y aseguró no irse pleno con lo realizado. Un gesto que lo vuelve transparente aún en las malas. A la catarata de elogios que River venía recibiendo, hoy hay que ponerle un freno. Porque pese a ganar merecidamente no repitió la actuación de otros compromisos. Y ahora la vara para medirlo está muy alta, por eso la exigencia es mayor. Cada cotejo será un nuevo desafío, deberá tener la inteligencia y la aptitud para superar los escollos que sus rivales le presenten.