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...Y todo sigue siendo culpa de Layún

Es el ejemplo casi perfecto de cómo un futbolista con esfuerzo, trabajo, dedicación y concentración puede mejorar no solo en aspectos mentales también en temas de orden técnico y táctico. El viernes, con el gafete de capitán ceñido sobre el hombro derecho, encabezo una noche de ensueño en su carrera, marcando cuatro goles y confirmando al América como el mejor equipo del campeonato. Y todo sigue siendo culpa, única y exclusivamente, de Layún...

LOS ANGELES, CA.-- Fue a finales del año 2009. Era la primera vez que escuchábamos su nombre, pero su nombre no era o no parecía tan importante como el hecho --convertido en anécdota-- de que se había transformado en el primer futbolista mexicano de la historia en jugar en la competitiva y famosa "Serie A" del futbol italiano.

Dos partidos, solo 14 minutos en la camiseta del Atalanta de Bérgamo no fueron, sin embargo, los acontecimientos que colocaron su nombre en un nivel preponderante y mediático. Cuando llegó a México para jugar en el América, cada error suyo, cada pifia, cada desconcentración, cada mala decisión se manifestó en una campaña en las redes sociales. Y apareció enseguida la leyenda --o como le llaman en el idioma de las redes sociales, el "hashtag"-- que amenazaba con marcar su carrera y su vida para siempre: "Todoesculpadelayún".

Y entonces, cuando el balón se iba, cuando su carrera estaba por tomar un camino definitivo, malogrado y obscuro, Miguel Layún decidió que todo podía ser diferente.

Miguel Layún es el ejemplo casi perfecto de cómo un futbolista con esfuerzo, trabajo, dedicación y concentración puede mejorar no solo en aspectos mentales también en temas de orden técnico y táctico. El viernes, con el gafete de capitán ceñido sobre el hombro derecho, encabezó una noche de ensueño en su carrera, marcando cuatro goles y confirmando al América como el mejor equipo del campeonato. Y todo sigue siendo culpa de Layún.

Hay, casi siempre, un aprendizaje o una lección de vida detrás de un futbolista. En Layún esta reflejada la historia de muchos de nosotros. De personas como usted o como yo, que nada nos cae del cielo, que muchas veces no nacemos con algunas cualidades para hacer ciertas cosas, que no somos "naturales" en muchos aspectos de nuestro vida profesional y que, sin embargo, con dedicación, esfuerzo y lucha diaria encontramos los métodos para salir adelante. Layún no tiene las características de clase y de técnica de cientos de jugadores en el futbol mexicano, pero tiene una mente poderosa, dispuesta a derrocar cualquier obstáculo para salir adelante. Es la clase de persona que prefiero tener siempre a mi lado y no en contra.

En las postales frescas que Layún nos ha entregado en estos años de su aun joven carrera, recuerdo una, hace un par de torneos en Toluca, cuando después de un gol suyo, corrió hacia la banda y pegó la cara contra el enrejado para celebrar en compañía de sus padres la anotación. Maravillosa escena que refleja además sus valores como persona, hijo, esposo y hombre de familia.

Hace también algunos meses, cometí un error --del cual sigo arrepentido--: llamé a los jugadores del América y en especial a Layún "llorones" tras quejarse de un arbitraje en un partido que habían perdido. Layún me respondió con firmeza y cortesía a través del twitter, cuestión que deja en claro su educación y su nobleza.

Antonio Mohamed ha descubierto al capitán que el América buscaba desde hace tiempo: un chico normal, más común y corriente que la mayoría con el balón en los pies, que lucha, que pelea, que nunca desfallece y que encuentra la manera de convertir sus carencias en atributos. Futbolistas como Miguel Layún aparecen raramente en la historia del futbol mexicano y en un club como el América. Habrá que disfrutarlo al máximo.

Y sí, todo sigue siendo "culpa de Layún".

@Faitelson_ESPN