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Historia repetida en la Copa Ryder

Reed mostró que está hecho de una madera diferente, pero todavía es muy joven Getty Images

BRISTOL -- El aspecto mental tiene mucho que ver en cualquier deporte, en los que son individuales influye más todavía y en el golf es lo que muchas veces decide quién gana y quién pierde.

Esto pasa a todo nivel y es lo que le sucede a los jugadores de Estados Unidos cuando llega la Ryder Cup. El problema es mental. Es la única forma que encuentro para poder entender por qué Europa ha ganado 10 de las últimas 15 ediciones, con 4 triunfos de USA y un empate.

El cuento de que Europa es un equipo y los americanos son individualidades no me lo creo ni por un minuto, más allá que es verdad que el circuito europeo hace que los jugadores sean más compañeros entre sí. No piensen ni por un instante que Faldo era amigo de Severiano, o que Sandy Lyle salía a comer con Woosnam todas las noches. Eran tan individualistas como los americanos, pero estaban en una misión. Todos sabían que el tour podía crecer a través del éxito en la Ryder Cup, atrayendo más sponsors, generando mayor interés en la televisión y de esa manera lograr más ingresos para hacer crecer las bolsas de premios. Eso fue lo que los unió, además de las ganas que tenían aquellos próceres del golf del Viejo Continente de demostrarle al mundo y a ellos mismos, que podían jugar de igual a igual con las estrellas del PGA Tour.

Esa idea es la que se ha ido transmitiendo de generación en generación y hoy, jugadores que durante el año pasan desapercibidos se transforman cuando llega la Ryder Cup.

Si uno lee los equipos antes de empezar, la mayoría de las veces pasa que los americanos tienen mejor ranking mundial que los europeos y muchos más pergaminos, pero al final la historia es casi siempre la misma.

Es cierto que para esta edición Europa contaba con McIlroy, García, Rose y Stenson, que están entre los 6 mejores del mundo, pero también es cierto que Kuchar, Watson, Furyk y Fowler también están entre los 10 mejores. Es verdad que McIlroy hoy es un jugador impresionante y diferente al resto, pero también Tiger Woods era un jugador impresionante hace unos años y sin embargo con él en el equipo USA ganó una sola Ryder Cup (1999).

El tema pasa porque se les han metido en la cabeza y contra eso es difícil de luchar. Los europeos llegan a la Ryder pensando que van a ganar, los americanos llegan pensando que los europeos piensan que van a ganar y por último, los europeos saben que sus rivales piensan que Europa les va a ganar. Parece un trabalenguas, pero es así.

La pregunta que hay que hacerse es cómo puede USA resolver esta historia.

Creo que si esto fuera un tema individual, sería de casi imposible solución, pero al ser una cuestión de equipos, puede ser que alguna vez la historia cambie y esto puede darse de dos maneras. L

a primera y la más rápida es que en alguna edición los planetas se le alineen a los americanos y terminen ganando 18 a 10, como para mandarles el mensaje que se acabó la paternidad.

La otra forma es que surja un líder en USA que lleve adelante el equipo desde adentro. Estoy hablando de tipos como Floyd o Wadkins, jugadores que miren a sus compañeros y estos piensen "mejor ganemos porque si no este tipo nos mata". Ni Tiger, ni Mickelson han demostrado ser ese personaje y por ahora no aparece nadie en el firmamento.

Esta semana, Patrick Reed mostró que está hecho de una madera diferente, pero todavía es muy joven y necesita ganar cosas grandes para transformarse en ese líder que mencionaba.

Europa volvió a festejar. Los americanos se volvieron de Escocia con las manos vacías, con otro resultado abultado, y con una cicatriz más que tardará dos años en cerrar. A esto hay que sumarle esta vez el papelón en la sala de prensa.

Por las mentes de todos ellos pasan las imágenes de los europeos festejando. Una película que ven una y otra vez, pero a la cual no saben cómo cambiarle el final. Ni cómo sacársela de la cabeza.