En unos cuantos minutos, el cortocircuito se convirtió en un incendio: la defensa, la generación de juego y la capacidad de meter goles quedó en evidencia. El líder general recibía la mayor sacudida en toda la "era" de Mohamed. Y mientras ello le ocurría al -hasta ese entonces- 'intratable América', el crespúsculo nublado de la Colonia Nochebuena confirmaba también que este Cruz Azul puede y debe jugar en otro sitio de la tabla.
LOS ANGELES, CA -- Los vientos del torneo mexicano pudieron haber cambiado de dirección.
Durante algunos minutos, aquello parecía un verdadero "ballet azul": velocidad, precisión, explosividad, espectacularidad y demolición. Y lo peor es que Cruz Azul no sólo mostraba su mejor versión del campeonato y exhibía los mayores defectos y carencias del rival, también ponía de manifiesto todos "los miedos" del líder general.
El torneo mexicano cambió en el crepúsculo nublado del sábado en el Estadio Azul. La jornada mostraba a un América endeble, inoperante, inexpresivo, a un América con más dudas que respuestas, a un América que no tiene fundamentos para dominar a placer la Liga y sacar una amplia ventaja sobre el resto de los contendientes. El América volvió a ser de carne y hueso, un mortal más en la brega por el titulo.
Lo que algunos -muy pocos- advertíamos desde hace algunas semanas se hizo al fin realidad: este América de Mohamed no era propiamente lo que las crónicas relataban. En unos cuantos minutos, el cortocircuito se convirtió en un incendio: la defensa, la generación de juego y la capacidad de meter goles quedo en evidencia. El líder general recibía la mayor sacudida en toda la "era" de Mohamed.
Pero hubo tiempo para más descubrimientos en los noventa minutos de la Colonia Nochebuena y uno de ellos fue la confirmación de que Cruz Azul puede y debe jugar en otro nivel futbolístico. Luis Fernando Tena abrió la cancha, puso a Barrera -que tuvo un gran partido- de un lado, y el ecuatoriano Rojas del otro. En medio de ellos, un Formica dinámico y un Pavone que no paraba de correr y luchar. Torrado y Báez hicieron el trabajo de contención, recuperación y alimentación, mientras que Rogelio Chávez ayudaba a vulnerar por la derecha. Cruz Azul jugaba mejor que nunca aún con "El Chaco" Giménez y con Marco Fabián desde la banca.
El torneo pudo haberse transformado a partir de lo que vivimos en la cancha del Azul. Un América que no podrá vivir de sus rentas como parecía pretenderlo y un Cruz Azul que tiene el potencial para jugar desde otro sitio de la tabla. El mensaje fue directo, poderoso, contundente.
@Faitelson_ESPN