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Chivas va de la opulencia a la mendicidad

LOS ÁNGELES -- Idos, los tiempos de manteles largos, banquetes y bonanza, Chivas festeja la limosna que cayó en su regazo. 3-3 ante Xolos, en el semivacío Omnilife, y cuando tuvo ventaja de 2-1.

Idos, los tiempos de insolencias y bravuconadas, de temeridades y fanfarronerías, la soberbia estira las manos por el mendrugo de un empate de último minuto. Un sorbo de agua para el insolado, asolado, asoleado y desolado Guadalajara.

Idos los tiempos de los vaticinios generosos, opulentos y omnipotentes y prepotentes, de ganar títulos, de forjarun nuevo Campeonísimo, de impacto internacional, mundial casi, y los edictos de ser los mejores del mundo, de codear linaje con Real Madrid, Barcelona, Milan, Bayern, Manchester, y de importar jugadores por rebaños cada año, hoy el Rebaño se aferra a los bules que pueda para mantenerse a flote en la Primera División.

Idos los tiempos en que "pequé de soberbia", y en los que "no entendía de humildad"; en los que se burlaba de sus semejantes, y de los antagonistas en desgracia, hoy Jorge Vergara y sus Chivas veneran en el altar de la supervivencia, la dádiva de un punto.

Idos los tiempos de Césares y de Nerones, de excesos y bacanales, de ese moderno Imperio Romano, hoy el Guadalajara enfrenta una realidad amarga, en la que le faltan plenamente al respeto, incluso, como ya es un hábito, en su propio estadio, en el OmniLife, ese mismo en el que dijo Vergara que "lo construimos porque aquí seremos invencibles. Será como el Bernabeu para el Madrid y Old Trafford para el Manchester".

Idos pues esos tiempos de utopías, quimeras y sueños de grandeza, hoy Chivas mide la dimensión de su desgracia. No endereza el rumbo y cada vez su destino parece estar más en manos de Veracruz, Leones Negros y Puebla, que en sus propias manos.

El 3-3 ante el Xolos es incluso el reflejo de esa jactancia, de ese engreimiento. Ganaban 2-1 y Chivas hizo movimientos en cancha y de hombres porque hasta pensó que podía golear.

El destino los alcanzó cerca del final y sólo un gol de Jair Pereira, villano y héroe, patiño y protagonista, logró rescatar al Guadalajara de la humillación, de otra más, para un equipo que se vanagloriaba hasta hace nueve días, de su restablecimiento de la solidez defensiva: lleva ya diez recibidos en una semana, cinco en Liga y cinco en Copa.

Xolos estuvo en la antesala de la gloria buscada. Del 2-1 se enderezó a un 3-2 con olor a exequias rojiblancas, pero el tanto de Pereira les arrebató la victoria que le sabría restablecido en sitios de combate de Liguilla en la tabla.

Como visitante el empate tiene aroma de fiesta, pero debe ser amargo al final el desenlace porque se quedaron a segundos de ese triunfo que los hubiera agregado a la caravana de postemporada.

A Chivas se le viene el Clásico. Un América herido en Querétaro, y después recibe a Tigres, con la ya anunciada invasión felina, que puede perpetrarse si el desaliento de los aficionados rojiblancos ocurre tras un eventual descalabro ante El Nido.

Pero, para Chivas, ha llegado el momento de conformarse al menos con los mendrugos de empates lastimeros como el de este domingo.

Los millonarios, cuando caen de su endeble pedestal, o andamio, a veces, también pasan hambre.