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Un futbol que no entretiene

Mexsport

El Clásico fue de una pobreza terrible. Los empates a cero, la mediocridad reflejada en más de 10 equipos que aún buscan un boleto para las finales y la eterna promesa de que los días de mayor espectáculo llegarán en la famosa liguilla. ¿Éste es el futbol que merece la pasión del mexicano? Hace ya algunos años, me metí en el pasillo equivocado de aquel imponente edificio de vitrales transparentes. Y ahí vi lo que tenía que ver: quienes eran, los que finalmente, tomaban las decisiones en el futbol de México.

LOS ANGELES, CA.- Me metí en el pasillo equivocado. Era el área de ventas, donde ejecutivos de trajes impecables, de camisas perfectamente planchadas y almidonadas, bien afeitados y siempre pendientes de la perfumada secretaria para saber en qué restaurante de lujo sería la siguiente reunión de los negocios. En poco más de 30 años como periodista deportivo, me di cuenta de que las principales decisiones del futbol mexicano se toman aquí, lejos de la cancha, olvidándose de los que saben y apegados estrictamente a una calculadora, a estudios, a análisis y comportamientos de mercados. A lo lejos, recuerdo aquella frase: "Ya viene la liguilla. Ahí vamos a doblar todo lo que invertimos".

El mediocre escenario de cada pasaje final del torneo mexicano está otra vez de regreso: 11 equipos peleando aún por la posibilidad de un boleto a las finales, jugadores y entrenadores que hablan de "salvar" el campeonato con un boleto para la liguilla y parajes desiertos en la cancha, empates a cero, partidos sin fondo, sin ritmo y sin la capacidad de cumplir con lo que finalmente es el objetivo medular de este asunto: entretener.

El tradicional y aparentemente partido más esperado de la campaña fue una traición a sus ideales, recuerdos e historia. El llamado Clásico, el América vs. Chivas, terminó siendo un encuentro carente de emociones, donde reinaba, de un lado, la apatía y la insolencia y del otro, el conformismo y la mediocridad. Casi 100 mil personas, en una tarde nublada en el Estadio Azteca, abuchearon a los dos equipos, mientras técnicos y jugadores se dedicaban a intercambiar mensajes justo después del silbatazo inicial. "Chivas actuó como un equipo ratonero", dijo el americanista Paul Aguilar mientras su compañero, Oribe Peralta, también criticaba el parado del equipo visitante. Fernando Arce, tibiamente, respondía que el Guadalajara había salido a hacer el juego que mejor le convenía. La realidad es que los dos decepcionaron en un torneo que vuelve a decepcionar por su poco nivel en la cancha.

El problema sigue siendo un sistema de competencia que persigue dinero en lugar de un beneficio deportivo.

La televisión sigue mandando en el futbol mexicano --y eso no está del todo mal. Sucede en la mayor parte de los deportes profesionales y de entretenimiento en el mundo, pero aquí las cosas no terminan haciéndose con la inteligencia debida. El sistema de competencia en México está agotado. No funciona más de esa manera porque lo único que propicia es mediocridad. Hay que buscar y lograr nuevos métodos que satisfagan tanto a la parte económica como a la deportiva. Y no lo sé, yo no me dedico a eso, pero tal vez un "campeón" en la fase regular y quizá una serie de rondas finales donde se busque a otro "campeón", quizá una disminución de equipos para formar dos ligas y que cada año se promociones el ascenso de tres nuevas plazas. Reglas más específicas para los jugadores extranjeros, la obligación de debutar más jóvenes, etc, etc... De la misma manera en que hacen graficas de análisis, de estudio y de desarrollo también hay que tomar en cuenta algo muy preciado: el futbol. Pero no son los ejecutivos de traje y corbata los que debe tomar esas decisiones.

En el pasillo equivocado. Ahí, estaba, entre personajes apegados a su celular, a su agenda, a sus citas para resolver el futbol que después vemos en la cancha. Tipos que, además, siempre tenían una amenaza velada: "Recuerda que de aquí, de esta mesa, sale también para pagar tu sueldo". Nunca vi en esos pasillos ni a Nacho Trelles, ni a Miguel Mejía Barón, ni al "Tuca" Ferreti, ni a Manolo Lapuente, ni a Carlos Reinoso, ni a Javier Aguirre, ni a Ricardo Lavolpe. Lo único que había eran números, sonrisas falsas y un deseo voraz de cerrar el negocio.

@Faitelson_ESPN