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Cómo NY debe lidiar con el fiasco de A-Rod

El veterano de los Yankees Alex Rodríguez sigue siendo noticia fuera del terreno de juego. Kevin C. Cox/Getty Images

La historia del diario Miami Herald sobre Alex Rodríguez confirmó lo que muchos probablemente ya habían asumido, que su ardiente y agresiva defensa en el 2013, sus palabras y su estrategia legal, fue un espectacular engaño.

Y al decir el adjetivo espectacular, hablo de su enormidad, no de su calidad. Él siempre ha parecido tan transparente como un chico de 3 años que niega que se haya comido una galleta con su cara llena de chocolate.

Rodríguez tiene las decenas de millones de dólares que se necesitan para intentar poner en ridículo el sistema de pruebas antidopaje de Grandes Ligas, y lo intentó hacer, sin preocuparse por el daño colateral que eso pudiese causar.

Porque todos nosotros realmente queremos olvidar el ridículo circo de su defensa de Biogenesis, encabezada por las protestas con cartelones hechas frente a las oficinas de MLB, donde se llevaban a cabo las audiencias de la comisión sobre el caso, no les vamos a hacer aquí un recuento completo de los meses de falsedades que vivimos en ese momento.

Pero sí vale la pena tocar un par de los aspectos más descarados de su conducta, para definir el alcance de su duplicidad, la que, con el beneficio de verla desde lejos, luce como una teoría de distorsiones similar en tamaño a la de la Gran Explosión que dio origen al universo.

1. Michael Weiner, el líder en ese entonces de la Asociación de Jugadores, se estaba muriendo durante el 2013, y luego que explotara el escándalo de Biogenesis, él representó a los jugadores implicados mientras ellos encaraban la evidencia y los posibles castigos. Uno a uno, desde Ryan Braun a Nelson Cruz, los acusados acordaron aceptar su culpabilidad mediante el equivalente a acuerdos con la fisclía. Todo el mundo excepto Alex Rodríguez, quien siguió peleando contra las acusaciones, durante todo el proceso de arbitraje que fue encabezado por la salida abrupta de A-Rod de dichos procesos.

El que Weiner tuviese que pasar tiempo innecesario en los últimos días de su vida intentando defender la deshonestidad ridícula de Rodríguez, con la debida diligencia y la buena fe y el cuidado que Weiner siempre le puso a su trabajo, es algo desgarrador.

Y entonces Rodríguez, aparentemente sabiendo que la defensa de su caso esbozada por la unión estaba construída sobre las arenas movedizas de sus mentiras, tuvo el atrevimiento de presentarse en el funeral de Weiner.

2. Como indicara Ian O'Connor en su columna del martes, Rodríguez ha estado haciendo apariciones públicas a nombre de la Fundación de Taylor Hooton -- que se dedica a la lucha contra el uso de sustancias para mejorar el rendimiento (PED) -- y hablándole a los niños sobre los peligros de los esteroides mientras simultáneamente le susurraba con la otra parte de su boca a Anthony Bosch sobre como doparse mejor y evitar ser detectado. Él utilizó la integridad de la fundación, creada tras la muerte del hijo de su fundador, para pulir su imagen como un A-Rod arrepentido y rehabilitado, mientras todo el tiempo se la pasaba tomando drogas.

3. Él engañó a sus hermanos en la Asociación de Jugadores, quienes adoptaron las reglas para las pruebas de dopaje en un esfuerzo por nivelar la competencia en el terreno de juego. Mucho antes de su confesión a los federales, muchos de sus compañeros asumían que él estaba mintiendo, razón por la cual Ryan Dempster le tiró con todo a Rodríguez una y otra vez en agosto del 2013.

En las páginas del recurso legal sometido por Rodríguez a principios de enero, esto es lo que sostenía Rodríguez: "Yo he sido claro en que no utilicé sustancias para mejorar el rendimiento como se alega en la notificación del castigo... y para poder probarlo, llevaré esta pelea a la corte federal".

Menos de tres semanas después, le estaba diciendo la verdad a los federales luego de concretar un acuerdo.

Algunos atletas han utilizado PEDs y luego inmediatamente confesaron haberlo hecho tras ser atrapados, como lo hizo Andy Pettitte. Algunos han sido atrapados y solo aceptaron la verdad para evitar que sus fortunas personales no se vieran comprometidas, como le sucedió a Jason Giambi. Otros lo han negado y negado hasta que fueron acorralados legalmente para confesar, como le sucedió a la estrella del atletismo Marion Jones.

Pero si se llegase a construir un Salón de la Fama para usuarios de PED, entonces Lance Armstrong, Braun y Rodríguez tendrían que tener su ala privada en ese edificio, por la manera cínica en la que estuvieron dispuestos a atacar y mancillar la reputación de otros para poder ocultar sus engaños y sus mentiras.

Por lo menos, Armstrong se está desvaneciendo junto con la historia. Pero dentro de algunos meses, Rodríguez está pautado para volver de su suspensión de un año para reportarse a los entrenamientos primaverales de los Yankees a los 39 años (esto asumiendo que las Grandes Ligas no abran otra investigación sobre su recién revelado testimonio a los federales).

Los Yankees le deben a Rodríguez por lo menos $61 millones en las próximas tres temporadas como parte del acuerdo de 10 años y $275 millones que firmó con el equipo en el otoño del 2007. Tal como está, él promete eclipsar todo lo demás y a todos los otros jugadores en las siete semanas que duran los entrenamientos primaverales y en el comienzo de la temporada 2015, y a menos que los Yankees vean un valor real en esta infamia, las probablidades de que el equipo se beneficie de su continua asociación con Rodríguez son dudosas.

En el periodo de seis años entre 2009 y 2013 -- antes de que se perdiera toda la temporada 2014 -- Rodríguez se perdió un total de 308 partidos. De hecho, la última vez que apareció en más de 138 juegos en una temporada, Joe Torre era su manager.

En sus 44 gloriosos juegos en el 2013, Rodríguez, quien sufrió cirugías significativas en ambas caderas, bateó .244, mostrando un alcance bien limitado en la tercera base. Los Yankees tienen tantas dudas sobre Rodríguez como jugador que no cuentan con él para nada al entrar a los entrenamientos primaverales. Ellos tienen planes de contar con alguien más para jugar la antesala de forma regular, quizás Chase Headley si firma de vuelta, y ellos tienen a Mark Teixeira en la primera base y a Carlos Beltran como bateador designado.

Es posible que Rodríguez pueda sorprender, dada su extraordinaria forma física y su amor sincero por la preparación pre juego. Es posible que al no tener nada que perder, luego de por lo menos dos as altos de uso de PED en su carrera, él pueda intentar vencer al sistema nuevamente, en un esfuerzo por ser grande -- como hizo Armstrong, en su último regreso al Tour de France.

Pero hay un terreno más alto para que los Yankees y su dueño Hal Steinbrenner lleven esto.

Muchos equipos en el béisbol, entre ellos los Yankees, tienen cláusulas de conducta en los contratos con sus peloteros, a pesar de la percepción general dentro de la industria de que el lenguaje de esas cláusulas es superado por los términos del Convenio Colectivo. La validez de esas cláusulas nunca ha sido retada; nadie sabe con certeza si son en absoluto aplicables.

¿Podría algún equipo tener mejor oportunidad de probar esas cláusulas de conducta?

Parte de la razón de que los Yankees no han cortado todavía sus lazos con Rodríguez es aparentemente porque no están listos para asumir que le tendrían que pagar los $61 millones que se le deben. Quizás él esté incapacitado físicamente, imposibilitado de jugar, y el seguro se encargaría de pagar una gran parte del salario restante. Quizás renuncie por cuenta propia. Quizás sea suspendido nuevamente.

Pero para una franquicia que vale miles de millones de dólares, el manager a Rodríguez en su plantilla -- siendo la cara de la franquicia, les guste o no a los Yankees -- con la esperanza de recuperar algunos dólares mediante el seguro parece una actitud increíblemente pasiva, y hasta tonta en términos monetarios.

Podría haber más valor si intentan tomar el terreno más alto.

Lo que Steinbrenner podría hacer es decir:

Ya basta.

A la luz de la información más reciente sobre la reciente admisión de Alex Rodríguez a investigadores federales, tenemos un panorama más completo en cuanto la longitud de sus acciones para engañar a la organización de los Yankees, y echar sombras sobre las actuaciones de otros miembros de la organización, incluyendo aquellos en nuestro equipo médico.

Alex Rodríguez no va a jugar nuevamente para los Yankees, y tenemos la intención de explorar todos los remedios legales a nuestro alcance.

Si Hal Steinbrenner atacara el dilema de A-Rod de esta manera, lo peor que podría sucederles es que la franquicia tenga que pagar el dinero que de todas maneras le deben a Rodríguez, algo que parece que va a suceder de todas maneras. Es muy posible que cualquier reto en las cortes basado en la cláusula de conducta falle.

Por otro lado, Steinbrenner podría ganar algo de respeto con parte de la base de fanáticos de los Yankees que en general está cansada de Rodríguez. La cofradía de equipos de MLB apoyarían en silencio a los Yankees y la cláusula de conducta, la que siempre será inútil hasta que alguien la rete.

Si Steinbrenner juega esto de la manera correcta, es posible que Rodríguez pueda hacer una contribución final y duradera al deporte, y con algo que valga la pena a partir de un comportamiento particularmente atroz.