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Messi: que la pasión no ciegue

ESPN

El deporte siempre ha sido parte de un mundo de rivalidades y de pasiones encontradas. Y esa competencia ha producido a equipos de gran envergadura y atletas de grandes alcances, pero lo importante aquí es que esa polarización de sentidos no termine apartándonos del mensaje y de la obra más importante: la del ser humano, la de un futbolista que es capaz de generar magia y arte a su alrededor para entregarnos algunos de los pasajes más impactantes y profundos en la historia misma del deporte. Apreciemos y gocemos al futbolista, más allá de su color de camiseta, de su credo futbolístico o de la tribuna que representa.

LOS ANGELES, CA -- No estoy muy seguro si la mayor parte de los aficionados -y también los que no forzosamente son aficionados al deporte- hayan comprendido la clase de futbolista que tenemos ante nuestros ojos.

Y entiendo muy bien que el deporte es un mundo de rivalidades, de pasiones, de preferencias, de ideas, de sentidos, de colores, de polarizaciones y que al final del día, ello puede determinar el gusto por un jugador o por otro. Pero más allá del color de su camiseta, de su credo futbolístico o de la tribuna que representa, tenemos prohibido cegarnos ante la realidad de lo que este futbolista significa para la historia misma del deporte.

A sus 27 años de edad, Lionel Messi puede darse un lujo que no cualquier futbolista en la historia puede presumir: alcanzar, en la misma semana, el récord de más goles en la historia de la Liga de Campeones de Europa y el de más goles en la historia de la Liga de España. ¿Hace falta agregar algo más?

Sí, podríamos agregar algo más, mucho más a una historia escrita no solo en condiciones de estadística, de récords, de trofeos, de logros, de distinciones, de premios, también está y estará siempre la forma en la cual este futbolista ha entregado su trabajo en la cancha. Para Messi no solo han sido los resultados, fehacientes, poderosos, infranqueables, también han sido las maneras y los métodos en los cuales lo ha establecido.

Y que corra el video en la más alta definición que impone la época de la tecnología: lo logra comenzando la jugada, con un amague, con un cambio de ritmo, con una potencia salvaje en las piernas, de derecha, de izquierda, con el hombro, la cadera o la cabeza, en perfil cambiado, barriéndose para cerrar a segundo palo o intuyendo la forma en la cual reaccionará el defensa. No hay un plan predeterminado para las ejecuciones de Messi: lo único que se impone es una condición que va más allá de los límites humanos para jugar al futbol.

Yo, igual que muchos de ustedes, disfruto de manera profunda el duelo que la época nos ha permitido atestiguar. Me gusta y reconozco cada sentido de competencia que Cristiano Ronaldo ofrece desde la camiseta del Real Madrid. Es un fuera de serie, con una personalidad radiante, avasalladora y una capacidad feroz en la cancha para hacer lo que mejor sabe hacer: meter goles y llevar a su equipo hasta el triunfo, pero cuando Messi se pone a jugar al futbol, los demás parecen simple y escuetos mortales que están para dar fe de la obra de un "elegido".

Los números, los récords, las estadísticas son solo una consecuencia de lo que Lionel Messi establece sobre una cancha. De alguna u otra forma, Messi ha utilizado esas condiciones numéricas y al propio Cristiano para mostrarnos parte de su grandeza.

Y entiendo que la pasión y la competencia son fundamentales en la vida de cualquier ser humano. El Real Madrid, el Barcelona, el Bayern Munich, los clubes ingleses o italianos. En gustos, en preferencias, en sabores, olores, se rompen todos los géneros. La competencia es válida, totalmente comprensible y resulta al final, insisto, en una situación de la que todos nos vemos favorecidos, pero que esa pasión no termine alejándonos o cegándonos de lo que alguna vez los libros de historia relatarán como uno de los más grandes jugadores de futbol de todos los tiempos.

@Faitelson_ESPN