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El final del invicto

BUENOS AIRES -- A lo largo de los últimos partidos jugados por River, siempre hemos destacado el amor propio como valor agregado de un equipo que venía sufriendo el desgaste por la seguidilla de compromisos. Un plantel corto, con escaso recambio de características parecidas a los titulares, obligaron a Marcelo Gallardo a posponer en más de una oportunidad a una necesaria rotación. Así fue como el técnico decidió darle descanso a una porción mínima de futbolistas. En este contexto, la merma de rendimiento se hacía notoria. Pero siempre esa convicción y ganas de ir para adelante lo fueron salvando de lo que parecían ser seguras derrotas.

Todo esto obliga a mirar la realidad de manera objetiva, y de esta se desprende que no llama la atención que River se haya quedado en 31 partidos el invicto de no conocer la derrota. Para Estudiantes la tercera fue la vencida. Después de haber perdido en los dos choques de Copa Sudamericana, el Pincha se tomó revancha y le recordó al Millo que es un equipo terrenal, capaz de caer en peligrosos vaivenes. La noticia es que River perdió. Y la verdad es que no sorprende. Por el contrario, los flojos partidos que venía disputando (de los últimos 13 en 10 arrancó perdiendo) eran una invitación a que pensemos que esa costumbre de ganar tendría una corta vida. Eso ocurrió finalmente. Un equipo con una diferencia táctica importante respecto de lo que venía haciendo (marcó con tras en el fondo) y con futbolistas ausentes (porque deben representar a sus selecciones o porque les dieron descanso), no estuvo a la altura de lo que venía desplegando el puntero del campeonato. Y ya expresamos en diferentes entregas que los suplentes no tienen el funcionamiento de los titulares. Son habilidades casi antagónicas. Algunos acompañan bien, pero aún les falta una vuelta de rosca para ser ellos los que tengan en sus pies la posibilidad de modificar el rendimiento.

La derrota previa sufrida por Lanús a manos de Tigre, dejó dos interpretaciones abiertas: una, la que se manifiesta por lo bajo, y es que River dejó pasar una posibilidad notable de afianzarse en la cima del campeonato. Y la otra, que muchos optaron por erigir, que dice que es mejor perder cuando lo mismo le sucede al inmediato perseguidor. Lo concreto es que continúa al tope de las posiciones y que su escolta no le acortó la brecha. Pero más allá de especulaciones y otras yerbas, lo que la gente quiere es que River vuelva a ser River en los partidos con Boca, por la Copa Sudamericana. Ese es el sueño, el anhelo, el deseo, la exhortación. Al hincha los títulos le interesan, pero mucho más eliminar a Boca. Por eso, cuando escuchan que el próximo oponente es Olimpo y no el clásico rival, enseguida empiezan a imaginarse en sus mentes lo que podrá suceder. Inclusive algunos, cuando se retiraban del Monumental tras haber resignado el invicto, sugirió que no era malo perder ahora, porque podría ser una alarma para despertar en el Superclásico. Lo destacado es que Estudiantes terminó con el invicto de River, ahora habrá que ver sí eso lo revitaliza y motiva de cara a lo que se le viene...