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Final bajo el estigma del gerundio de recular

LOS ÁNGELES -- Reglamento y cinismo. A partes iguales. Así llegan a la Final. Nada los demerita. Pero nada los enaltece.

Tigres y América, en la apuesta por la mezquindad como estilo de juego.

Tertuliano lo explicaría así: "In pace leones, in proelio cervi ('En tiempo de paz son leones, pero en la guerra son ciervos')" (Tertuliano).

Las cifras no mienten: Tigres, cuarto equipo con más empates. En los últimos siete juegos, ha marcado cinco goles. En los últimos ocho encuentros ha recibido siete y anotado siete tantos.

Y como lo reconoce el Tuca Ferretti juega al amparo del gerundio de recular: "primero no recibir gol". Anotando dos y recibiendo dos en la Liguilla, está en la Final.

Acólito de la escuela lapuentista, alguna vez se plagió la frase: "¿Espectáculo? En el circo", y hasta su propia afición que en un momento dado, a finales del torneo anterior e inicio de este, crucificaba al Tuca, hoy, es cómplice renegada de su inconformidad, y reculando a sus cantos de "Fuera Tuca", hoy le rinde pleitesía en la adoración profana a la doctrina profana y roñosa del puntismo.

¿Enfrente? Más de lo mismo. El Turco Mohamed hizo añicos el equipo de embeleso de El Piojo Herrera. Siguió limosneando puntos por horrores y errores arbitrales -dejemos de lado la persecución sospechosa de favores-, pero además aniquiló el espíritu aventurero y ofensivo de Miguel Layún y Paul Aguilar, y al goleador prolífico de México, Oribe Peralta, lo convirtió en un misionero del oportunismo o de rematar "a las caiditas".

Aquí, necesario el paréntesis: la mejor exhibición de las Águilas en el torneo fue visitando a Tigres. Domesticó a los felinos y ese 2-0 pudo ser un marcador más penoso. Y precisamente tras esa derrota de local, la comunidad de Tigres exigía la salida de Ferretti.

Pero Mohamed proclamó su doctrina para la final: "Un gol hará la diferencia", y explicaba que el equipo que primero marque, protegerá esa ventaja.

Los números lo respaldan: en los últimos diez juegos ha recibido 12 goles y marcado 11. Y sólo tres victorias en esos diez encuentros.

Cierto: para la mayoría, ojo, la mayoría de ambas aficiones, es claro que el título prioriza los métodos. Está dicho: en estos casos, el fin justifica los medios y los miedos, incluso más lo segundo que lo primero.

Y si para la afición el consuelo del qué, rebasa el requisito del cómo, pues para ambos entrenadores, no hay duda sobre la elección de sus códigos. Tienen ambos permiso para matar el espectáculo.

Queda claro que los ideales de Ferretti y Mohamed están muy alejados de los postulados preciosistas en el balompié, y que define así Johan Cruyff: "Al fútbol siempre y sólo se debe jugarse de manera atractiva, debes jugar de manera ofensiva, debe ser un espectáculo. Quien no lo entiende así, ni ama ni respeta al futbol, ni a su club ni al aficionado".

Cierto, la responsabilidad sí es de ellos, pero la culpa no, la culpa es de sus dirigentes que los eligen, los mantienen y les toleran atentar de manera miserable y sarnosa contra formas exquisitas de jugar al futbol y a las que lamentablemente mal acostumbraron los anteriores campeones, como América y León.

Así pues, prepárese para ver dos somnolientos agarrones a almohadazos entre dos entrenadores que manejan a dos equipos, con directivas y aficiones ad-hoc, a la medida, para que libren, de manera avara y cicatera esta Final en dos tiempos, conjugando en gerundio el verbo recular.