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Las aguas regresaron a su nivel

MEXICO -- Aficionados y Fanáticos al "Rey de los Deportes": en el beisbol, como en la vida, las aguas siempre regresan a su nivel. Y eso fue lo que los mexicanos se encargaron de demostrar en la paliza y KOT propinado a Australia en el juego decisivo para ver quién acompañaba a Cuba a la siguiente ronda del Clásico Mundial de Beisbol.

Cuando llegamos al Foro Sol el miércoles por la tarde, observamos una hoja pegada en la puerta del clubhouse del equipo mexicano. En ella, se leían las declaraciones de John Deeble, manager australiano, que mencionaba que "22 hits no eran obra de la casualidad", esto en referencia a la paliza de 17-7 que le habían propinado a los aztecas en su primer enfrentamiento. El timonel completaba sus afirmaciones diciendo que ellos ya estaban esperando el duelo de revancha contra los cubanos, es decir, daba por hecho una nueva victoria sobre México en éste segundo partido.

Ese detalle de la hoja en la puerta pudo haber pasado desapercibido, pero a la postre fue fundamental en el desarrollo del encuentro. El coach de primera base, José Tolentino, imprimió esas declaraciones y el manager, Vinicio Castilla, se encargó de hacérselas saber a todos sus peloteros, que salieron al terreno de juego con una motivación exagerada y dispuestos a conseguir la victoria por la vía rápida, tal y como sucedió.

Si bien los dos primeros episodios resultaron en blanco para México, desde el dug out estuvieron gritando y molestando a David Welch, abridor de Australia. Y todo surtió efecto en la tercera, cuando los aztecas abrieron el marcador con cuatro carreras, diciéndole adiós a Welch. El manager Deeble no pudo contener la debacle de su pitcheo y a una ofensiva que, inspirada y picada en el orgullo propio, se destapó bateando imparables por todos lados, convencidos de que tenían que derrotar a Australia por la misma vía de la "misericordia" para devolver la afrenta, que a la postre fue peor, ya que la primera derrota se presentó por la regla de las diez carreras de diferencia pero hasta el octavo inning, mientras que en ésta victoria, se aplicó la de las quince anotaciones en apenas seis entradas.

Pero no solo la ofensiva mexicana hizo su parte. El abridor Jorge Campillo estuvo inspirado durante 4.2 entradas en las que apenas permitió una carrera y Rodrigo López relevó perfecto en cuatro bateadores para completar la faena sobre los canguros.

Más allá de la historia de las declaraciones, que ahí quedará para siempre, México tuvo una actitud mental completamente distinta a lo presentado en el primer juego. La derrota contundente sirvió para que los aztecas se dieran cuenta de que ya no hay rivales fáciles, y la manera de aproximarse a éste segundo duelo, cambió de forma radical. Los bateadores consumieron turnos de calidad, llegaron al pentágono con una estrategia en mente y no solo a recibir inspiración divina. Campillo y López trabajaron mentalmente a sus rivales desde la loma, es decir, no sólo lanzaron desde el centro del diamante, sino que pitchearon, a diferencia de lo ocurrido en el primer encuentro.
Una noche mágica en el Foro Sol que vivió un ambiente de primera. La afición le respondió a su equipo y se presentaron en una gran entrada para apoyarlos, disfrutando enormemente cada batazo de la escuadra tricolor. Karim García fue el héroe con 4 en todos los departamentos (hits, carreras anotadas y carreras producidas), además de dos cuadrangulares.

El duelo final de ésta primera ronda ante Cuba será sensacional. Se espera otra gran entrada en el estadio, música, baile, ambiente y porras para dos equipos muy queridos por estos lares. Jugadores sin presión pero con mucho orgullo. En juego, el primer lugar del grupo. Quien gane el encuentro enfrentará a Japón en el primer partido en San Diego, mientras el derrotado irá ante Corea del Sur.
La cereza del pastel, para lo que ha sido una primera fase realmente espectacular en una Ciudad de México que ha cumplido con un gran papel, como anfitriona, en éste Clásico Mundial de Beisbol.