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Todos tiran para el mismo lado

BARCELONA -- Fueron muchos los jugadores y ex jugadores españoles que pasaron por el Palau Sant Jordi para alentar y vibrar con España, en su quinta final de Copa Davis en 9 años (perdieron una en Australia).

El jueves cuando llegué al estadio para ver el último entrenamiento de Feliciano y Verdasco pude charlar un par de minutos con Albert Costa, quien me dijo que estaba muy tranquilo, pero que otra cosa iba a ser a partir del viernes, cuando empezaran los partidos.

Durante el sábado y el domingo pasaron por el estadio Conchita Martinez, Alex Corretja y Emilio Sánchez Vicario (comentaristas de TV3 Cataluña y TVE respectivamente), Manolo Santana, Joan Balcells, Alberto Berasategui, Beto Martin... y otros no tan relacionados con el mundo del tenis, como el ex campeón del mundo de motos Alex Criville, la nadadora Gemma Mengual o el Príncipe de Asturias que vivió el partido de dobles desde el palco junto al presidente de la ITF, el italiano Ricci.

Lo que más destacaría de esta serie, o de la Davis en general, es la unión de los españoles, sobre todo de Albert Costa y los jugadores, que dejan a un lado los intereses personales para luchar por un título que se gana solamente si se es el mejor equipo. Hay que tener en cuenta que no todos ellos son tan amigos como parece, que hacen un esfuerzo importante por el bien del grupo y tienen claro que esta es la fórmula del éxito, además, por supuesto, de los grandes jugadores que tienen en el equipo.

Creo que el ejemplo más claro lo dieron este fin de semana Juan Carlos Ferrero (campeón de Roland Garros y ex Nº1 del mundo) y Tommy Robredo, que a pesar de la decepción de no haber sido elegidos para formar parte del equipo, aún habiendo ganado sus partidos en las semis, estuvieron toda la semana entrenando en Barcelona con el equipo y alentando a dos metros de la cancha durante el fin de semana.

El caso de Ferrero, con casi 30 años y toda la gloria que vivió en el tenis, tiene un mérito enorme, porque podría estar disfrutando de sus vacaciones, ya que estamos en diciembre.

El sábado el Palau Sant Jordi, ni bien terminó el dobles, no coreó el nombre de Nadal, ni de Verdasco. Se escuchó el "Ferrero, Ferrero", reconociendo el aporte y la humildad de un jugador que supo asumir su papel de héroe y líder del equipo en el 2000, y ahora en 2009 la de suplente, esforzándose al máximo durante toda la semana por si alguno de sus compañeros se lesionaba.

No quiero decir que España haya ganado cuatro de las últimas nueve Davis por este motivo, porque el motivo principal es la calidad de sus jugadores. Pero no les quepa ninguna duda que hay otros países que en los últimos años también tuvieron muy buenos jugadores y sin embargo no pudieron levantar la Ensaladera porque el entorno no era el ideal.

En el partido ante Stepanek, Ferrer perdía por paliza y todos sus compañeros y el cuerpo técnico le seguían dándole todo su apoyo desde el banco. De hecho, hubo una fuerte disputa que no se vio entre Stepanek (que tiene una forma muy particular y a veces provocadora de celebrar los puntos) y Nadal y Ferrero, que desde afuera de la cancha lo desafiaban ante sus provocaciones y miradas.

Una vez que ganaron, los españoles celebraron con champagne en el vestuario y coincidieron en fijarse un objetivo para el año próximo: intentar ganar la tercera ensaladera consecutiva. "Vamos a por el triplete, como el Barsa", dijo Feliciano Lopez, quien disfruta de su mejor tenis en esta competición.

Todo este clima hace que el equipo se una independientemente de quién juegue. Porque más allá de que todos quieran hacerlo, al final lo que cuenta es que el equipo gane.

Está claro que de esa forma, es más fácil poder darle nuevas alegrías a su país.