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Córdova, Antuna, Romo y otros damnificados de Tokio

LOS ÁNGELES -- El éxito suele gangrenar al futbolista mexicano joven. Había sido evidente con las generaciones campeonas de Mundiales Sub-17. Y ocurrió con los medallistas de oro en los Juegos Olímpicos de Londres.

En estos casos ocurre que el fracaso posterior ha sido más espléndido que toda la generosidad de la victoria.

Y ha ocurrido de nuevo con el bronce en Tokio. Detrás del colguije olímpico, la devastación. La mayoría de esos jugadores mexicanos no sobrevivieron a la sirenas del podio.

Tarde debió llegarles a las víctimas la consideración de Sun Tzu: “La victoria está reservada para aquellos dispuestos a pagar su precio”.

Anales y anaqueles se han atiborrado de obituarios de los héroes Sub 17. Cada 2 de octubre, las reminiscencias saben más a lamento que a rancia festividad, al revivir la gesta de Perú.

¿Londres 2012? Pocos sobrevivieron hasta establecerse. El Chatón Enríquez jugó esa Final ante Brasil con una rodilla gimiendo, en un acto de valor extremo. ¿Y después? ¿Marco Fabián de la Mora? El mismo Giovani dos Santos. ¿Diego Reyes? ¿Javier Cortés? ¿Javier Aquino? De pléyades a plebeyos de la cancha.

El Premio Nobel Octavio Paz, la conciencia despiadada del mexicano, establece que “toda victoria es relativa y toda derrota es transitoria”.

¿Qué se vino después para los medallistas de bronce en Tokio? Marasmo.

1.- Luis Romo, el mejor jugador de la Liga Mx en el Clausura 2021, despareció en el Apertura 2021. Eligió las fantasías europeas, por encima de su realidad urgente en Cruz Azul.

2.- Sebastián Córdova, la gran joya del América. En meses, terminó de ser el mimado de Santiago Solari a ser el repudiado de El Nido. El Indiecito lo echó de su Tribu.

3.- Los alegres compadres: Alexis Vega y Uriel Antuna. Candiles olímpicos, penumbra en la Liga Mx. Ahora beberán vodka con tamarindo, por separado. Antuna está en subasta.

4.- Piojo Alvarado. Regresó a dar destellos. A corroborar su potencial, pero con una dolosa y dolorosa intermitencia.

Y como estos casos, hay más. Ese bronce de la raza de bronce sembró felicidad y cosechó estragos. No volvieron a ser los mismos. Sume: Fernando Beltrán, Jorge Sánchez, Eduardo Aguirre, Carlos Rodríguez y César Montes, aunque hay excepciones como Jesús Angulo y Johan Vásquez, éste incluso acomodándose en Italia en el Genoa. ¿Diego Lainez? En el limbo, soslayando el gol al Talavera en la Copa del Rey.

Sin embargo, al final, duelen al futbol mexicano más los damnificados, que lo que pueda alebrestarle la alegría de los supervivientes.

Se esperaba que con el bronce refulgiendo en el pecho, los citados llegaran a posesionarse del protagonismo del torneo. No ocurrió.

La realidad está escrita en Repechaje y Liguilla del Apertura 2021. El equipo campeón, el Atlas, sólo tuvo un olímpico: Jesus Angulo, notable en la coronación rojinegra. ¿Por el León? Ninguno.

¿Y los que se quedaron en Repechaje y en primeras instancias? Chivas tuvo cuatro convocados. Cruz Azul tuvo tres. Monterrey, tres. América, tres. Bueno, hasta Tigres, con sus emisarios en Francia: Andre-Pierre Gignac y Florian Thauvin, mal en Tokio, peor en la Liga.

Ojo, que este fenómeno lamentable no se cierne sólo sobre los jugadores. Jimmy Lozano, del que se hablaba que tenía numerosas ofertas, sigue esperando una de verdad y no cien de mentiras.

¿Y dónde están los entrenadores de las Sub 17 y de Londres 2012? Por muy diversos motivos, relegados en el futbol mexicano. Causas ajenas a su evidente capacidad, y atribuibles sólo a esos procedimientos mafiosos del balompié.

Sin embargo, El Potro Gutiérrez, en su primera incursión, está ya en la Final de la Liga de Honduras con el Real España ante el Olimpia. ¿Luis Fernando Tena? Se aísla en un proyecto nuevo con la selección de Guatemala, tras numerosos tropiezos en México. ¿Chucho Ramírez? En contubernio de promotores, forzaron su salida de Pumas.

Retomando a Octavio Paz, sostenía que “el mexicano le teme más a la victoria que a la derrota”, y en una adaptación modernista, Guillermo Sheridan asegura que “México descubrió el éxito del fracaso y lo convirtió en una forma institucional de funcionamiento”.

Por lo pronto, de cara al Clausura 2022, el desafío de los broncistas en Tokio es salir de su propio Purgatorio, algunos de ellos, apostados en horizontes nuevos con vicios viejos.