VARSOVIA -- Hasta ahora me había movido siempre con los trenes por Polonia. Debo decir que, si bien son algo viejos, lentos y hacen muchas paradas, son cómodos y sin dudas eficientes, siempre en horario y también bastante económicos.

Pero como este jueves tuve que viajar desde Cracovia hasta Poznan y este viernes tengo un avión desde Varsovia para Kiev, me era imposible organizarme con los trenes. Así, decidí alquilar un auto.

En Polonia no hay verdaderas autopistas o, más bien, son tales sólo en algunas secciones, mientras que por muchos kilómetros son calles grandes y veloces pero con cruces, semáforos y repetidos límites de velocidad bastante bajos.

Si a eso le ponen una cantidad infinita de peajes y que, por el tercer día consecutivo, llovió mucho, podrán entender porque llegué justo a tiempo para ver el partido.

Entrar a la cancha también fue un problema. Policias y personal UEFA estaban todos tan preocupados por los hinchas croatas, que no pensaron en dejar pasajes libres para ir hacia la tribuna italiana o hacia el acceso de la zona de prensa, de manera que tuve que yo, como muchísimos hinchas italianos desesperados, tuve que dar mil vueltas a la cancha para lograr acceder. Todo, regularmente, bajo una molesta llovizna y un cielo gris.

Mi humor, podrán imaginar, no era de los mejores. Pero el primer tiempo de Italia me había devuelto la sonrisa. Los colegas a mis costados hablaban idiomas incomprensibles (más tarde supe que se trataba de daneses y de checos), pero en el entretiempo pudimos intercambiarnos algunas impresiones en inglés y lo que más me dijeron fue la palabra "felicitaciones".

Así, el segundo tiempo fue realmente un plato amargo. Pero de los peores. No de los que llegan al final de un día terrible y que todos se esperan. No de esos a los que uno se puede preparar con anticipo. Uno de esos que te arruinan un almuerzo exquisito. De los que, en un segundo, nos bajan de las estrellas y nos tiran en los establos, como se dice en Italia.

En realidad, aparte la creciente ansiedad y las uñas que se acababan, la prisa por irme a mirar el partido de España, los apuntes que iba tomando, las primeras consideraciones escritas y todo el resto del rollo del trabajo me habían dejado como en una especie de limbo: sabía que Italia había recién tirado una ocasión increíble y un partido dominado, pero al mismo tiempo no me daba del todo cuenta de la situación.

Pero esa "inconciencia" duró pocos minutos. No tuve el tiempo de llegar a la sala de prensa, que un queridísimo colega italiano me dice "le regalamos un punto a un equipo de Serie B. ¡Pero que digo! Estos ni de la B son. No jugaron a nada y se llevan un punto. Somos los más bobos de Europa."

Sus palabras me iluminaron y me di cuenta de lo que logró hacer Italia. La Azzurra le hizo pasar un papelón terrible a un gran conjunto europeo como Croacia, que ocupa el séptimo lugar en la clasificación UEFA de los seleccionados, haciéndolo lucir como un equipo de la B. Realmente mi colega, en ese sentido, tenía razón. No que los balcánicos sean realmente un equipo chico, al revés. Pero la Nazionale jugó tan bien que los croatas dejaron esa impresión.

Al mismo tiempo, los muchachos de Prandelli se ridiculizaron a sí mismos, porque no se puede anular de semejante manera a un adversario tan poderoso y de prestigio para luego regalarle un empate que, por encima, pone en discusión el pase del turno y el entero trabajo de los últimos años.

Todo depende, en mi opinión, de lo que está a la base del equipo. El tiburón es una máquina de cazar, pero en el agua. Lo mismo la tigre en la tierra firme. Si uno de ellos dos intentara ser un gran cazador afuera de su hábitat, no lograría hacerlo. Esa es una paradoja, claro, pero a Italia más o menos le está pasando la misma cosa, puesto que está afuera de su hábitat.

El ambiente natural para la Nazionale es el de la garra, el del corazón. Todas las selecciones del mundo le tienen miedo a la Azzurra, pero ninguna porque juegue bien a fútbol. Todos la temen por su carácter.

Así, la idea de jugar un fútbol bonito me encanta, pero eso debe ser un condimento al juego italiano. Si se vuelve la palabra de orden y el precepto número uno, pasa lo que pasó ante España y Croacia: juegan bien, pasan en ventaja, pero se quedan con un puñado de arena en las manos.

La salida desde el estadio fue más fácil de la entrada a la cancha. El tiempo de comerme una hamburguesa con unos polacos (la mitad de los hinchas eran polacos, tanto que a menudo se cantaban coros para Polonia en la cancha, que nada tenía que ver con el match o con el Grupo C) y me subí al auto en dirección de Varsovia.

Unos 100 kilómetos más tarde estaba mi hotel, en donde pude ver el desafío de España. Acá encontré algunos italianos, pero el humor de ellos era hasta peor que el mío y, a parte un par de saludos, no quisieron hablar mucho. El italiano no sabe perder, realmente. Debe ser por eso que es tan bueno con los triunfos.

Esta mañana ya es otro día y estoy más contento. Como primera cosa, en Kiev veré un partido muy interesante, Suecia vs. Inglaterra. Pero especialmente hoy salió por fin el sol, que no veía desde que salí de Italia hace casi dos semanas atrás. Ayer fue un día amargo. Un día gris. Un día de lluvia.

Hoy empiezo de toda otra manera y espero que mi viaje a Kiev sea de buen auspicio, para verla a Italia en esa misma ciudad, el primero de julio. Yo aún tengo esperanzas y cómo dijo el mismo Buffón no le tengo miedo a los "biscochos". Al revés, ahora para desayuno me voy a comer un par.

Kiev

FECHA
17/06
2012
por Federico Manfredo
Zlatan IbrahimovicEFE

KIEV -- Llegué en Kiev y por primera vez en mi vida pisé suelo ucraniano. Tengo que decirles que esta ciudad me fascina.

No muchos saben que Kiev es la cuna de la cultura rusa: en efecto, fue aquí que nació la terminología "Rusia", cuando en el noveno siglo esta ciudad era la capital del estado Rus'de Kiev, que comprendía algunos territorios de las actuales Ucrania, Bielorrusia y Rusia. Me sorprendió saber que ni siquiera acá son muchos los que lo saben...

Toda su historia se puede ver en los monumentos que adornan la ciudad, pero especialmente se intuye en el desarrollo de la ciudad misma: en como crecieron los barrios alrededor del río, por ejemplo, considerando su importancia como puerto fluvial antes y durante el medioevo, especialmente, pero no solamente, o como fueron naciendo universidades en todos las zonas mejores.

Su semejanza a Moscú es impresionante, tanto en las amplias calles y en la arquitectura de tipo soviético cuanto, sobre todo, en la gente. Los ucranianos son totalmente diferentes de los polacos y adonde en Varsovia encontré limpieza, orden y demasiada tranquilidad aquí me choqué con el lío, los cigarrillos por el piso y mucha más "actitud" en las personas. En lo bueno y en lo malo.

Encontrar mi hotel fue una misión realmente complicada. Al final, descubrí que estaba adentro de una universidad y si no me hubiesen ayudado, nunca lo hubiese encontrado. Llegar a la cancha, en cambio, no fue un problema: los ucranianos, como los rusos (y por suerte estuve en Moscú), tienen la costumbre de cumplir con los autos privados la función de los taxis. No que sean taxis en el verdadero sentido de la palabra, pero suelen dar pasajes y la gente suele pagar algo por ello.

Parar a un total extraño por la calle y ofrecerle una cifra para que te acompañe en algún lado es una cosa rarísima; pienso que sólo acá y en Rusia puede pasar. Así, por un precio realmente regalado, encontré un muchacho de la facultad que me llevó hasta el estadio. Me sorprendió encontrarlo prácticamente en el centro de la ciudad. Es realmente hermoso y muy grande. Lamentablemente, hallar el acceso para la prensa fue aún más difícil que ubicar mi hotel. Pero al final, logré hacer también eso.

Ya sólo ver ésta ciudad y meterme en el clima de éste país valía la pena del viaje. Por suerte, también el partido entre Suecia e Inglaterra fue realmente entretenido. Sin dudas cayó muy bien esta tapa de mi "Euroexperiencia".

En la cancha me impresionó la gran cantidad de hinchas suecos, pero la verdad es que desde la mañana había entendido que iban a ser muchos, porque mi avión estaba colorado de azul y oro, así como el aeropuerto y las calles de la ciudad.

Me pareció muy raro, sin embargo, ver poquísimas remeras de Ibrahimovic. La mayor parte llevaban el nombre de algún grande campeón sueco de los viejos tiempos, como por ejemplo Larsson, Nilsson o Nordqvist, pero también actuales como Svensson. Sin embargo, si bien claramente vi alguna, no fueron muchas las de Zlatan.

En la cancha me vi todo el partido entre dos colegas suecos (¡uno me dio un gran abrazo cuando gritamos el gol del momentáneo 2-1!) y aproveché para pedirles el por qué de tan pocas remeras de Ibra. Me dijeron que debía ser una coincidencia, porque todos lo aman. Sin embargo, saliendo desde la cancha, para ir al centro de prensa, tuve que pasar por la misma salida de los hinchas suecos: eran miles, y les puedo asegurar que logré leer Ibrahimovic apenas tres veces.

De todas maneras, capítulo remera a parte, el match estuvo muy bueno, especialmente el segundo tiempo. Suecia pudo y mereció ganarlo, pero otra vez más demostró que no está a la altura de la Euro, en cuanto a carácter y costumbre del plantel a los grandes partidos. Una lástima, porque los azul y oro jugaron un buen fútbol.

Por el otro lado, si bien no me gusta para nada como juega -más bien como no juega- el conjunto de Hodgson, tengo que admitir que es positivo que los ingleses pasen el turno. El hecho es que, como subrayaba también en la nota de ayer por la noche, cuando los "hooligans" no se ponen violentos y se ocupan sólo de suportar al equipo, son realmente fantásticos y valen solos el precio del boleto.

Esta mañana estoy de viaje nuevamente hacia Cracovia, para seguir a la Azzurra, pero ya regresaré a Kiev y me gozaré esta ciudad con más calma. Porque realmente merece una atención especial. Ya les contaré cuando le dedique alguna hora al turismo. Por ahora, sigo con lo mío. Sigo con el fútbol.

GDANSK -- Antes de hablar de la cuarta fecha de esta Eurocopa, la que cerró el primer turno de los seis previstos en toda la competición, vale la pena dedicarle algunas líneas al desafío entre Croacia e Irlanda, del que no pudimos hablar anteriormente para darle prioridad a la información del enfrentamiento entre Italia y España.

Shevchenko
Getty ImagesEl delantero se retira tras la Eurocopa en su país

Tenemos que admitir que el seleccionado eslavo nos sorprendió en positivo, porque le ganó bien a un equipo, el de Trapattoni, que no jugó para nada mal y que, en efecto, más allá de la superioridad de su rival tuvo también una cierta dosis de mala suerte.

Modric realmente la rompió en ese desafío y gran parte del mérito, en eso, fue también del entrenador Slaven Bilic, quien decidió pararlo mucho más abajo de la zona en la que suele jugar: desde ahí, el jugador de Totenham marcó diferencia, tomando las riendas del juego para dirigir la que fue una verdadera orquestra sinfónica de fútbol.

Los dos cuadros le harán partido a Italia y España, especialmente, queda claro, Croacia. Esto hace el Grupo C mucho más complicado de lo que se podía prever al inicio y, ahora, el riesgo para los dos grandes equipos mediterráneos es el de quedarse afuera y protagonizar así un verdadero papelón.

Respecto a la zona D, se empezó en Khrakiv con el enfrentamiento entre Francia e Inglaterra, que acabó igualado por 1 a 1 con goles de Lescott y Nasri. El resultado no fue justo, porque los "galos" fueron más y merecían vencer el desafío.

El seleccionado británico, en particular, se vio bastante perdido y confundido, sin una idea de juego y con poca cohesión. Verlos así a los leones nos da de que pensar y, quizás, no eran tan equivocadas las voces que en Italia veían en el tema de Therry la excusa de Capello para irse, para no tener que poner la cara en una EURO que el entrenador italiano ya preveía infeliz para los ingleses.

En general, no fue un gran partido y se pasó de una fase en la el juego estuvo muy cerrado, a una en la que los equipos perdieron un poco la brújula y jugaron en 70 metros, algo bastante atípico para dos conjuntos tan tácticos como Inglaterra y Francia.

En favor de los Blues estuvo la evidente diferencia técnica: Riberí, Nasrí, Benzemá y todos los demás hombres de Blanc tienen material para darle clases a los muchachos de Hodgson en ese sentido y, en efecto, la movieron muy bien y por momentos hasta mostraron cosas preciosas.

Al final, sin embargo, les faltó precisión y eficacia a la hora de mandarla a guardar; mérito también de una defensa inglesa que no estuvo particularmente ordenada pero que jugó con garra y corazón: a dejarlo realmente todo sobre el césped.

El desafío de la noche fue el que se disputó en Kiev entre el segundo anfitrión Ucrania y Suecia. Fue un match agradable en el que, durante los primeros 45 minutos, ambos sumaron buenas ocasiones de gol.

Tanto Ucrania cuanto Suecia mostraron una buena habilidad en la circulación del balón. Los dos equipos azul y oro jugaron con mucha verticalidad, pero los locales casi siempre por el piso, subiendo con la ayuda de los delanteros, mientras que los nórdicos utilizaron a menudo el recurso del cambio de juego o del balón alto.

Se vieron muy activos Shevchenko e Ibrahimovic (ambos ídolos máximos de la hinchada de Milan, en Italia), pero los dos tuvieron momentos positivos, especialmente a la hora de asistir a sus compañeros, pero también negativos cuando desperdiciaron excelentes chances para abrir el marcador.

En el complemento, Zlatan empezó mejor, se acercó al arco y en siete minutos anotó el 1 a o, con una desviación a quemarropa. Parecía el inicio de la caída ucraniana, en cambio fue todo lo contrario. Suecia, por su parte, se equivocó en quedarse demasiado atrás y dejó de mostrarse con peligro, paradójicamente, por culpa de la defensa, que no subía más para acompañar las jugadas de ataque.

Ucrania, por su parte, sin más nada que perder salió con todo y gracias a esa errada actitud rival encontró espacio para las corridas de sus jugadores. Así, al décimo de la segunda etapa, tres minutos después de la ventaja externa, Voronin se metió muy bien con pelota dominada en la media cancha rival, abrió para la derecha y desde ahí llegó el centro para Shevchenko.

El capitán local, entre cinco rivales, aprovechó de la dormida general y anticipó muy bien a su directo marcador, para poner un cabezazo hermoso prácticamente es zambullida y mandarla a guardar a las espaldas de Isaksson.

En apenas siete minutos más, otro cabezazo de Shevchenko, esta vez en jugada de tiro de esquina (en la ocasión falló Lustig, quien debía cubrir el primer palo, pero el toque del ucraniano fue realmente fino y muy preciso, desde posición angulada y difícil de prever), dio vuelta el resultado y cargó toda la hinchada local, que empezó a bailar y a cantar con todo.

Suecia tuvo sus buenas ocasione para igualar el marcador, con todo y que Ibrahimovic regresó a jugar demasiado lejos del arco y así disminuyó de un buen 80% el potencial ofensivo de su equipo. De todas maneras, el mismo Zlatan rozó el 2 a 2 con un sablazo demasiado central y, luego, le sirvió una asistencia perfecta a Elmander, quien falló un gol prácticamente hecho.

Al final fue Shevchenko el que se quedó con la corona de mejor de la cancha y su equipo, así, se llevó los tres puntos, que le permiten ponerse en primera posición y mirar con confianza a los próximos dos enfrentamientos, con buenas posibilidades de pasar el turno.

Los dos cuadros aún pueden peleársela, pero claramente después de este partido Ucrania puede especular con los empates en las próximas citas y está muy cerca de los cuartos de final, mientras que Suecia se verá obligada a ganarle tanto a Inglaterra cuanto a Francia: una misión realmente complicada, si bien no imposible.

GDANSK -- Voy a ser sincero y les voy a decir que me fui desde el PGE Arena de Gdansk enfadado. Ojo, no hay que equivocarse: no se trató de un enojo totalmente negativo.

Hay que pensar que salir malhumorado tras un empate ante España es una cosa buena, porque quiere decir que se jugó bien y que se podía más, lo que subraya la gran labor del equipo azzurro.

En ese sentido, en efecto, si bien me quedé mal porque en un momento pensé que Italia iba a ganar el partido, estuve sin dudas satisfecho por la performance de la Nazionale, que les jugó cara a cara y de igual a igual a los campeones defensores, no les tuvo miedo y fue ella la que tuvo la iniciativa del partido, en lo bueno y en lo malo.

El 1 a 1, al final, me dio también la satisfacción de la gran lección que se llevaron los hinchas españoles, quienes por todo el día se preguntaban "adonde estaban los italianos" (refiriéndose a la presencia en menor número de los hinchas azzurri), para aprender al final que los únicos italianos que realmente contaban eran los once que en la cancha les sacaron la sonrisa y, en un momento, les hicieron saborear el amargo sabor la derrota.

Pero ese enfado que me llevé tiene también una nota negativa y toda es culpa del festejo de Di Natale. No el del gol, claramente. Ese festejo me tuvo a mi en primera línea, tanto que en la tribuna de prensa deben haber pensado por un momento que se había infiltrado algún hincha totalmente enloquecido. En cambio se trataba de un colega...

Hablo del festejo del final, cuando el referí silbó tres veces para indicar que el partido había terminado. En ese momento, mientras preparaba mis cosas para irme a la sala de prensa, lo vi a Di Natale levantar las manos al cielo y festejar.

La cosa, sinceramente, me molestó mucho. Entiendo su alegría por haberle anotado a la España con la remera de Italia. Yo en su lugar no hubiese más estado en mi piel de la felicidad.

Lo que no entiendo es que se pueda festejar por un 1 a 1. No se trata de un empate a la última jornada de un campeonato que nos permite coronarnos campeones. Hablamos de una igualdad en el primer partido de una Eurocopa, que de una manera o de otra obliga a Italia a salir a ganar el próximo partido. Además, el partido, con un poco más de atención y determinación, se pudo haber ganado.

Lo que más me molesta es que se pueda llegar a considerar un empate contra España como una victoria. Claro, este 1 a 1 conformó más la Azzura que la Roja, por los momentos específicos y todo el contexto, pero Italia es una de las más exitosas selecciones de toda la historia del fútbol y no se puede permitir un festejo por un empate, ni siquiera contra los campeones del mundo en un momento de dificultad.

Yo soy muy estricto en esas cosas. Repito: lo entiendo a Di Natale, por su satisfacción personal, y no le hago una culpa de ese festejo. Sólo temo que sus manos al cielo no representen únicamente su agradecimiento por haber anotado y por no haber perdido, pero que en realidad nos indiquen que el plantel no tiene bien claro el peso y la importancia de la remera que viste.

No creo ser el único en verla de esta manera y, al revés, los 38 mil y pico hinchas que salieron junto a mi desde la cancha parecían pensarla todos como yo, porque no hubo ninguno que festejara por el empate. Ni entre los españoles, en fuerte mayoría en las tribunas, ni mucho menos entre los italianos. Hoy ya estoy de viaje hacia Krakow, en uno de los viejos y lentos pero "incansables" trenes polacos, gozando de los campos verdes y los bosques frondosos que adornan el paisaje más allá de la ventanilla.

En los días siguientes intentaré entender, a través de las conferencias de prensa y los entrenamientos, que podría significar exactamente ese festejo de Di Natale. Espero sólo que el equipo tenga conciencia de lo que representa y, sobre todo ahora, tras este buen partido, que haya reencontrado la fe en sí mismo para poder llegar hasta el fondo y darnos una satisfacción europea, que tanto se extraña en la península itálica.

VARSOVIA -- Mientras hoy, en Ucrania, se preparan para el primer día de fútbol, aquí en Polonia el balón ya empezó a rodar y los corazones ya comenzaron a latir fuerte por la EURO 2012.

National Stadion

Como ustedes ya saben, yo estuve en Varsovia para el match entre el anfitrión y Grecia. Por todo el día la ciudad fue realmente una locura, invadida completamente por los muy ordenados y civiles hinchas polacos, que sin crear ningún tipo de problema "pintaron" de rojo y blanco la capital de este país con su presencia y llenaron el aire de gritos, de cantos y de risas.

No fue una verdadera fiesta, de esas a los que estamos acostumbrados los sudamericanos, especialmente los brasileros, que saben transformar cada plaza por la que pasan en un carnaval con sus bombos, sus bailes y con esa alegría tan contagiosa que les donó el cielo.

Fue más bien un hermoso desfile, que nos alegró el día e hizo pasar prácticamente desapercibido un chaparrón tremendo, que si bien duró pocos minutos alcanzó para empaparme.

Mi viaje hacia la cancha, así, estuvo realmente muy lindo. A mi me encanta gozar de éste tipo de cosas, así que después de pasar a buscar el paraguas que había puntualmente dejado en el hotel, me paré en un Shopping Center cerca de la estación central para almorzar.

Ahí vi miles de hinchas por todos lados: quien comía, quien se compraba alguna remera o alguna bufanda de Polonia, para llegar aún más cargado al match, quien se pintaba la cara y hasta quien hizo de modelo en un "store" de ropa deportiva.

Llegado al imponente National Stadium, hermoso tanto afuera cuanto adentro, tuve que abandonar mi paraguas, que los "simpáticos" hombres del servicio de seguridad no me dejaron pasar y, al final, hasta terminé perdiéndolo: me habían dicho que lo encontraría a mi salida pero, en realidad, eso nunca ocurrió.

En éstos países la rigidez en este tipo de cosas es total. Es un hecho cultural y no hay que enfadarse. Mejor perder un paraguas e ir para adelante, porque discutir con ellos es imposible y se arriesga también de hacerlos enfadar mucho. De todas maneras, a parte ese inconveniente, no tuve ningún tipo de problema y, al revés, gocé de un grande espectáculo.

En efecto, el show de inauguración estuvo realmente muy bueno: la música, toda claramente del grande ídolo nacional Frederic Chopin, la coreografías, los bailes y todo lo demás fueron muy atractivos y todo eso estuvo condimentado de manera emocionante por los gritos de júbilo de los 50 mil y pico hinchas polacos, quienes se vieron realmente orgullosos de ser anfitriones de semejante evento deportivo, como demostraron a menudo con gritos y cantos ensordecedores.

En ese marco, fue una lástima que Polonia no lograra ganarle a Grecia, por encima dejándose escapar un partido que tenía en sus manos. Con un triunfo local, hubiera podido gustarme la gran fiesta polaca, pero en cambio me tocó asistir a una salida desde la cancha algo triste y a una noche tranquila, sin particulares emociones.

Por encima, el 1 a 1 no hizo festejar tampoco a los poquísimos hinchas griegos, que en la cancha parecían un pequeño lunar azul en una tribuna totalmente albiroja. En efecto, también ellos se quedaron muy insatisfechos por el empate (considerando también que Karagounis falló el penal del posible 2 a 1) y así no tuve ni la satisfacción de ver feliz un pueblo que siempre fue amigo de los italianos.

En este momento, les escribo desde el tren que se desliza por los campos polacos y me lleva hacia el frío y mágico mar del norte, en dirección de Gdansk. Ahí, esta tarde asistiré a la conferencia de prensa italiana. Luego, comenzará la espera neurótica del partido del domingo entre España y la Azzurra.

Lo que no me esperaba, realmente, era de ver la estación y este tren repletos de hinchas polacos, algunos e los cuales evidentemente no fueron ni siquiera a dormir esta noche; tanto que un par perdieron el tren porque se quedaron prácticamente "desmallados" en la estación y sus compañeros no lograron levantarlos.

No sé por qué no lo había pensado, pero muchos de ellos viajaron desde todas las ciudades de Polonia, como es lógico que sea, para llenar el National Stadium y alentar a su Selección. Es realmente un gusto ver un pueblo tan contento y emocionado, por algo en definitiva muy simple y humilde como el deporte.

Es hermoso cuando el fútbol es simplemente una fiesta, que nos sirve como excusa para cumplir un viaje con los amigos, reírnos y tener algo para contarle a nuestros nietos, cuando seamos viejos. Debería ser siempre así y yo espero que por lo menos esta competición se viva en su totalidad en este estado de ánimo. Las premisas, por ahora, lucen positivas en ese sentido.

CRACOVIA -- Aquí en Varsovia este viernes empieza, finalmente, la EURO 2012. Realmente no veo la hora, porque un evento como este se espera con tanta ansia que los días previos al inicio parecen no pasar nunca.

El partido inaugural enfrentará Polonia a Grecia, a las 18 hora local. Uno de los dos anfitriones recibirá a uno de los últimos campeones europeos. Un match importante, tanto por ser el de inauguración, con su relativo significado simbólico y de imagen, como en la economía del Grupo A, puesto que con mucha probabilidad una derrota podría significar para ambos la consecuente eliminación.

Hace ya cinco días que estoy aquí y hablé mucho de fútbol con los polacos, entre alguna palabra de inglés, alguna otra de italiano y muchos gestos de manos y caras. Todos ellos están convencidos que su selección empezará con un triunfo y que logrará pasar el turno.

El hecho, en efecto, no luce inalcanzable: tres puntos contra Grecia, equipo contra el cual los rojo y blancos disponen de un historial positivo, con tres ganados y uno perdido a nivel de enfrentamientos oficiales, ya los pondría más o menos a un triunfo del pase del turno, con la ventaja de jugar siempre en casa y siempre en la misma cancha.

Así, será un día determinante, con toda probabilidad, para Polonia y Grecia, especialmente para el anfitrión y toda su gente, así como será muy importante también para todos nosotros, que podremos empezar a gozar fútbol de una buena vez por todas. Ver algo de juego será sin dudas un alivio, pero no estaré del todo satisfecho hasta el próximo domingo 10 de junio, cuando se jugará el debut de Italia, el match que más estoy esperando, como les será fácil imaginar.

La Azzurra, como todos ya saben, en el primer match de la máxima competición europea para seleccionados se enfrentará a España, campeón europeo y campeón del mundo en carga. Será sin dudas un partidazo, que nos dirá mucho de lo que será el destino del Grupo C, pero aún más de como llegan ambos cuadros a esta Eurocopa.

A esta altura la parte rica de los entrenamientos ya no la podemos ver más, puesto que a la prensa se le permiten apenas 15 minutos de calentamiento nomás. Así, para imaginarnos como llegará el equipo debemos repasar cuanto hecho hasta el momento.

Físicamente hablando, el equipo, como les contaba dos días atrás, no luce particularmente brillante y, sobre todo, el plantel en ese aspecto se ve muy regular, es decir con pocos jugadores con diferencia de velocidad y con cambio de paso respecto a los demás.

Al mismo tiempo, con el sólo calentamiento pude notar como Montolivo esté levantando y como se lo "mima" y cuida a Pirlo, sin dudas la mejor estrella en este momento del cuadro.

También saqué algunas indicaciones respecto a los once iniciales. Mi impresión es que Prandelli esté orientado en jugar 3-5-2. Realmente no creo que le guste la idea, pero estoy casi convencido que intentará ese rumbo para ver si el equipo, de esa manera, logrará reencontrar el equilibro perdido.

Quedan aún tres días y, en ese tiempo, puede pasar de todo. Por ejemplo, Diamanti no luce poder ser un titular en este equipo, pero el muchacho tiene muchas ganas y encajó bárbaro en el grupo (creo que su simpatía le haya valido este viaje) y, si logrará demostrar algo importante antes del domingo, quizás que el entrenador no cambie repentinamente idea y que lo ponga desde el comienzo.

Creo que será mucho más fácil verlo ingresar desde el banco, pero en este momento para Prandelli, como dicho, la palabra clave es equilibrio y, en nombre de ese concepto, podría tomar hasta la decisión más inesperada, si algo o alguien le dará alguna indicación positiva en ese sentido.

Obviamente, no se puso definitivamente a lado la ideal del 4-3-1-2, si bien en este momento se la toma menos en consideración por una serie de motivaciones: primero, el técnico no le tiene plena confianza a Balzaretti, el único verdadero marcador de punta izquierdo. Después, hay que considerar que Thiago Motta no está rindiendo bien y que Montolivo desilusionó mucho las últimas veces jugando de enganche. Así, a parte Diamanti, la única alternativa entre líneas luce ser Cassano, quien no es un verdadero diez (sin olvidarse que Prandelli lo quiere jugando más arriba).

Al mismo tiempo, por cuanto todos los protagonistas que hablaron dijeron que el equipo debe pensar sólo en sí mismo, no me cabe ninguna dudas de que Prandelli tomará sus decisiones también teniendo en consideración el juego y las características de España, equipo peligroso y muy fuerte en mantener el balón, que jugando con dos hombres entre líneas podría molestar muchísimo a una defensa con tres hombres. En ese sentido podría ser que Italia termine jugando 4-3-1-2.

Veremos lo que pasará. En mientras, gracias al cielo, ésta será la última noche sin fútbol jugado. Desde el viernes, todas nuestras consideraciones seguirán siendo sólo palabras, pero sarán suportadas por la mágica belleza de un balón que rueda sobre un césped.

Un día difícil

FECHA
06/06
2012
por Federico Manfredo

CRACOVIA -- Hoy fue un día difícil. Todo dependió de su comienzo, con la visita a Auschwitz, el más terrible campo de concentración nazi.

Voy a ser honesto: yo no quería ir. A mi no me gustan ciertas cosas, porque me tocan realmente, tanto que nunca voy a los cementerios. Quizás debería ir, de vez en cuando, pero es más fuerte que yo. Así, llegado con anticipo a Cracovia respecto a la Nazionale, elegí otras metas turísticas.

Balotelli
Getty ImagesMario Balotelli se mostró conmovido en Auschwitz

Cuando supe que todo el plantel italiano iría, pensé que no podía faltar. Entendí que más allá de lo que a uno le pueda afectar, hay cosas que se deben hacer y una de esas es visitar ese sitio si se pasa por Polonia.

Entrar ya fue muy traumático: en el quieto aire de la ciudad de Oswiecim, el campo de cautiverio y exterminio parecía tragar cada sonido y hasta era difícil de percibir el latido del proprio corazón. Todo eso contrastaba con el gran ruido de los pasos: cada vez que alguien caminaba, parecía que una multitud de personas estuviese moviéndose contemporáneamente.

Auschwitz es realmente aterrorizador y se puede sentir en la piel todo el sufrimiento que se vivió sobre ese lugar, durante los largos años de la Segunda Guerra Mundial.

Los jugadores, como todo el resto de los visitadores, se dieron cuenta de todo eso y evidentemente lo sintieron también ellos. Ya al pasar bajo el espectral cancel de entrada al campo, leyendo la frase "Abreit macht frei" y escuchando su traducción ("el trabajo hace libres") en los auriculares en los que hablaba la guía, más de uno quedó totalmente boquiabierto. Cada quien pasaba ese cancel, parecía cargar con un peso y achocarse a cada paso.

Yo seguí al conjunto, no para estudiarlos ni para molestarlos, claramente, sino para aprovechar de su guía y poder escuchar alguna información que pudiera enseñarme algo. Tuve la ocasión  y la suerte, porque fue una casualidad  de poder entrar con ellos también en el primer pabellón visitable, el número 4.

Les admito que todo lo que vi y escuché me tocó mucho, tanto que pensé que tenía razón en no querer ir, si bien, al mismo tiempo, entendí perfectamente que era muy importante estar ahí.

Vi muchas cosas que quedarán siempre en mi mente. Aún más fueron las que sentí. Pero una de las cosas que más me impresionó no fue algo del lager, o más bien no fue algo del lager en sí mismo, si bien algo que Auschwitz causó en una persona: Mario Balotelli.

El muchacho, por un tiempo, se separó del resto del Grupo y mirando las fotos en las paredes, escuchando lo que la voz le decía en los auriculares y leyendo las varias informaciones que se encuentran en el pabellón, pareció casi perderse. Me dio la impresión de estar confundido, chocado y hasta mareado por todo ese terror que se le prospectaba, en ese momento, en su mente.

Siempre supe que hay mucha gente que sigue sufriendo el odio y la discriminación, pero nunca en mi ida había tenido tanta conciencia de ese hecho como tuve justo en ese momento. Balotelli, estoy seguro, revivió íntimamente, en ese "paseo" por los campos del horror, todas las injusticias y los insultos y las miradas raras que le tocó soportar en toda su vida, por el simple hecho de ser diferente.

En ese momento yo me separé del grupo. Fui a ver en soledad algún otro pabellón hasta que algo adentro de mí me dijo que era hora de salir. No esperé al equipo, porque me daba cosa que alguien me mirara en ese momento tan delicado y pensé que los jugadores podían estar sintiendo lo mismo; así, no quise molestarlos.

No se ni cuando salieron ni en que estado de ánimo se encontraban dejándose a las espaldas el maldito cancel. Leí y escuché que algunos lloraron.

Lo que les puedo decir es que en el entrenamiento de la tarde, todo parecía normal pero, al mismo tiempo, cada risa duraba menos de lo que duraban ayer. Quizás haya sido sólo una impresión mía. Puede que mi estado haya hecho que mis ojos vieran en los demás lo que en realidad estaba adentro de mí. O tal vez - y yo creo que sea así - Auschwitz dejó una marca en todos nosotros.

Sin dudas fue un día muy raro. Un día en el que no se puede hablar de fútbol, pero en el que deseas con todas tus fuerzas que se empiece a jugar ya, para poder dar vuelta la página y para que quede la marca adentro, pero en forma de cicatriz y no de herida abierta.

Mientras rodaba el balón en el césped y los azzurri empezaban a calentarse, los envidié terriblemente: quería estar ahí con ellos, para poder darle yo también un par de patadas a la tristeza, al dolor y al a melancolía.

No convence

FECHA
05/06
2012
por Federico Manfredo

CRACOVIA -- Este martes Italia llegó en Cracovia y a las 18:15, hora local, Prandelli dio una conferencia de prensa en Casa Azzurri, luego de la cual hubo un entrenamiento abierto a la prensa y a la gente. Por cuestiones de "cábala" no me gusta admitirlo, pero hubo unas cuantas cosas que no me convencieron.

Claramente, llegar a Casa Azzurri me puso de buen humor: finalmente un poco de italiano, tras dos días de este idioma incomprensible que es el polaco, realmente duro de entender si no se lo conoce.

Además, encontré caras amigas de colegas italianos y muchas chicas bonitas, todas del "enturage" cisalpino: ambos excelentes argumentos para que esa casa tome un poco el aspecto de un hogar.

Sin embargo, mi humor cambió no más llegó Prandelli. El seleccionador, en efecto, a pesar de sus largas sonrisas y su actitud muy carismática, demostró una evidente tensión: se tocó a menudo la nariz y el mentón antes de comenzar y repitió tales gestos con mayor vigor, cuando alguien le pidió noticias respecto a Barzagli.

Sus palabras, por casi toda la conferencia, más que aclarar nuestras dudas las aumentaron, considerando que él mismo se vio muy dudoso respecto a muchos argumentos, como la cuestión de los esquemas, la defensa con tres hombres, las condiciones de algunos jugadores y el temor por el debut contra España.

Por suerte, cerca del final, Cesare "sacó pecho" y me dio algo de confianza, porque dijo claramente y con orgullo que Italia quiere hacer su juego y está trabajando en esa dirección. Dijo que lo importante es reencontrar el equilibrio que se demostró por toda la eliminatoria, fundamental para jugar el fútbol que él quiere, a pesar de los esquemas y de los protagonistas.

También me convenció el tema del posible utilizo de De Rossi entre dos centrales de defensa, no tanto por la idea en sí misma, porque en mi opinión Daniele está realmente desperdiciado ahí atrás, sino por el análisis que hizo el técnico, quien explicó que de esa manera el equipo sustituiría un defensor (Barzagli) con un volante, ganando así algo en presencia en el medio y en la administración del balón.

El entrenamiento, lamentablemente, también me puso algo de mal humor, a pesar de los casi 12 mil hinchas, entre italianos y polacos curiosos y entusiastas de ver a la famosa Azzurra, que ofrecieron un buen espectáculo y transmitieron mucho calor y alegría.

El problema fue que casi todos los 20 protagonistas que jugaron el partidito se vieron demasiado regulares. En mi opinión, para disputar 6 partidos en 3 semanas es mejor tener 10 que la rompen y 10 en pésima condición, más que 20 jugadores todos tan regulares.

Borini terminó jugando casi marcador de punta, tanto se vio incómodo en su posición (en teoría entre líneas), Balotelli y Giovinco mostraron sólo llamaradas, Di Natale y Diamanti fallaron mucho y Cassano se vio poco, casi estuviese desganado. Thiago Motta, por su parte, pareció perdido y confundido mientras que De Rossi, jugando en defensa, se limitó a un trabajo que premia poco sus grandes calidades.

Respecto a la defensa, en este tipo de partidos es siempre muy difícil sacar indicaciones, porque los jugadores no ponen "el pie duro", para no correr el riesgo de lastimarse. Sin embargo, Chiellini lució lejos de su mejor condición y casi todos los demás defensores se movieron con poca fluidez y se vieron algo incómodos en las posiciones en las que jugaron.

Las únicas notas positivas llegaron desde el medio: Pirlo fue simplemente genial, como de costumbre, pero convencieron mucho también Marchisio y Nocerino. Giaccherini estuvo bastante bien mientras que Montolivo, si bien muy impreciso, se movió por todos lados y me dejó la sensación de poder mejorar mucho en los próximos días.

Al final, no fue una coincidencia que el equipo azul, el que jugó con una línea de volantes con Marchisio, Pirlo y Nocerino, terminara mostrando mejor fútbol y ganando 7 a 5. Pero a pesar de los 12 goles, el espectáculo no me convenció y el plantel me dejó muchas dudas.

De todas maneras, hay que considerar que fue sin dudas un día raro, porque el viaje y la llegada en Cracovia (en donde no vi un rayo de sol en tres días) condicionó seguramente el humor y el juego de todo el plantel. En este marco, será muy importante ver como los azzurri jugarán en los próximos días, para hacerse una idea realmente clara de lo que puede ser este europeo para los italianos.

Cuanto menos, a pesar de que no se sacaron buenas noticias, regresé al hotel con una cosa muy positiva: la clara sensación de que Pirlo se está poniendo el equipo al hombro y que sus compañeros le tienen realmente mucha fe.

Tengo la impresión de que él es el nuevo líder de la Nazionale. Espero que realmente así sea, porque el "Beatles" demostró en éste campeonato con Juventus  tal y como hizo en toda su brillante carrera - que sabe hacer la diferencia y que tiene todo lo necesario para agarrar a un equipo por la mano y llevarlo derecho hacia la victoria.

CRACOVIA -- Llegué el lunes a Cracovia, una bonita ciudad de la Polonia que no hospedará ningún partido de la EURO 2012 pero será la "casa" de la selección italiana en el torneo continental que está por iniciar.

Hoy entonces empieza mi diario de viaje y tengo que admitir que, entrando a este país y recorriendo esta ciudad, no tuve muchas dificultades en encontrar cual sería el tema de mi primer blog.

Claramente, desde antes de viajar sabía que no se podía empezar hablando del camino azzurro en esta copa sin dedicarle algunas líneas al momento delicado por el que pasa el Calcio, con el escándalo de las apuestas, que sin lugar a dudas condiciona y condicionará a la Nazionale.

En este marco, en Polonia me di cuenta  nuevamente - de como un país con recursos enormemente inferiores a los de Italia, con algo de buena voluntad y organización, puede garantizar limpieza, servicios y hospitalidad a sus visitadores. Me di cuenta de como los problemas, en Italia, hayan afectado a toda la gente, que está cada vez más nerviosa, enfadada y estresada, a pesar de que casi todos disponen de una vida llena de posibilidades y de comodidades.

Así, la verdad es que, mirando desde acá lejos, no me puede sorprender que en el fútbol italiano pasen ciertas cosas. Al revés, me parece casi inevitable, una lógica consecuencia en un país realmente problemático. Hasta estoy contento de que se viva este escándalo: el hecho es que el Calcio, en todo éste tema, es como un hígado en un cuerpo humano y nos está avisando que hay un problema serio y que el sistema entero está intoxicado.

La evidencia, entre muchas otras cosas, está también en como se dieron los hechos con el jugador de la Azzurra, Criscito: más allá de su inocencia o culpabilidad, entregarle el aviso de estar indagado en la concentración de la Selección fue una movida vergonzosa (en Italia ya es costumbre), que no sirve absolutamente para favorecer a la justicia (posiblemente hasta lo contrario), pero sólo para que ese procurador o aquel jefe de policía pueda hacerse un poco de publicidad.

Llamativamente, la Policia llegó a Coverciano, el predio de la selección italiana en las cercanías de Florencia, a la seis de la mañana, pero el ingreso ya estaba "copado" por todos los medios de comunicación.

Hablando de fútbol, sinceramente estoy algo preocupado. Antes del escándalo le tenía mucha fe a la Nazionale, ahora algo menos. Todo ese tema de que los escándalos les hacen bien a los azzurri no me convence para nada, especialmente considerando que Prandelli quiso construir un conjunto de calidad y no de carácter.

Imposible saber como reaccionarán los 23 representantes del tricolore en esta Eurocopa, así como no se podrá saber si el resultado final, positivo o negativo que sea, dependerá o menos de toda esta historia. Lo único seguro es que, por el momento, Italia se vio condicionada en negativo, como es totalmente comprensible, y que será muy duro encontrar la concentración necesaria y jugar buen fútbol en este momento.

Creo que Prandelli y todo el resto de la Federación se hayan equivocado un poco, porque lo ideal en este momento hubiese sido viajar enseguida en Polonia y terminar aquí la preparación. Además, no hay que olvidarse que en parte se eligió esta ciudad como base (luce ser bastante incómodo estar aquí para la Nazionale) también en homenaje al pasado Papa Juan Pablo II, quizás con la esperanza de su bendición. Otra buena razón para anticipar la salida desde Italia.

Pronosticar la posible performance italiana luce casi imposible. Parece difícil que no pase el primer turno, pero al mismo tiempo deberá cuidarse también en esa primera fase. Potencial táctico y técnico hay para poder llegar muy lejos, pero el vestuario está con mucha tensión y las lesiones de Chiellini y Barzagli empeoraron todo.

Pero no hay que olvidarse que, tal y como el Calcio nos avisó siempre de la intoxicación del sistema, nos dio también ejemplo de la fuerza de los italianos, que a pesar de todas las dificultades casi siempre lograron caminar con la cabeza bien alta.

La esperanza es que, otra vez más, Italia nos de una demostración de su orgullo, que salga a ganar el Europeo y que el escándalo de las apuestas, diferentemente a lo ocurrido con Calciopolis, sirva para cambiar de verdad las cosas, tanto en el fútbol cuanto en el país. Esperando (nunca está de más) que también llegue la bendición de Juan Pablo II...

Ivan CordobaGetty Images

ROMA -- Hay personajes que están destinados a llenar las primera páginas de los diarios y a protagonizar los noticiarios televisivos y radiofónicos.

Así se ocupen de deporte, matemáticas, literatura, música o cine, están destinados a ser famosos. Muchas veces, incluso, el clamor de sus nombres es más importante o grande que los sucesos obtenidos.

Pero como proclamaba Peter Pan, cada uno es lo que es gracias también a "su sombra". Y en muchas ocasiones la sombra es más grande que la del héroe mismo. Y algunas veces hay que perderla para darnos cuenta de cuanto nos hace falta esa sombra.

En éstos días de adioses y saludos, en la que se mezclaron lágrimas de tristeza y de emoción, hubo una despedida que pasó imadvertida: la de Iván Ramiro Córdoba. Su hinchada lo saludó y él pudo declarar su retiro justo en un clásico, para colmo vencido por 4-2. Difícil pedir más.

La cosa es que entre el triunfo del derbi, la desilusión por una campaña rara, el título de Juventus obtenido gracias a esa caída rossonera y todos los otros retiros ilustres -como los de Del Piero y Nesta-, la despedia de Iván pasó casi entre líneas.

Pensándolo bien me parece bastante lógico y coherente. Me acuerdo aún cuando lo entrevistamos a Iván para un documentario fantástico, Las Capitales del Fútbol, de mi querido amigo Martín Fradkin (¡un crack el colega!).

Saliendo de la Pinetina, tras la charla con Córdoba, todos pensábamos lo mismo: "¡Que enorme humildad la de Iván, che!"

Iván Córdoba
APIván Córdoba, un histórico "nerazzurro" que se va

Y realmente es así. Córdoba es una persona seria, humilde, que nunca resaltó porque nunca quiso hacerlo. Él siempre se dedicó a lo suyo, con pasión y grande sentido del trabajo y, en ese contexto, es la demostración viviente del refrán que dice que el trabajo paga.

En efecto, en su carrera por muchos años no se contaron los trofeos y la victoria de la Copa América, en calidad de capitán de la Selección colombiana, que no fue el preludio de muchos otros títulos.

Con paciencia los trofeos llegaron todos juntos y, al final, el defensor sudamericano cuenta con un palmarés envidiable: 5 Scudettos, 4 Copas de Italia, 4 Supercopas Italianas, una Champions League y un Mundial de Clubes, todo condimentado con el hermoso triplete del 2010, año en el que su equipo, Inter, levantó 5 trofeos. Habrán tardado en llegar, pero al final las victorias le reconocieron todo el mérito a Córdoba por una carrera hermosa.

Con los nerazzurri disputó 454 partidos, entre torneos nacionales e internacionales, en el arco de 12 temporadas y media, a partir de enero del 2000 hasta mayo del 2012. En total anotó 18 goles, mucho menos de las 61 amonestaciones recibidas en Serie A, que junto a las 7 tarjetas rojas le costaron 22 turnos de suspensión.

Los números, a menudo, dibujan de manera terriblemente nítida las situaciones y, en este caso, nos cuentan de un jugador que lo dejó todo en la cancha, que supo luchar y sufrir y pegar cuando hizo falta, pero que tuvo también la alegría de decidir algún partido con ese fantástico grito que es el gol.

Nos cuentan también como, curiosamente, Iván Ramiro selló el nuevo milenio interista, llegando justo al inicio del 2000 para pasar nada menos que 12 años en un club que ya es una casa y una familia para él.

Sin embargo, los números no nos cuentan de su velocidad, de su sentido de la posición, de su increíble capacidad de salto, del rol importante que siempre tuvo en un vestuario que llegó a ganarlo todo, ni del gran proceso de crecimiento que supo mostrar en Italia, otro signo de su humildad y su disponibilidad al sacrificio.

En suma, tampoco los números pueden echarle toda la luz a lo que fue el camino de este jugador, que fue casi una sombra en el equipo. Pero una sombra indispensable para que los campeones pudieran brillar aún más. Una sombra que con su trabajo duro y el sudor en su camiseta ganó esos centímetros, uno tras otro, que al final se transformaron en goles, triunfos y títulos.

Para este periodista su despedida no pasó inadvertida porque no tengo dudas de que se lo va a extrañar. Y estoy seguro que estas pocas palabras expresan el sentir y el pensar de muchísimas personas en todo el mundo.

Se dice que ahora Córdoba va a trabajar en el club. Yo espero que trabaje con los chicos. Si es así, hay buenas chances de que salgan campeones de la cantera nerazzurra. Pero, sobre todo, tengo la seguridad de que saldrán muchísimas excelentes personas.

Suerte, querido Iván Ramiro Córdoba. Y gracias por todo lo que le regalaste al Calcio.

Apoel Nicosia-LyonEFEApoel Nicosia, de Chipre, eliminó a Lyon en una serie emocionante de los octavos de Champions
ROMA -- Tengo que admitir que estaba equivocado. Es evidente que yo no tuve la capacidad de previsión que, en cambio, tuvo el presidente de la UEFA, Michel Platini. El hecho es que yo siempre critiqué la decisión del grande francés de darles prioridad a los campeones de las pequeñas ligas, más que a los grandes equipos de los principales campeonatos europeos, contrariamente a cuanto ocurría antes de él.

El problema es que el nuevo sistema, desde mi punto de vista, disminuye el nivel de la competición, porque ahora los equipos de las mayores ligas europeas que no se clasifican directamente a la fase de grupos se eliminan entre ellos en Preliminares, para permitirle una mayor participación a los ganadores de los países menos importantes, futbolísticamente hablando.

Una decisión política ganadora, pensamos muchos, porque así el "zorro francés" se aseguró los votos a la presidencia de todos los países menores. Una movida que, sin embargo, tiene su precio, precio que termina pagando el espectáculo.

La motivación oficial del Presidente es que, de esta manera, se le devuelve un poco a esta competición su significado original, es decir la de una liga en la que se enfrentan los campeones de toda Europa, en el sentido de equipos que ganaros sus respectivos torneos nacionales. Eso sin quitarle el nuevo significado, el que adquirió desde que se volvió una "League", o sea el de crear una liga en la que se enfrenten las mayores estrellas y los equipos más conocidos y amados.

Un motivación lógica y bastante comprensible, que sin embargo no me gustaba porque, como dicho, le quita lustro y calidad a la competición. En efecto, a demostración de este hecho están los datos: este año, 4 de los 5 equipos que se metieron en la fase de grupos pasando por el "Preliminar preferente" de los campeones terminaron en el fondo de sus respectivos grupos.

Dinamo Zagreb acabó último sin puntos, Racing Genk terminó en el fondo con apenas 3 unidades, BATE Borisov sumó sólo 2 puntos y cerró la ronda H y Viktoria Plzen no fue último sólo porque jugó en el mismo grupo que BATE, para terminan anteúltimo con 5 unidades. No caben dudas de que los equipos que llegaron por la "autopista Platiní" fueron entre los peores de esta edición de la Champions League.

Entonces, ¿dónde está el error?, se preguntarán ustedes. Mi error tiene nombre y se llama Apoel Nicosia. El conjunto chipriota, el último de esos 5 equipos, pasó bien y con mérito ambos turnos preliminares que disputó, clasificó a la fase de Grupos, se metió en octavos pasando primero (adelante de Zenit y eliminando a Porto) y en esa fase eliminó a Lyon.

Lo de los octavos fue realmente increíble: los chipriotas, en su propria cancha, los llevaron a los franceses a una definición por penales apasionante y llena de emoción, por encima justo en la noche que pasará a la historia por ser la noche en la que Lionel Messi metió cinco goles en 90 minutos, en el otro encuentro disputado ese mismo día para la Champions League.

Una historia llena de "phatos", casi mágica, que hace de Apoel más o menos una Cenicienta del fútbol moderno, capaz de pasar desde las "pequeñas" canchas de Chipre a los grandes teatros europeos, mostrando su valor a son de triunfos y resultados históricos.

Bueno, ésta gran historia, esta fábula inesperada, le devuelve algo de magia e inocencia al fútbol, que en cambio en el último periodo se parece cada vez más a un negocio y menos a un deporte; que en cambio cada día que pasa luce más lejano y más diferente que ese juego con el que se divierten los niños por las calles de todo el mundo.

Apoel demostró que el dinero cuenta, pero que no vale sólo eso. Demostró que se puede obtener mucho si se cree en un sueño y si se lucha por obtenerlo. Nos recordó todos esos mensajes que hacen del deporte (todos los deportes) una parte integrante y fundamental de la historia de la humanidad.

Claramente, los chipriotas le hicieron un gran favor a Platini, que les agradecerá en eterno por haberle dado la razón a su proyecto. Pero las gracias más grandes son las que tenemos que mandarle nosotros a la estrella del fútbol francés.

Porque yo - y junto a mi muchos otros - me equivocaba. Porque sin su cambio de rumbo, la Cenicienta chipriota nunca hubiera podido ir al baile del príncipe y así nunca hubiera dejado sobre el césped su botín de cristal.

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