Rich Schultz/Getty ImagesEl venezolano Ronald Acuña Jr perseguirá en 2020 la cifra de 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas), hasta ahora inalcanzable para cualquier pelotero en la historia de las Mayores.
Cada año escogemos diez peloteros que, por diferentes razones, serían interesantes de seguir en la temporada.

En algunos casos, se trata de jugadores jóvenes que mostraron destellos de su potencial y deberían dar un salto mayor hasta establecerse por completo como verdaderas estrellas en el mejor béisbol del mundo.

En otros, hablamos de veteranos que por una u otra causas, necesitan demostrar que aún les queda gasolina en el tanque para seguir adelante.

Estos son los diez peloteros a seguir en el 2020.

1.- Javier Báez (Chicago Cubs)

El puertorriqueño de los Cubs es sencillamente el pelotero más divertido de ver en todas las Grandes Ligas. Divertido y espectacular.

No por gusto lo apodan "El Mago". Siempre tiene un truco debajo de la manga, lo mismo con el bate, que con el guante o en el corrido de las bases.

Con 27 años recién cumplidos, posiblemente no hayamos visto todavía lo mejor de Javier Baéz.

2.- Ronald Acuña Jr. (Atlanta Braves)

¿Cuál es límite para el talentoso jardinero venezolano? ¿El cielo?

Acuña Jr. ha dejado claro su objetivo para la campaña del 2020: convertirse en el primer jugador 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas.

El año pasado, en su segunda temporada en las Mayores, se quedó a tres robos de ser el quinto pelotero 40-40.

La meta es difícil, pero con que sólo lo intente, ya valdrá la pena seguirlo día a día en su progreso.

3.- Luis Robert (Chicago White Sox)

Luis Robert firma con Medias Blancas
AP Photo/Charles Rex ArbogastEl cubano Luis Robert sin jugar un solo minuto en MLB recibió una extensión de $50 millones por parte de los White Sox.

Aunque nunca jugó en Grandes Ligas, todo el mundo del béisbol sabe quién fue Omar Linares, el cubano que desde su adolescencia fue codiciado por los cazatalentos como uno de los peloteros más completos que haya pisado jamás un terreno de pelota en cualquier nivel.

Bueno, según aseguran colegas que lo vieron desde sus inicios en la isla, Luis Robert es lo mejor que ha dado Cuba desde Omar Linares.

No debe haber sido por gusto que los White Sox le dieron una extensión contractual por $50 millones sin haber debutado aún en las Mayores.

4.- Luis Arráez (Minnesota Twins)

Si lo que mostró en el 2019 es real, el segunda base venezolano de los Twins es un firme candidato a ganar el título de bateo de la Liga Americana.

Arráez tuvo average de .334, con 109 imparables en 326 turnos, apenas un punto menos que Tim Anderson, el líder de los bateadores del joven circuito, aunque sin las veces requeridas.

Su promedio de embasamiento fue de .399, con un slugging de .439. El 23 por ciento de sus hits fueron extrabases (20 dobles, un triple y cuatro jonrones) y recibió más boletos (36) que ponches (29).

5.- Félix Hernández (Atlanta Braves)

Es difícil creer que uno de los mejores lanzadores que ha tenido las Grandes Ligas en lo que va de siglo XXI esté acabado a los 33 años.

Lo cierto es que desde que cumplió 30 fue como si le hubieran apagado un interruptor, pues en sus tres últimas campañas tuvo récord de 15-27 y efectividad de 5.42 en 314 entradas, mientras que en sus primeras 12 temporadas dejó balance de 154-109 y promedio de limpias de 3.16.

Tal vez lo que necesitaba el venezolano era cambiar de aires, después de jugar 15 contiendas en Seattle.

Quizás lo veamos incluso lanzar en playoffs, la asignatura pendiente en la carrera del Rey Félix.

6.- Miguel Cabrera (Detroit Tigers)

Mark J. Rebilas/USA TODAY SportsMiguel Cabrera necesita salud para alcanzar varios hitos en la temporada 2020 y que consolidarán en el futuro su candidatura al Salón de la Fama.

¿Alguien duda que Miguel Cabrera es un futuro miembro del Salón de la Fama?

Con los números que tiene, ya debería alcanzarle para la inmortalidad, pero las cifras redondas llaman más la atención y Cabrera podría llegar en esta misma campaña a los 3,000 hits, 500 jonrones, 1,700 carreras impulsadas, 1,500 anotadas y 600 dobles.

Para ello necesita estar saludable y jugar en al menos 140 partidos, para acumular los 185 imparables, 23 bambinazos, seis remolcadas, 71 anotadas y 23 biangulares que les faltan para esos números cerrados.

7.- Yoenis Céspedes (New York Mets)

El cubano le ha robado hasta ahora el dinero a los New York Mets. En sus tres primeros años de un contrato de cuatro cobró 73 millones de dólares y apenas participó en 119 partidos (81 en el 2017, 38 en el 2018 y ninguno en el 2019).

El equipo consiguió una notable rebaja del salario que devengaría Céspedes en el 2020, al bajar de 29 a seis millones, más incentivos.

El pelotero llegó a los campos de entrenamiento más cerrado que una tumba, negado a conceder entrevistas y dispuesto a que su bate hablara por él en la temporada.

Luego suavizó y dijo a los medios su disposición a estar listo para el Día Inaugural y recuperar todo el camino perdido.

El talento le sobra, aunque la salud no lo ha acompañado y ya son 34 años en las costillas.

Si está saludable y logra ser el pelotero que fue, será de gran ayuda para los Mets y una diversión ver de nuevo sus kilométricos jonrones y certeros disparos desde los jardines.

8.- Chris Sale (Boston Red Sox)

El zurdo Chris Sale tuvo en el 2019 la peor temporada de su carrera, con registro de 6-11 y efectividad de 4.40.

Desde que se estableció como un abridor estelar en el 2012, nunca tuvo números tan bajos en aperturas (25) e innings lanzados (147.1).

De hecho, se perdió por primera vez en ocho años ser invitado al Juego de las Estrellas.

Los Boston Red Sox esperan desesperadamente un rebote de su astro, sobre todo después de ceder al también zurdo David Price a Los Angeles Dodgers y pasarse de tacaños en el arbitraje salarial con el venezolano Eduardo Rodríguez, hecho que podría haber dañado la relación entre el pitcher y el equipo.

9.- Gerrit Cole (New York Yankees)

El pitcher mejor pagado de la historia tiene ahora la oportunidad de hacer realidad un sueño de su infancia: jugar para los Yankees.

Ahora bien. No es lo mismo lanzar en Yankee Stadium que en el Minute Maid Park. No es lo mismo encabezar la rotación del equipo más emblemático de todas las Grandes Ligas, que ser el segundo de los Houston Astros, con Justin Verlander por delante.

Pero hoy mismo, Gerrit Cole es tal vez el mejor lanzador que hay y tiene por delante el reto adicional de liderar a un grupo que ya perdió a Luis Severino por toda la campaña y a James Paxton por las primeras semanas de temporada.

10.- Los Houston Astros

No es uno, sino varios. José Altuve, Carlos Correa, Alex Bregman, George Springer, Yuli Gurriel ...todas las principales figuras de Houston estarán bajo la lupa este año.

Nadie duda de su talento, pero muchos queremos ver si sus números anteriores son legítimos y si pueden repetirlos en el 2020, sin trampas, ni ayudas adicionales.

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La oficina del comisionado de Grandes Ligas anunció este jueves una sanción por 81 juegos al lanzador dominicano Domingo German por violar la política de violencia doméstica establecida por MLB.

Germán, quien resultó el pitcher más ganador de los New York Yankees en el 2019 (18), ya había sido suspendido a finales de la pasada campaña y se perdió los últimos nueve partidos del calendario regular y los nueve que jugó el equipo en los playoffs antes de caer eliminado ante los Houston Astros en la Serie de Campeonato de la Liga Americana.

Esos 18 encuentros se descontarán de la sanción y el derecho dominicano estará fuera por 63 choques en el 2020, por lo que será elegible para regresar el 5 de junio, en el primer juego de una serie de tres ante los Tampa Bay Rays en el Yankee Stadium.

En los planes originales, Germán figuraba como quinto abridor en la rotación encabezada por Gerrit Cole, adquirido en la agencia libre con un megacontrato de 324 millones de dólares.

Getty ImagesLa oficina del comisionado de Grandes Ligas anunció este jueves una sanción por 81 juegos al lanzador dominicano Domingo German por violar la política de violencia doméstica establecida por MLB.

Además de Cole, el staff de Nueva York contempla al zurdo James Paxton y los derechos Masahiro Tanaka y Luis Severino.

El castigo a Germán le abre un espacio en la rotación al veterano zurdo J.A. Happ, a quien el gerente general Brian Cashman había intentado sin éxito canjearlo a otro equipo.

Ahora mismo, Cashman debe estar alegrándose de que ningún equipo se haya interesado lo suficiente por adquirir los servicios del experimentado zurdo.

Happ, de 37 años, llegó a los Yankees a mediados del 2018, procedente de los Toronto Blue Jays y en 11 aperturas con su nuevo equipo dejó marca de 7-0 y efectividad de 2.69.

Con ello se ganó un contrato por dos años y 34 millones de dólares, con una opción del equipo para el 2021, pero en el 2019, aunque tuvo balance de 12-8, su efectividad se disparó hasta un decepcionante 4.91.

Otra opción para Cashman sería volver a salir al mercado y hacer una compra de última hora por un abridor barato, con un pacto de un año para ocupa temporalmente un espacio en la rotación hasta tanto se reincorpora el sancionado dominicano.

Pero de lo que queda allá afuera no hay mucho que escoger y parece más conveniente tratar de resolver con Happ, a la espera de que Germán regrese y lo haga en su mejor forma.

Ya habrá tiempo de buscar refuerzo, si para el 31 de julio el equipo, como se espera, está en carrera por los playoffs y hubiera necesidad de un brazo sólido que venga en ayuda.

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Derek Jeter
Jamie Squire/Getty ImagesSi la lógica se impone, el eterno capitán de los Yankees, Derek Jeter, debería ser exaltado de forma unánime a Cooperstown.
Un año después que el panameño Mariano Rivera se convirtiera en el primer exaltado al Salón de la Fama con el voto unánime de los miembros de la Asociación de Escritores de América (BBWAA), su compañero de equipo en los New York Yankees, Derek Jeter, va en camino de imitar su hazaña.

Según Ryan Thibodaux, quien lleva el conteo de las boletas en la medida en que se hacen públicas, Jeter ha sido marcado por todos los que han revelado sus votos.

Hasta ahora se han dado a conocer 48 papeletas, que representan el 11.7 por ciento de los integrantes de la BBWAA con derecho al voto para Cooperstown.

Aunque la muestra todavía es demasiado pequeña, no existe absolutamente ninguna razón para no votar por el famoso número 2 de los Yankees.

Sus 3,465 hits lo sitúan en el sexto lugar de todos los tiempos, sólo superado por Pete Rose, Ty Cobb, Hank Aaron, Stan Musial y Tris Speaker.

Es además el líder histórico en imparables dentro de la franquicia de New York, Novato del Año en 1996, con 14 participaciones en Juegos de Estrellas, cinco anillos de campeón de Serie Mundial, Jugador Más Valioso en el clásico de octubre del 2000, ganador de cinco Guantes de Oro e igual cantidad de Bates de Plata.

Fue un hombre ejemplar, dedicado por entero al deporte, sin escándalos extradeportivos tan comunes en estos tiempos, de conducta intachable que le valió ser la cara limpia del béisbol en la turbulenta era de los esteroides.

Y después de Jeter, ¿cuándo volveremos a ver otro unánime en Cooperstown? ¿Quién sería ese al que nadie se atrevería a escatimarle su voto?

No será en el 2021. De hecho, ninguno de los que aparecerán por primera vez en las boletas reúne los requisitos necesarios para la inmortalidad.

En el 2022 les tocará el turno a Alex Rodríguez y a David Ortiz.

De antemano, hay muchos integrantes de la BBWAA que han adelantado que jamás votarían por ARod, mientras que otros dudarán en hacerlo incondicionalmente por el Big Papi, pues siempre hay quien cuestione su rol fundamental de bateador designado.

En la clase del 2023 se estrenan como principales figuras el puertorriqueño Carlos Beltrán y el venezolano Francisco Rodríguez, ambos con números sobresalientes, pero sin llegar a extraordinarios, de esos que dejan al mundo con la boca abierta.

En el 2024 le corresponde su oportunidad al dominicano Adrian Beltre, quien debería entrar en su primer año de elegibilidad, aunque dudo que lo haga con todos los votos.

Si no lo consiguió Ken Griffey Jr., difícilmente lo logre Beltré.

Tendrán entonces que pasar cinco años desde Jeter para que veamos entrar, de manera unánime, indiscutible, al gran samurái de Japón, Ichiro Suzuki.

Ichiro Suzuki
Masterpress/Getty Images Después de Derek Jeter, aparentemente el japonés Ichiro Suzuki es quien tiene mayores posibilidades de entrar al Salón de la Fama de manera unánime.

A pesar de llegar a las Grandes Ligas con 27 años en el 2001, Ichiro, único pelotero que lucía su primer nombre y no su apellido en el uniforme, tuvo unas primeras diez temporadas excepcionales.

En su debut ganó la corona de bateo de la Liga Americana y fue elegido Novato del Año y Jugador Más Valioso.

Su excelencia ofensiva le permitió superar los 200 imparables en diez campañas seguidas, incluida la del 2004, donde impuso el récord de 262 cohetes, para eclipsar la marca de George Sisler, que databa de 1920.

Para que se tenga una dimensión real de su hazaña, téngase en cuenta que desde el récord de Sisler pasaron por las Grandes Ligas la mayoría de los mejores bateadores de la historia, como Babe Ruth, Ted Williams, Musial, Aaron, Joe DiMaggio, Mickey Mantle o el propio Rose. ¡Y ninguno logró lo que el japonés!

Además, en ese mismo lapso ganó siempre el Guante de Oro por su defensa exquisita en el jardín derecho.

De haber llegado más joven a la MLB, en lugar de pasar nueve campañas en el béisbol profesional japonés, quién sabe hasta dónde hubiera llevado su marca de 3,089 hits.

Desde ya, Ichiro tiene un voto. El mío. No creo que nadie me lleve la contraria.

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Foto: Getty.El cátcher boricua Martín Maldonado pudiera ser una adición necesaria y barata para los Yankees.
Después de soltar 324 millones de dólares por el lanzador derecho Gerrit Cole, los New York Yankees son los principales favoritos para ganar la Serie Mundial del 2020.

Pero si el equipo quiere sacarle todo el jugo a Cole, necesitan ponerle detrás del plato a un compañero de batería que le permita hacer sus mejores pitcheos con toda la confianza del mundo.

No es Gary Sánchez, posiblemente el peor cátcher defensivo de todas las Grandes Ligas.

Su inseguridad detrás del plato obliga a muchos lanzadores a priorizar las rectas sobre los envíos rompientes, para evitar wild pitches o passed balls, que Sánchez es incapaz de controlar.

En 306 juegos en su carrera ha cometido 47 passed balls, mientras que los serpentineros han tirado 143 wild pitches, muchos de ellos debido a su torpeza para bloquear los lanzamientos que pegan en la tierra.

Gary está ahí por su bateo y es difícil descartar a un hombre que de 343 hits que lleva en su carrera, 105 han sido cuadrangulares.

Pero New York necesita a un segundo cátcher que sea defensivamente confiable y además, sin llegar a ser un rompecercas, sea un bateador decoroso.

Ese papel lo desempeñaba hasta el 2019 Austin Romine, quien firmó como agente libre con los Detroit Tigers y ahora mismo en el roster aparece Kyle Higashioka como segundo enmascarado.

Higashioka tampoco es el indicado. Si bien tiene bastantes habilidades defensivas, es casi nulo con el madero.

No hay mucho que buscar. Ese hombre es el puertorriqueño Martín Maldonado.

En sus nueve temporadas en las Mayores, "Machete" Maldonado se ha hecho de un nombre por su defensa.

De hecho, en el 2017, cuando jugaba para Los Angeles Angels, se llevó el Guante de Oro en la Liga Americana y cortó una racha de cuatro premios seguidos que llevaba el venezolano Salvador Pérez con los Kansas City Royals.

Durante su estancia en la parte final de la pasada campaña con los Houston Astros, era el que salía a recibir en los juegos que lanzaba Cole, por pedido expreso del estelar lanzador.

Será un jugador barato, que posiblemente se consiga por menos de cuatro millones de dólares al año, a juzgar por sus salarios anteriores y que puede recibir una alta carga de trabajo, muy por encima de la de cualquier segundo cátcher.

Y eso es importante, si se tiene en cuenta que Gary, quien será el titular, tiene una marcada tendencia a lesionarse.

En los últimos tres años, desde que el dominicano se convirtió en el receptor regular, tras su explosivo debut a mediados del 2016, sus ausencias han sido recurrentes.

De 486 partidos posibles entre 2017, 2018 y 2019, Sánchez sólo ha jugado como receptor en 270, en 45 ha sido bateador designado y en dos actuó como primera base, mientras se ha perdido 169 por lesión.

Entonces los Yankees requieren los servicios de alguien que pueda hacerse cargo de los arreos con efectividad por períodos prolongados.

En esos mismos tres años en que Gary Sánchez ha estado ausente en 169 encuentros, Maldonado ha superado siempre el centenar de choques en la receptoría: 138 en el 2017, 119 en el 2018 y 105 en el 2019.

Si Cole lo pide, no habría razón por la que los Yankees no lo complazcan, de la misma manera que Greg Maddux, en sus años de esplendor con los Atlanta Braves, tenía en el venezolano Eddie Pérez a su cátcher particular.

Sería simplemente un esfuerzo adicional para poder sacarle la mayor ganancia posible a una inversión de $324 millones.

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Apenas 24 horas y sin siquiera haber lanzado una pelota le duró a Stephen Strasburg el título simbólico del pitcher mejor pagado de la historia.

Gerrit Cole pactó con los New York Yankees —tal como se esperaba— por nueve temporadas y 324 millones de dólares, que no sólo es el mayor contrato para un serpentinero, sino el cuarto más alto en cantidad de dinero en toda la historia del béisbol.

Sólo Mike Trout (428 millones), Bryce Harper (330) y Giancarlo Stanton (325) superan en monto a Cole, quien con su llegada a Nueva York convierte a los Yankees en favoritos automáticos para ganar la Serie Mundial.

Además, también será el lanzador con mayor salario anual como promedio, con 36 millones, uno más de lo que ganará Strasburg con los Washington Nationals.

Para semejante acuerdo se dio una tormenta perfecta, en la que confluyeron su calidad indiscutible que lo convertía en la pieza más codiciada del mercado, la necesidad urgente del equipo de romper una sequía de diez años sin ganar un título (lo cual no está garantizado con Cole) y la mano de su agente Scott Boras en las negociaciones.

Boras aprovechó que los Nacionales le dieron a su también cliente Strasburg la cantidad que los Yankees habían ofrecido originalmente por Cole, para subirle el precio y se apoyó en el deseo de Los Angeles Angels por conseguir sus servicios a toda costa. Se estableció una puja que terminaron ganando los Mulos de Manhattan.

Luego de dos años brillantísimos con los Houston Astros, el derecho llegará a encabezar una rotación que de repente pasa de ser dudosa a sólida.

El japonés Masahiro Tanaka, el canadiense James Paxton y los dominicanos Luis Severino y Domingo German completarán en principio el cuerpo de abridores de los Yankees.

Al menos en el papel, Nueva York tiene casi todo lo necesario para seguir sumando trofeos a su atestada vitrina.

Pero…

Olvídense del dinero. El equipo llevaba años trabajando en esta dirección, saliéndose de malos contratos anteriores para, llegado el momento, romper la alcancía por la pieza más indicada.

El lanzador tiene 29 años recién cumplidos, lo cual quiere decir que tendrá 38 cuando termine el contrato en el 2028.

Lo que hace riesgoso este contrato es su longitud en tiempo, dada la edad del jugador.

Sino, pregúntenle a Los Angeles Angels, que se volvieron locos con Albert Pujols y le dieron diez temporadas a un hombre de 32 años, a cambio de nada.

Si en ese lapso de nueve campañas, los Yankees son capaces de lograr dos o tres Series Mundiales, entonces los años finales del contrato no pesarán tanto. Pero tienen que ganar. Sí o sí.

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Derek Jeter encabeza el grupo que en el 2020 aparecerá por primera vez en la boleta de las votaciones de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) para el Salón de la Fama de Cooperstown.

En el caso de Jeter, la pregunta no es si va a entrar o no en su primer año de elegibilidad, sino si lo hará de manera unánime, como lo consiguió el año anterior el panameño Mariano Rivera, su compañero de dos décadas en los New York Yankees.

Ya Mariano rompió el hielo en lo que a unanimidad se refiere y nadie en su sano juicio dejaría de marcar el nombre del legendario número 2 de los Yankees.

Pero así mismo pensábamos, por ejemplo, de Ken Griffey Jr. Sin embargo, hubo quien no votó por él. O Babe Ruth, la encarnación suprema del béisbol. O Ted Williams, “el bateador más grande que jamás existió”.

Entonces, el Capitán intentará ser el segundo unánime y posiblemente el único que entre en el grupo de debutantes del 2020.

El venezolano Bobby Abreu, el dominicano Alfonso Soriano, Josh Beckett, Paul Konerko, Jason Giambi y Cliff Lee son los más renombrados que acompañan a Jeter en el primer año, pero ninguno de ellos parece reunir los argumentos suficientes para la inmortalidad.

Entonces, en mi boleta virtual, en lo que espero cumplir los diez años de membresía en la BBWAA para poder votar oficialmente, incluiría, además de Derek Jeter, a Barry Bonds, Roger Clemens, Sammy Sosa y Curt Schilling, los cuatro en su octavo año, así como al venezolano Omar Vizquel, en su tercero, a Gary Sheffield, en el sexto.

Completaría mis diez selecciones con el canadiense Larry Walker, quien tiene ahora su última oportunidad, además de Andy Pettitte y Todd Helton.

Me inclino a votar por casi todos aquellos sobre los cuales pesa una sombra de sospecha de haber usado esteroides para mejorar su rendimiento.

No fueron los únicos que apelaron a esas sustancias, en una época en que las cosas estaban sin control, pero no todos fueron capaces de poner esos números extraordinarios.

El talento estuvo ahí y si no hay coordinación ojos-brazos, que no la da ninguna medicina, no habrá resultados.

Y siempre que sale el tema pongo el mismo ejemplo sobre cuánto puede o no influir el consumo de esteroides en alguien con o sin la capacidad natural de jugar béisbol: los hermanos Canseco.

José y Ozzie son gemelos idénticos, dos gotas de agua, que usaron los mismos fármacos y métodos similares de entrenamiento.

José Canseco fue en su momento la estrella más rutilante del firmamento de las Grandes Ligas, mientras que Ozzie fue más que mediocre, que de no ser hermano de quien fue, nadie se acordara de su paso fugaz por el béisbol.

Por el único que jamás votaría sería por Manny Ramírez, un reincidente en el consumo de sustancias cuando ya estaban prohibidas por las Grandes Ligas. Incurrir en una falta una vez es humano, pero dos es llevar la estupidez o el descaro al extremo.

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Este miércoles no habrá juego en el Bronx.

Los meteorólogos pronostican un 100 por ciento de probabilidades de lluvia durante toda la noche para la Gran Manzana. No 80, no 90...¡100 por ciento! El agua cae sí o sí, lo cual obligó a posponer el cuarto juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, en la que los Houston Astros llevan ventaja de 2-1 sobre los New York Yankees.

En ese caso, los partidos 4 y 5 se van a disputar jueves y viernes en el Yankee Stadium y de ser necesarios, los encuentros 6 y 7 serían en el Minute Maid Park de Houston, sábado y domingo.

¿A cuál de los dos equipos beneficiaría más la suspensión por lluvia de este miércoles?

Tanto Aaron Boone, manager de los Yankees, como A.J. Hinch, de los Astros, habían anunciado que para el cuarto juego apelarían a un opener y el resto del bullpen.

En ese sentido, la ventaja parecería inclinarse a favor de los neoyorquinos, que cuentan con el mejor cuerpo de relevistas de todo el béisbol.

Sin embargo, los apagafuegos de Nueva York han tenido demasiado esfuerzo, con 15 entradas y dos tercios de trabajo, luego de que los abridores de James Paxton y Luis Severino apenas pudieran mantenerse sobre la lomita 2.1 y 4.1 episodios, respectivamente.

Pero ese día extra de descanso a causa de la lluvia le permitiría a ambos dirigentes echar mano a sus abridores del primer partido, Masahiro Tanaka y Zack Greinke, con su debido reposo.

En ese caso y teniendo en cuenta lo que hicieron en esa primera vez, la situación favorecería a los Yankees, pues Tanaka fue en extremo dominante y en los seis capítulos que trabajó, apenas realizó 68 lanzamientos y redujo a un solo hit el gasto ofensivo de sus rivales.

Greinke, por su parte, no ha podido hacerse justicia en esta postemporada, pues tanto frente a los Tampa Bay Rays en la serie divisional, como ante los Yankees en esta ALCS, ha sido sacudido con un total de nueve limpias y 12 hits en 9.2 entradas, para una efectividad de 8.38.

De paso, el bullpen de Nueva York recibiría también un merecido descanso, que igualmente beneficiaría al de Houston, cuyos relevistas apenas han tenido que trabajar ocho entradas en toda la serie.

Asimismo, el crucial quinto partido estaría reservado para Paxton en casa, donde ha sido mucho más efectivo que en la carretera.

En el Yankee Stadium, el zurdo canadiense tuvo en la campaña regular 15 aperturas, en las que dejó récord de 7-3, con promedio de 3.55, mientras que como visitante lo hizo para 8-3 y 4.33 en 14 salidas.

Su rival, Justin Verlander, no tiene mucha diferencia entre lanzar en casa o fuera de ella. De hecho, lo hizo mejor como visitador, con 11-2 en 17 juegos (2.82), mientras que en la misma cantidad de partidos en Houston tuvo balance de 10-4, aunque con mejor efectividad de 2.34.

Otra ventaja que podrían tener los Yankees con una eventual suspensión por lluvia es que Giancarlo Stanton consiga recuperarse para volver a la alineación, ya sea como jardinero izquierdo o como bateador designado.

Boone está obligado a mover la alineación, olvidarse de los nombres y apelar a los hombres, si no quiere que la serie se le vaya de las manos.

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Me extraña que en estos tiempos de tanta analítica, el manager de los New York Yankees, Aaron Boone, no haya revisado el historial de Edwin Encarnación en postemporadas antes de armar su alineación.

Encarnación, uno de los bateadores más poderosos de todas las Grandes Ligas en la última década, ha sucumbido históricamente a la presión de la postemporada y en esta no es una excepción.

El dominicano está en su novena serie de playoffs. Fue a cinco con los Toronto Blue Jays y a dos con los Cleveland Indians, además de las actuales con los Yankees.

En total, en 113 turnos ha disparado 26 hits, para average de .230, con cuatro jonrones, 16 impulsadas, 28 ponches y un slugging de apenas .381.

Desde la serie divisional ante los Texas Rangers en el 2016 no pega un bambinazo en postemporada.

Edwin Encarnacion
Noah K. Murray-USA TODAY Sports

A partir de ahí, sus números han ido en picada, con nueve imparables en 57 turnos en las siguientes cinco series de playoffs (.158), 19 abanicados y únicamente cuatro remolcadas.

Tuvo una buena serie divisional ante los Minnesota Twins, pero contra los Houston Astros va de 8-0, con seis ponches.

Su compatriota Gary Sánchez no se queda atrás. Si bien ha mejorado bastante a la defensiva de un año a otro, su bate está totalmente apagado.

Suma dos imparables en 17 veces en toda la postemporada, con ocho chocolates y va de 9-1 contra Houston, con cuatro outs por la vía de los strikes.

También su historial en playoffs es horrible: average de .182 (88-16), con 32 ponches, cinco jonrones y 13 empujadas en siete series.

Urge hacer movimientos en la alineación, pues mientras DJ LeMahieu, Gleyber Torres y Aaron Judge están cargando con el peso ofensivo del equipo, de pronto hay un hueco en el orden al bate entre el cuarto (Encarnación) y el sexto (Sánchez), que le está dando demasiado respiro a los lanzadores rivales.

En la acera de enfrente también pasan cosas. El joven cubano Yordan Alvarez, principal candidato a Novato del Año en el joven circuito, no ha visto la luz en esta serie ante los Yankees, al irse en blanco en siete turnos, cinco de ellos por ponche.

Su compatriota Yuli Gurriel también anda buscando aún su primer imparable en la serie, aunque en su caso, ha tenido buenos contactos, no ha abanicado y simplemente la suerte no lo ha acompañado, víctima de buenos fildeos de la defensa rival.

Pero el hecho es que Alvarez y Gurriel, ubicados quinto y sexto por el manager A.J. Hinch, llevan de 14-0, lo cual contrasta con los dos hombres que los preceden, José Altuve y Alex Bregman, que han sido los dos mejores bateadores del conjunto.

En sentido general, la ofensiva de los Astros ha dejado mucho que desear, incluso, desde la serie divisional ante los Tampa Bay Rays.

George Springer y Carlos Correa fueron fundamentales en el segundo partido, pero un juego no es garantía de que hayan despertado.

Springer, como hombre proa, va de 29-4 (.138) en esta postemporada, con ocho chocolates, una sola impulsada y un paupérrimo OBP de .194.

Y Correa, más allá de su jonrón heroico del domingo, batea para .185 (27-5) y ha abanicado 12 veces.

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Ya están listos los cinco equipos de la Liga Nacional que irán a la postemporada y parecen casi definidos los clasificados por la Americana a la fiesta de octubre, pero cuando nos encaminamos al último fin de semana del calendario regular, todavía queda tela por donde cortar.

En el viejo circuito, los Atlanta Braves y Los Angeles Dodgers aseguraron hace rato sus respectivos banderines divisionales del Este y el Oeste, mientras que los St. Louis Cardinals, los Washington Nationals y los Milwaukee Brewers ya aseguraron sus boletos a los playoffs.

Sin embargo, los Cardenales, líderes en la división central, todavía no terminan de finiquitar ese asunto y los Cerveceros podrían darle alcance y enviarlos al infartante partido entre comodines ante los Nacionales.

St. Louis (90-69) exhibe una ventaja de juego y medio sobre Milwaukee (88-70), que tiene un partido más por celebrar.

Los Cerveceros son el equipo más caliente de la actualidad en la Nacional, con diez triunfos en sus últimos 11 choques y 13 en 15 desde que perdieron a su estrella Christian Yelich por una lesión el 10 de septiembre en Miami.

Lo interesante de la tropa que comanda Craig Counsell es la manera en que se ha comportado el cuerpo de lanzadores en esta recta final.

En diez de esos últimos 11 partidos, los serpentineros de Milwaukee han tolerado tres o menos carreras, mientras que sus bateadores han producido 56 anotaciones.

A los Cerveceros les resta un partido este jueves en Cincinnati y tres choques en Colorado, mientras que los Cardenales recibirán en casa durante viernes, sábado y domingo a los Chicago Cubs.

Pero suponiendo que St. Louis consiga aguantar la presión y termine coronándose en la división central, a Milwaukee le queda el incentivo de tratar de luchar por el primer comodín que ahora ostenta Washington con un juego de ventaja.

El orden de los wildcards es clave, pues define cuál de los dos juega en su casa el partido de muerte súbita.

El equipo de la capital tendrá un fin de semana complicado, con una serie interligas contra los Cleveland Indians, el único de los 30 equipos que ahora mismo está fuera del cuadro de clasificados, pero que todavía conserva opciones de entrar al baile.

Antes, los Nacionales deberán celebrar un choque este jueves ante los Philadelphia Phillies y ante el sentido de urgencia, el manager Dave Martínez echará mano en tres de esos cuatro desafíos a sus tres caballos de la lomita.

Stephen Strasburg va contra los Filis y Patrick Corbin y Max Scherzer abrirán sábado y domingo, respectivamente, contra la Tribu, con el novato Austin Voth intercalado en el primer juego de la serie el viernes.

El tener que apelar a estos tres astros en esta recta final deja a Martínez con pocas opciones para el juego de comodines del próximo martes: o va con Strasburg con un día menos de descanso o se las juega todas con el veterano venezolano Anibal Sanchez.

Desde que esta franquicia nació en 1969 con el nombre de Expos, en la ciudad canadiense de Montreal, nunca ha podido pasar de la primera ronda en las cinco ocasiones anteriores en que clasificó a la postemporada.

En 1981, los Expos perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional (entonces no había playoffs divisionales) contra los Dodgers.

Desde que se mudaron a Washington en el 2005, los Nacionales perdieron las series divisionales del 2012, 2014, 2016 y 2017.

Getty ImagesLos Indians todavían compiten por un lugar en el comodín en la Americana.

Tres por dos boletos en la Americana

En el joven circuito, los Minnesota Twins recién se coronaron en la división central y todo indica que rivalizarán en la primera ronda ante los New York Yankees, campeones del Este, ya que los Houston Astros, reyes del Oeste, se han despegado en la lucha por el mejor récord de todo el béisbol.

Los Astros (104-54) cierran su calendario con una serie de cuatro encuentros de jueves, viernes, sábado y domingo contra Los Angeles Angels en Anaheim.

Los Yankees (102-57) se van hasta Arlington para sus tres partidos finales ante los Texas Rangers.

Y entonces queda la batalla por los comodines, que ahora mismo tienen en la mano los Oakland Athletics (95-63) y los Tampa Bay Rays (95-64), con apenas media raya de diferencia entre ambos.

A Oakland le faltan cuatro juegos entre jueves y domingo con los Seattle Mariners y a los Rays tres con los Toronto Blue Jays.

Para ambos conjuntos son cruciales estos desafíos no sólo para resistir los embates de los Indios, sino para ver cuál de los dos juega como home club el juego de vida o muerte del próximo miércoles.

Por su parte, Cleveland la tiene muy difícil, aunque no imposible, pero esa diferencia de 1.5 se hace enorme, dado el poco camino que queda por recorrer.

Los Indios recibieron una valiosísima ayuda de último momento con la reincorporación del dominicano José Ramírez, cuando se pensaba que estaría fuera de acción hasta el 2020.

En dos partidos desde que regresó lleva tres jonrones y ocho carreras impulsadas en seis turnos.

Pero la derrota que sufrió Cleveland el miércoles en la noche ante los Chicago White Sox podría haber sido la más costosa de toda la temporada.

A Terry Francona y compañía le falta un último partido contra Chicago el jueves y los tres de la serie interligas ante los Nacionales, que será, sin dudas, la más dramática de todas las del fin de semana.

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Del béisbol que se jugaba hace 20 años apenas queda un recuerdo.

Entonces, los managers tenían más autoridad, aplicaban múltiples estrategias y el juego era tácticamente más rico.

También era la época en que el uso de sustancias para mejorar el rendimiento deportivo era rampante y muchos peloteros parecían más linieros de la NFL que beisbolistas.

Para bien, el tema de los esteroides se atajó con una política cada vez más restrictiva que si bien no logró eliminar el problema por completo, lo limitó a unos pocos que siempre intentarán burlar al sistema.

Pero en las últimas dos décadas —o más específicamente, en los pasados diez años— el béisbol se empobreció en muchos sentidos, tanto desde el punto de vista estratégico, hasta del entendimiento por los fanáticos, confundidos con nuevos análisis estadísticos que buscan —y no siempre encuentran— la excelencia atlética.

Olvidemos por un momento las pelotas adulteradas del 2019, con todo y que el comisionado Rob Manfred insista en negarlo, que han traído como resultado una explosión jonronera inédita, mayor aun que en la era de los esteroides y que ha inflado los números de muchos bateadores que en otros tiempos ni soñaban con disparar tantos bambinazos.

Getty ImagesSammy Sosa y Mark McGwire fueron las dos principales figuras de las Grandes Ligas a finales de los noventa.

El juego se ha simplificado tanto que ya sólo importa enviar la pelota más allá de las cercas.

Los sencillos, dobletes y triples ya han pasado a un segundo plano y ni hablar de intentar ganar una base extra con un robo o adelantar un corredor con un toque de sacrificio.

Y de igual manera, a la par de los vuelacercas, han subido los abanicados.

Es o todo o nada. O jonrón o ponche.

Pero, aunque parezca una paradoja, este béisbol de ahora es menos ofensivo, a juzgar por las estadísticas, tanto las tradicionales, como las sabermétricas, a pesar de esta hemorragia de cuadrangulares única en la historia.

Si comparamos los promedios por juego de la temporada de 1999 con la que está a punto de concluir, observamos que las únicas cifras que han subido son las de jonrones y los chocolates.

Morir por la vía de los strikes no es un out más, como algunos pretenden hacer ver. Poncharse anula por completo la posibilidad de jugada y le da una bocanada de oxígeno al lanzador.

Hace 20 años, los bateadores se tomaban 6.41 ponches por juego. Ahora lo hacen en 8.77 ocasiones.

Dos décadas atrás, se disparaban 1.14 bambinazos por choque, cifra que se ha elevado a 1.40 en el 2019.

Pero más vuelacercas no necesariamente implican más carreras, sino que es la manera más directa de producir una anotación.

Volvamos dos décadas atrás en el tiempo y observemos los diferentes promedios en otros indicadores y a su lado, entre paréntesis, los indicadores del 2019.

En los partidos se anotaban como media hace 20 años 5.08 carreras, mientras que ahora son solamente 4.84.

En 1999 se bateaban 9.15 imparables por encuentro (8.66 hoy), los dobles eran 1.80 (1.76), triples 0.19 (0.16), bases robadas 0.70 (0.47), los sacrificios de toques 0.33 (0.16). El average promedio de las Grandes Ligas fue de .271, mientras ahora es de .253.

Aunque la sabermetría valora más el porcentaje de embasamiento, hace 20 años la gente llegaba más a las almohadas, con un OBP de .345 por .323 en la actualidad.

Esas diferencias decimales, si bien a simple vista pueden parecer ínfimas, cuando se multiplican por los más de 4.800 juegos que componen el calendario regular hacen números globales muy superiores.

Entonces, esta simplificación del juego, esta apuesta a todo o nada entre el jonrón y el ponche, está alejando al público de los estadios.

En 1999, todavía fresca en la memoria de los fanáticos la huelga de 1994, la asistencia total en temporada regular superó los 70 millones.

A menos de una semana para que concluya la presente contienda, la cifra anda en poco más de 66 millones, la menor desde 1997.

A eso súmenle la pobre promoción que la actual administración de las Grandes Ligas le hace al béisbol.

¿Desde hace cuánto tiempo no vemos a un pelotero protagonizando un anuncio comercial en televisión, como hacen los deportistas de la NFL o la NBA?

Si mi memoria no me falla, el último fue Derek Jeter a principios de los 2000, quien participó en un anuncio de Gillette junto al golfista Tiger Woods y otros atletas de diferentes disciplinas.

No es extraño entonces que los beisbolistas no aparezcan casi nunca en la lista de ESPN de los 100 deportistas más famosos del mundo, a pesar de ser un juego que practican más de 65 millones de personas en 140 países de todo el planeta.

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